EVANGELIO DE N. S. JESUCRISTO SEGÚN SAN MARCOS |
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Nota introductoria
Marcos, que antes se
llamaba Juan, fue hijo de aquella María en cuya casa se
solían reunir los discípulos del Señor (Hch. 12, 12). Es
muy probable que la misma casa sirviera de escenario
para otros acontecimientos sagrados, como la última Cena
y la venida del Espíritu Santo.
Con su primo Bernabé
acompañó Marcos a San Pablo en el primer viaje
apostólico, hasta la ciudad de Perge de Panfilia (Hch.
13, 13). Más tarde, entre los años 61-63, lo encontramos
de nuevo al lado del Apóstol de los gentiles cuando éste
estaba preso en Roma.
San Pedro llama a Marcos su
“hijo” (1 Pe. 5, 13), lo que hace suponer que fue
bautizado por el Príncipe de los Apóstoles. La tradición
más antigua confirma por unanimidad que Marcos en Roma
transmitía a la gente las enseñanzas de su padre
espiritual, escribiendo allí, en los años 50-60, su
Evangelio, que es por consiguiente, el de San Pedro.
El fin que el segundo
Evangelista se propone, es demostrar que Jesucristo es
Hijo de Dios y que todas las cosas de la naturaleza y
aun los demonios le están sujetos. Por lo cual relata
principalmente los milagros y la expulsión de los
espíritus inmundos.
El Evangelio de San Marcos,
el más breve de los cuatro, presenta en forma sintética,
muchos pasajes de los sinópticos, no obstante lo cual
reviste singular interés, porque narra algunos episodios
que le son exclusivos y también por muchos matices
propios, que permiten comprender mejor los demás
Evangelios.
Murió San Marcos en
Alejandría de Egipto, cuya iglesia gobernaba. La ciudad
de Venecia, que lo tiene por patrono, venera su cuerpo
en la catedral.
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