EVANGELIO DE N. S. JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO
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De la vida de San Mateo,
que antes se llamaba Leví, sabemos muy poco. Era
publicano, es decir, recaudador de tributos, en
Cafarnaúm, hasta que un día Jesús lo llamó al
apostolado, diciéndole simplemente: “Sígueme”; y Leví
“levantándose le siguió” (Mt. 9, 9).
Su vida apostólica se
desarrolló primero en Palestina, al lado de los otros
Apóstoles; más tarde predicó probablemente en Etiopía
(África), donde a lo que parece también padeció el
martirio. Su cuerpo se venera en la Catedral de Salerno
(Italia); su fiesta se celebra el 21 de setiembre.
San Mateo fue el primero en
escribir la Buena Nueva en forma de libro, entre los
años 40-50 de la era cristiana. Lo compuso en lengua
aramea o siríaca, para los judíos de Palestina que
usaban aquel idioma. Más tarde este Evangelio, cuyo
texto arameo se ha perdido, fue traducido al griego.
El fin que San Mateo se
propuso fue demostrar que Jesús es el Mesías prometido,
porque en Él se han cumplido los vaticinios de los
Profetas. Para sus lectores inmediatos no había mejor
prueba que ésta, y también nosotros experimentamos, al
leer su Evangelio, la fuerza avasalladora de esa
comprobación.
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