Iglesia Remanente

MATEO 15

   

1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
22 23 24 25 26 27 28

    

Controversias con los fariseos. 1 Entonces se acercaron a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, los cuales le dijeron*: 2 “¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los antepasados?, ¿por qué no se lavan las manos antes de comer?” 3 Él les respondió y dijo: “Y vosotros ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?* 4 Dios ha dicho: “Honra a tu padre y a tu madre”, y: “El que maldice a su padre o a su madre, sea condenado a muerte”*. 5 Vosotros, al contrario, decís*: “Cualquiera que diga a su padre o a su madre: “Es ofrenda (para el Templo) aquello con lo cual yo te podría haber socorrido, 6 –no tendrá que honrar a su padre o a su madre”. Y vosotros habéis anulado la palabra de Dios por vuestra tradición. 7 Hipócritas, con razón Isaías profetizó de vosotros diciendo:

8 “Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está lejos de Mí*. 9 En vano me rinden culto, pues que enseñan doctrinas que son mandamientos de hombres”.

10 Y habiendo llamado a la multitud, les dijo: “¡Oíd y entended! 11 No lo que entra en la boca mancha al hombre; sino lo que sale de la boca, eso mancha al hombre”. 12 Entonces sus discípulos vinieron a Él y le dijeron: “¿Sabes que los fariseos, al oír aquel dicho, se escandalizaron?” 13 Les respondió: “Toda planta que no haya plantado mi Padre Celestial, será arrancada*. 14 Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Si un ciego guía a otro ciego, caerán los dos en el hoyo”. 15 Pedro, entonces, le respondió y dijo: “Explícanos esa parábola”. 16 Y dijo Jesús: “¿Todavía estáis vosotros también faltos de entendimiento? 17 ¿No sabéis que todo lo que entra en la boca, pasa al vientre y se echa en lugar aparte? 18 Pero lo que sale de la boca, viene del corazón, y eso mancha al hombre. 19 Porque del corazón salen pensamientos malos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. 20 He aquí lo que mancha al hombre; mas el comer sin lavarse las manos, no mancha al hombre”.

 

La cananea. 21 Partiendo de este lugar, se retiró Jesús a la región de Tiro y de Sidón. 22 Y he ahí que una mujer cananea venida de ese territorio, dio voces diciendo: “¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija está atormentada por un demonio”. 23 Pero Él no le respondió nada. Entonces los discípulos, acercándose, le rogaron: “Despídela, porque nos persigue con sus gritos”. 24 Mas Él respondió y dijo: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”*. 25 Ella, no obstante, vino a prosternarse delante de Él y dijo: “¡Señor, socórreme!” 26 Mas Él respondió: “No está bien tomar el pan de los hijos para echarlo a los perros”. 27 Y ella dijo: “Sí, Señor, pero los perritos también comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños”. 28 Entonces Jesús respondiendo le dijo: “Oh mujer, grande es tu fe; hágasete como quieres”. Y su hija quedó sana, desde aquel momento.

29 Partiendo de allí, Jesús llegó al mar de Galilea, subió a la montaña y se sentó. 30 Y vinieron a Él turbas numerosas, llevando cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros, y los pusieron a sus pies, y Él los sanó*. 31 De modo que el gentío estaba maravillado al ver los mudos hablando, sanos los lisiados, cojos que caminaban, ciegos que veían; y glorificaba al Dios de Israel.

 

Segunda multiplicación de los panes. 32 Entonces, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima de estas gentes, porque hace ya tres días que no se apartan de Mí, y ya no tienen qué comer. No quiero despedirlas en ayunas, no sea que les falten las fuerzas en el camino”. 33 Los discípulos le dijeron: “¿De dónde procurarnos en este desierto pan suficiente para saciar a una multitud como ésta?” 34 Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?” Respondieron: “Siete, y algunos pececillos”. 35 Entonces mandó a la gente acomodarse en tierra. 36 Luego tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos, y los discípulos a la gente. 37 Y todos comieron y se saciaron, y levantaron lo sobrante de los pedazos, siete canastos llenos. 38 Y los que comieron eran como cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños. 39 Después que despidió a la muchedumbre, se embarcó, y vino al territorio de Magadán*.



1 ss. Véase el pasaje paralelo en Mc. 7, 1-23.

5. Los fariseos pretendían que sus ofrendas dadas al Templo los librasen de cuidar de sus padres, siendo que ante Dios esto constituía otra obligación distinta y no menos grave que aquélla, según el cuarto mandamiento. Cf. Mc. 7, 10 ss.

24. Con la aparente dureza de su respuesta, el Señor prueba la fe de la cananea, mostrando a la vez que su misión se limita a los judíos: cf. 10, 6 y nota. Pronto veremos que el lenguaje del Maestro pasa a la mayor dulzura, haciendo un admirable elogio de aquella mujer, cuya fe había querido probar. Cf. 1 Pe. 1, 7.

39. Magadán, situada, según San Jerónimo, al este del mar de Galilea; según otros, al norte de Tiberíades, o sea en la orilla N. O. del Lago.