Salmo 94 |
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“Venite adoremus”
1*
Venid, alegrémonos para Yahvé;
aclamemos a la Roca de nuestra salvación.
2Acerquémonos
a Él con alabanzas,
y con cantos gocémonos en su presencia.
3*Porque
Yahvé es un gran Dios,
y un rey más grande que todos los dioses.
4*En
sus manos están
las profundidades de la tierra
y son suyas las cumbres de las montañas.
5Suyo
es el mar, pues Él lo hizo,
y el continente, que plasmaron sus manos.
6*Venid,
adoremos e inclinémonos;
Caigamos de rodillas ante Yahvé que nos creó.
7*Porque
Él es nuestro Dios;
nosotros somos el pueblo que Él alimenta,
y las ovejas que Él cuida.
Ojalá oyerais hoy aquella voz suya:
8*
“No endurezcáis vuestros corazones
como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto,
9cuando
vuestros padres me provocaron
poniéndome a prueba
aunque habían visto mis obras.
10*Durante
cuarenta años me dio asco
aquella generación y dije:
“Son un pueblo de corazón extraviado,
no han conocido mis caminos.”
11*Por
eso, indignado, juré:
“No entrarán en mi reposo.”
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1. Todo este Salmo es una invitación a alabar al
Dios Creador del mundo y de los hombres y Pastor
de Israel, que se manifiesta en las obras de sus
manos y en la historia de su pueblo. San
Jerónimo, en vez de
nuestra
salvación, traduce:
nuestro
Jesús, viendo en el Salmo la profecía
mesiánica. Sirve de fervorosa introducción al
Oficio divino de cada día y está lleno del
espíritu del santo Rey Profeta, todo de fe y
amor filial. Contiene también, como observa Dom
Puniet, una exhortación a permanecer fiel a la
Palabra de Dios, o sea a meditar y a recordar a
cada hora esa Palabra que abundantemente se lee
en el Breviario.
Para
Yahvé: en dativo (así también la versión en
inglés de Benziger). Es una idea delicadísima,
la de un hijo que se alegra para su Padre,
sabiendo que el corazón paterno gozará con verlo
contento. Cf. Salmo 93, 17 y nota; Filipenses 4,
4. Sobre la alabanza véase Salmo 49, 14.
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3. Cf. Salmo 95, 5. Ello no obstante, Dios les
reprocha a menudo que lo han cambiado por otros
dioses (cf. Jeremías 2, 11).
*
4 ss. En el Breviario actual (aun no reformado
con el nuevo Salterio), este Salmo tiene algunas
variantes (caso único) conservadas de la antigua
versión latina, llamada Salterio romano. En los
demás Salmos la Vulgata adoptó la revisión de
San Jerónimo (Salterio galicano). La versión
misma del Doctor Máximo, empero, hecha “según la
verdad hebrea”, no se incorporó al uso
litúrgico.
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6. Inclinarse y doblar la rodilla son
manifestaciones de adoración que corresponden a
Dios (Isaías 45, 24) y a su Hijo (Filipenses 2.
10). Cf. Hechos 10, 26 y nota. Jesús las
practicó Él mismo, adorando a su Padre hasta
postrarse con el rostro en tierra. Cf. la nota a
Filipenses 2, 7 s.
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7. Las
ovejas que Él cuida: Dios se muestra muchas
veces como pastor de Israel, y Jesús también se
atribuye ese oficio (Éxodo 13, 21; Isaías 63,
11; Salmos 76, 21; 99, 3; Juan 10; Mateo 9, 36;
26, 21; Lucas 12, 32).
Ojalá oyerais hoy, ya que no la oísteis antes. Cf. Salmo 77, 1 ss. y
nota.
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8 ss. San Pablo recuerda nuevamente estas
palabras a los hebreos de su tiempo (Hebreos 3,
7-11), y las extiende a la necesidad de oír el
Evangelio (Hebreos 2, 3; 12, 25).
Meribá y
Masá: nombres de dos lugares donde los
israelitas murmuraron contra Dios (Éxodo 17,
1-7; Números 20, 1 ss.).
Vuestros
padres me provocaron: Alude a esa
murmuración en el desierto cuando les faltaba el
agua. Doloroso reproche contra nuestra continua
ingratitud, que puede verse reiterado sin cesar
a través del Salmo 77. También Jesús hubo de
repetirlo muchas veces (Marcos 8, 17 s.; Juan
12, 37 ss., etc.).
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10.
Cuarenta años: El tiempo de la peregrinación
por el desierto (Números 14, 34).
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11. Mi
reposo: La tierra de promisión (Números 14,
22). Véase cómo toma este pasaje San Pablo en el
capítulo 4 de la Epístola a los Hebreos,
refiriéndose al “solemne descanso” prometido al
pueblo de Dios, a la manera como Él descansó el
séptimo día de la Creación Cf. Salmo 71, 1 y
nota.
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