MATEO 19 |
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IV. MINISTERIO DE JESÚS
EN JUDEA
(19, 1 - 25, 46)
Indisolubilidad del matrimonio.
1 Cuando Jesús
hubo acabado estos discursos partió de Galilea, y fue al
territorio de Judea, más allá del Jordán.
2 Le siguieron muchas gentes, y las sanó allí.
3 Entonces, algunos fariseos, queriendo tentarlo, se acercaron a Él y le
dijeron: “¿Es permitido al hombre repudiar a su mujer
por cualquier causa?”
4 Él respondió y dijo: “¿No habéis leído que el Creador, desde el
principio, varón y mujer los hizo?”*
5 y dijo: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá
a su mujer, y serán los dos una sola carne”.
6 “De modo que
ya no son dos, sino una carne. ¡Pues bien! ¡Lo que Dios
juntó, el hombre no lo separe!”
7 Dijéronle: “Entonces ¿por qué Moisés prescribió dar
libelo de repudio y despacharla?”
8 Respondióles: “A causa de la dureza de vuestros
corazones, os permitió Moisés repudiar a vuestras
mujeres; pero al principio no fue así.
9 Mas Yo os digo, quien repudia a su mujer salvo el
caso de adulterio, y se casa con otra, comete adulterio,
y el que se casa con una repudiada, comete adulterio”.
10 Dijéronle sus discípulos: “Si tal es la condición
del hombre con la mujer, no conviene casarse”.
11 Pero Él les
respondió: “No todos pueden comprender esta palabra,
sino solamente aquellos a quienes es dado.
12 Porque hay eunucos que nacieron así del seno
materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay
eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el reino
de los cielos. El que pueda entender, entienda”*.
Privilegios de los niños.
13 Entonces le fueron presentados unos niños para que
pusiese las manos sobre ellos, y orase (por
ellos); pero los discípulos los reprendieron.
14 Mas Jesús les
dijo: “Dejad a los niños venir a Mí, y no se lo
impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos”*.
15 Y les impuso las manos y después partió de allí.
El joven rico.
16 Y he ahí que uno, acercándose a Él, le preguntó:
“Maestro, ¿qué de bueno he de hacer para obtener la vida
eterna?”*
17 Respondióle:
“¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es
el bueno. Mas, si quieres entrar en la vida, observa los
mandamientos”.
18 “¿Cuáles?”, le replicó. Jesús le dijo: “No matarás; no cometerás
adulterio; no robarás; no darás falso testimonio;
19 honra a tu
padre y a tu madre, y: amarás a tu prójimo como a ti
mismo”.
20 Díjole entonces el joven: “Todo esto he observado; ¿qué me falta aún?”
21 Jesús le contestó: “Si quieres ser perfecto, vete a
vender lo que posees, y dalo a los pobres, y tendrás un
tesoro en el cielo; y ven, sígueme”.
22 Al oír esta palabra, el joven se fue triste, porque
tenía grandes bienes.
Peligros de las riquezas.
23 Después dijo Jesús a sus discípulos: “En verdad, os
digo: Un rico difícilmente entrará en el reino de los
cielos.
24 Y vuelvo a deciros que más fácil es a un camello pasar por el ojo de
una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”.
25 Al oír esto, los discípulos se asombraron en gran manera y le dijeron:
“¿Quién pues podrá salvarse?”
26 Mas Jesús,
fijando los ojos en ellos, les dijo: “Para los hombres
eso es imposible, mas para Dios todo es posible”*.
Recompensa del seguimiento de
Jesús.
27 Entonces Pedro
respondió diciéndole: “Tú lo ves, nosotros hemos dejado
todo, y te hemos seguido; ¿qué nos espera?”
28 Jesús les dijo: “En verdad os digo, vosotros que me
habéis seguido, en la regeneración*,
cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono
glorioso, os sentaréis, vosotros también, sobre doce
tronos, y juzgaréis a las doce tribus de Israel.
29 Y todo el que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o mujer,
o hijos, o campos por causa de mi nombre*,
recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna.
30 Y muchos primeros serán postreros, y (muchos) postreros, primeros”.
4 ss. Véase Gn.
1, 27; 2,
24; 1 Co. 6, 16; 7, 10; Ef. 5, 31; Dt. 24, 1-4;
Mt. 5, 31 y nota.
12. La
virginidad
es el camino
más perfecto, pero no todos son llamados a él,
porque no somos capaces de seguirlo sin una
asistencia especial de la gracia divina. Véase 1
Co. 7, 5.
14. Muchas
veces nos exhorta Jesús a la
infancia espiritual, porque ella es el camino único para llegar a Él
(18, 3). Santa Teresa del Niño Jesús extrajo
esta espiritualidad como esencia del Evangelio y
Benedicto XV la llama “el secreto de la
santidad”.
16 ss. Véase
Lc. 18, 18 ss. y notas.
Acerca de lo bueno; en S. Lucas:
¿Por qué me llamas bueno? En ambos casos Él nos enseña que la bondad
no es algo en sí misma, como norma abstracta,
sino que la única fuente y razón de todo bien es
Dios y lo bueno no es tal en cuanto llena tal o
cual condición, sino en cuanto coincide con lo
que quiere el divino Padre (cf. Sal. 147, 9 y
nota). “Alejémonos hermanos queridísimos, de
esos innovadores que no llamaré dialécticos sino
heréticos, que en su extrema impiedad sostienen
que la bondad por la cual Dios es bueno, no es
Dios mismo. Él es Dios, dicen, por la divinidad,
pero la divinidad no es el mismo Dios. ¿Tal vez
es ella tan grande que no se digna ser Dios, ya
que es ella quien lo hace a Dios?” (S.
Bernardo).
26.
Para Dios todo es
posible:
¡Qué inmenso
consuelo para cuantos sentimos nuestra
indignidad! Notemos que no dice esto el Señor
aludiendo a la omnipotencia que Dios tiene como
Autor y Dueño de la creación, sino a su
omnipotencia para dar la gracia y salvar a quien
Él quiera, según su santísima voluntad. ¡Qué
felicidad la nuestra al saber que esa voluntad
es la de “un Padre dominado por el amor”! (Pío
XII). Cf. Rm. 9, 15 ss.
28.
En la
regeneración: esto es, en la resurrección;
según S. Crisóstomo, en la regeneración y
renovación del mundo en el día del Juicio. Cf.
Lc. 22, 30; Jn. 5, 24; Hch. 3, 21; Rm. 8, 19
ss.; 1 Co. 6, 2 s.; 2 Pe. 2, 4; Jud. 14; Ap. 20,
4; 21, 1 y notas.
Doce
tronos: en Lc. 22, 28, no se fija el número.
29. Véase Mc. 10,
30. Como se ve, estas recompensas
extraordinarias no son prometidas, como a veces
se cree, por toda obra de misericordia, sino
para los que se entregan plenamente a
Jesús, dentro de la vida religiosa o aún fuera de ella. Cf. Lc. 18,
29 s.
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