Malaquías |
1 | 2 | 3 | 4 |
Malaquías
significa “Mensajero mío” (cf. 3, 1 y nota), o “Ángel del
Señor” (así lo llama la versión griega), y de ahí que
Clemente Alejandrino, Orígenes y otros Padres, a falta de
datos sobre la persona del profeta, lo tomasen por un ser
celestial. Mas tal opinión no se funda en argumento real
alguno; tampoco lo admiten los exégetas modernos. El Targum
de Jonatán dice en cambio que Malaquías era simplemente un
nombre adoptado por el mismo Esdras para escribir la
profecía.
La
serie de los profetas menores se cierra con Malaquías, que
vivió en tiempos de Esdras y Nehemías, casi un siglo después
de los profetas Ageo y Zacarías, cuando el Templo estaba ya
reedificado y se había reanudado el culto. Malaquías sólo
será sucedido, cuatro siglos más tarde, por el Precursor, a
quien él mismo anuncia (como también la vuelta de Elías: cf.
3, 1 y 4, 5 s.), y a quien Jesús había de caracterizar como
el último y mayor profeta del Antiguo Testamento, al decir:
“La Ley y los profetas llegan hasta Juan” (Lucas 16, 16).
Después de recordar, como una sentencia que agrava la culpa
de Israel, cuánto fue el amor de Dios por su pueblo,
Malaquías lucha contra los mismos abusos contra los cuales
se dirigen los libros de Esdras y Nehemías, es decir, la
corrupción de las tribus vueltas de Babilonia. “El estado
moral de los judíos en Palestina se hallaba entonces bien
lejos de ser perfecto. Una profunda depresión se había
producido a este respecto desde los días mejores en que Ageo
y Zacarías promulgaban sus oráculos. Malaquías nos muestra a
la nación teocrática descontenta de su Dios porque tardaban
mucho, según ella, en realizarse las promesas de los
profetas anteriores” (Fillion).
Empieza tratando de los sacerdotes y del culto, por lo cual
reprende a los ministros del Señor que se han olvidado del
carácter sagrado de su cargo (1, 6-2, 9). Predica luego
contra la corrupción de las costumbres en él pueblo (2, 10 -
3, 18), los matrimonios mixtos y los frecuentas divorcios, y
exhorta a pagar escrupulosamente los diezmos.
Al
final anuncia el profeta la segunda venida de Elías como
precursor del gran día del Señor, juntamente con
predicciones mesiánicas muy importantes. Cf. 3, 1; 4, 5-6.
|