Salmo 127 |
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* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)
El justo bendecido en su hogar
1*Cántico gradual.
Dichoso tú que temes a Yahvé,
que andas en sus caminos.
2Pues
comerás del trabajo de tus manos;
serás bendito, te irá bien:
3tu
esposa, parra fecunda
en el interior de tu casa;
tus hijos, retoños de olivo
alrededor de tu mesa.
4Así
será bendecido el hombre
que teme a Yahvé.
5*Te
bendiga Yahvé desde Sión,
para que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
6para
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz sobre Israel!
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1. Este Salmo litúrgico, que es un eco del
anterior, pinta, como el Libro de Tobías, la
tranquila felicidad del creyente humilde que
vive del trabajo de sus manos y la dicha de la
madre rodeada de sanos y buenos hijos. De ahí
que la Liturgia lo use en la misa de esponsales.
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5 s. En este final parece que David sigue
hablando y aconsejando a su hijo Salomón (cf.
Salmo 126, 3 ss. y nota) y le hace entrever
proféticamente, como Tobías a su hijo (Tobías
13, 11 ss.; 14, S ss.), la paz futura en el
reino mesiánico (cf. Salmo 71, 7 y nota). La
prosperidad y la paz de la patria, la felicidad
familiar y una larga vida eran los anhelos del
piadoso israelita, “ante cuyos ojos no se
desplegaban aún, sino en la confusa lejanía de
la era mesiánica, las magnificencias del Reino
de Dios” (Prado).
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