Oseas |
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Con Oseas
comienza la serie de los doce Profetas Menores. Se
llaman Menores no porque fuesen profetas de una
categoría menor, sino por la escasa extensión de sus
profecías, con relación a los Profetas Mayores.
Oseas
u Osee, profeta de las diez tribus del norte, como su
contemporáneo Amós, vivió en el siglo VIII a. C,
mientras Isaías y Miqueas profetizaban en Judá, es
decir, bajo el reinado del rey Jeroboam II de Israel
(183-143) y de los reyes Ocias (Amasías) (189-138),
Joatán (138-136), Acaz (136-121) y Exequías (121- 693);
reyes de Judá. Sus discursos proféticos se dirigen casi
exclusivamente al reino de Israel (Efraím, Samaría),
entonces poderoso y depravado, y sólo de paso a Judá.
Son profecías duras, cargadas de terribles amenazas
contra la idolatría, la desconfianza en Él y la
corrupción de costumbres y alternadas, por otra parte,
con esplendorosas promesas (cf. 2, 14 ss.) y expresiones
del más inefable amor (cf. 2, 23; 11, 8, etc.). El
estilo es sucinto y lacónico, pero muy elocuente y
patético y a la vez riquísimo en imágenes y simbolismos.
La primera parte (capítulos 1-3) comprende dos acciones
simbólicas que se refieren a la infidelidad del reino de
Israel como esposa de Yahvé. La segunda (capítulos 4-14)
es una colección de cinco vaticinios (capítulos 4, 5, 6,
1-12; 12-14) en que se anuncian los castigos contra el
mismo reino y luego la purificación de la esposa
adúltera, en la cual se despierta la esperanza en el
Mesías y su glorioso reinado.
El Martirologio Romano conmemora al santo Profeta el día
4 de julio. Su sepulcro se muestra en el monte Nebí
Oscha, no lejos de es-Salt (Transjordania). El
Eclesiástico hace de Oseas y de los otros Profetas
Menores este significativo elogio: “Reverdezcan también
en el lugar donde reposan, los huesos de los doce
Profetas; porque ellos consolaron a Jacob, y lo
confortaron con una esperanza cierta” (Eclesiástico 49,
12).
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