Salmo 6 |
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Oración de un penitente
1*Al maestro de canto. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo de
David.
2*Yahvé,
no quieras argüirme en tu ira,
ni corregirme en tu furor.
3Ten
misericordia de mí, oh Yahvé,
porque soy débil;
sáname, porque hasta mis huesos se sacuden
4*y
mi alma está en el colmo de la turbación;
mas Tú, Yahvé ¿hasta cuándo?
5Vuélvete,
oh Yahvé, libra mi alma;
sálvame por tu misericordia,
6*porque
en la muerte
no hay quien se acuerde de Ti;
¿quién te alaba en el sepulcro?
7Me
hallo extenuado de tanto gemir,
cada noche inundo en llanto mi almohada,
y riego con mis lágrimas el lecho.
8A
causa de todos mis enemigos,
van mis ojos apagándose de tristeza,
y envejecen.
9*Apartaos
de mí todos
los que obráis la iniquidad;
pues Yahvé ha oído la voz de mi llanto.
10Yahvé
escuchó mi demanda,
Yahvé aceptó mi oración.
11Mis
enemigos todos quedarán sonrojados
y llenos de vergüenza;
huirán súbitamente confundidos.
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1. Este Salmo es el primero de los siete que se
llaman penitenciales, o sea, de arrepentimiento
(Salmos 6, 31, 37, 50, 101, 129, 142), porque
son la expresión más viva de un alma que se
siente culpable y pide al Señor perdón, confiada
en Su infalible misericordia. Cf. Salmo 50 y
notas. En
octava: quiere decir, según el Targum, para
la cítara de ocho cuerdas.
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2. Expresión usada igualmente al comienzo del
Salmo 37. Muestra la conciencia humilde de
quien, sabiéndose incapaz de afrontar un juicio
justiciero, no pierde sin embargo la esperanza,
porque conoce el Corazón de Dios. Y muestra
también que este verdadero Padre no es
insensible, como podría suponerlo una fría
concepción abstracta del infinito (Salmo 147, 9
y nota), sino que, habiéndonos hecho a imagen
Suya, nos mandó luego a Jesús, que es su vivo
retrato (Hebreos 1, 3), para que, por los
afectos del Hijo en su Humanidad Santísima,
conociésemos palpablemente el Corazón amante y
misericordioso de Dios Padre (cf. Lucas 15, 20;
Juan 11, 33 ss.) que ya el Antiguo Testamento
nos anticipaba. Cf. Salmo 102, 13 y nota.
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4. ¿Hasta
cuándo? es decir: ¿Hasta cuándo me
afligirás? Es la apremiante súplica de la
confianza filial.
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6. En el
sepulcro: Hebreo:
en el
scheol (cf. Job 19, 21 ss.). No se trata del
infierno en el sentido cristiano, sino sólo del
lugar de los muertos (Simón-Prado). Los
israelitas no conocían las verdades del
Evangelio que arrojan plena luz sobre el más
allá, y consideraban que los difuntos aguardaban
en ese lugar triste y oscuro en espera de la
resurrección (cf. Job 19, 25). Sólo la secta
herética de los saduceos negaba este dogma
(Lucas 20, 27); Hechos 23, 8). Nótese la razón
que alega el salmista: los muertos no pueden ya
alabar a Dios, idea muy frecuente en los libros
del Antiguo Testamento (Salmos 29, 10; 87, 12;
113, 17; 114, 9; 145, 4; Eclesiástico 17, 25
s.).
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9 s. Con súbita explosión de júbilo repite por
tres veces que Dios lo ha escuchado.
Apartaos,
etc. Jesús aplica estas mismas palabras en Lucas
13, 27, contra los que practican una vacua
piedad exterior. Véase allí la nota.
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