Salmo 55 |
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Si Dios conmigo, ¿quién contra mí?
1*Al maestro de coro. Por el tono “Paloma silenciosa de la lejanía”. De
David. Miktam. Cuando lo prendieron los filisteos en
Qat.
2Apiádate
de mí, oh Dios,
porque el hombre me pisotea,
me oprime con su ataque incesante.
3Todo
el día
tratan mis enemigos de devorarme,
y son muchos
los que me combaten... Oh Altísimo,
4*el
día en que me invada el temor,
confiaré en Ti.
5*Me
gloriaré en la promesa de Dios,
confiado en Dios no temo.
¿Qué podrá contra mí un hombre de carne?
6Siempre
toman a mal mis palabras,
todos sus pensamientos son para mi daño.
7*Se
conjuran, ponen asechanzas,
observan mis pasos,
buscando cómo quitarme la vida.
8*Devuélveles
otro tanto por su iniquidad;
oh Dios, abate los pueblos en tu ira.
9*Tú
cuentas los pasos de mi vida errante;
recoges mis lágrimas en tu redoma.
¿No están acaso escritos en tu libro?
10*Así
pues mis enemigos retrocederán;
cada vez que apelo a Ti
conozco que Dios está conmigo.
11Me
gloriaré en la promesa de Dios,
12confiado
en Dios no temo.
¿Qué podrá contra mí
un hombre de carne?
13*Te
debo, oh Dios,
los votos que te hice;
te ofreceré sacrificios de alabanza.
14*Pues
Tú has librado
mi vida de la muerte,
y mis pies de la caída,
para que ande yo ante la faz de Dios
en la luz de los vivientes.
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1. El epígrafe indica probablemente el poético
nombre de una canción que se traduce también:
“Paloma de
los lejanos terebintos” (Jonat élem
rehoquim). y haría pensar en las nostalgias
espirituales del Cantar. Contiene este Salmo la
súplica —pronto seguida por la ardiente
gratitud— de David, cuando los filisteos de Gat
lo prendieron (I Reyes 21, 10-15). El rey se
hallaba escondido en el país de los filisteos,
donde su único consuelo era su arpa, en cuyas
cuerdas traducía las angustias de su alma
afligida. Como observa Calès, nada hay que
contradiga el título que atribuye el Salmo a
David como tantos otros de esta colección
elohística, aún algunos de los atribuidos a los
coreítas (cf. Salmos 41, 1; 44, 1 y nota). Sobre
Miktam véase Salmo 15, 1 y nota. Los Santos
Padres reconocen en este Salmo los sentimientos
de Cristo en el tiempo de su Pasión.
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4. Texto inseguro. Algunos traducen a la
inversa:
pero lejos de mí el temor (Rembold). Otros
suprimen la parte corrompida del texto y dejan
simplemente, como Ubach:
“Cuando
temo, en Vos confío”. Esta confesión de
miedo, propia de un niño (cf. Salmo 54, 18 y
nota), es sumamente agradable al Padre celestial
y constituye una característica de la sublime
espiritualidad de David en su trato con Dios, lo
que no le impidió por cierto ser un héroe
invicto en las batallas, porque la mano de su
Dios lo sostenía precisamente a causa de esa
humildad infantil (Mateo 18, 3 s.). Lo mismo
ocurrió a Jacob (Génesis 32, 7) en vísperas de
luchar con un ángel y vencerlo (ibíd. 22 ss.), y
a Elías que, después de huir de miedo al rey
Acab (III Reyes 19, 3), le hace frente con gran
valor en cuanto Dios lo conforta (III Reyes 21,
17 ss.).
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5. Se repite en el versículo 11 como estribillo.
Me
gloriaré, esto es: aun celebraré el
cumplimiento de las promesas de Dios (como en
Salmos 41, 6 y 12 y 42, 5). Con gran confianza
puesta en Dios, el santo rey prorrumpe dos veces
en alabanzas anticipadas, como Jesús en Juan 11,
41 s. Tal confianza es una de las más preciosas
lecciones que hemos de aprender en los Salmos.
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7. Espiando para ver si hallan de qué acusarme:
es la actitud de los fariseos con Jesús (Mateo
22, 15; Lucas 11, 54; 20, 20; Marcos 12, 13) y
la actitud del mundo con los amigos de Dios
(Eclesiástico 27, 26; Jeremías 18, 22). Véase la
advertencia que el Señor nos hace en Juan 15,
20. Cf. Salmo 16, 11.
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8. Texto incierto.
Abate los pueblos: así la mayoría. Otros vierten simplemente:
abátelos.
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9. ¿No parece una audacia de David el creer que
el Señor Dios se toma semejante trabajo? Pues
tal es la fe que agrada a Dios y Jesús nos
enseña más aún: que los cabellos de nuestra
cabeza están todos contados por su Padre (Lucas
12, 7; 21, 18). En Cantar de los Cantares 2, 7
vemos que el Amado está siempre vuelto hacia
nuestra alma, como no pudiendo pensar más que en
ella. “En
tu libro”: Así se nos enseña en Salmo 138,
16, que es un himno a la omnisciencia del Padre
celestial.
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10. Así también Calès. Otros vierten,
entonces
retrocederán mis enemigos el día que yo te
invocare: en esto conozco, etc. (cf. Salmo
40, 12). Preferimos aquí la versión que coincide
con la Vulgata y que augura ya la consoladora
experiencia interior de que habla el Apóstol en
Romanos 8, 16. San Agustín, comentando el texto
de la Vulgata, llama gran ciencia a este saber
que Dios es tuyo, tuyo siempre que no estás
lejos de Él, o sea que no le huyes tú porque
quieres. ¡La amistad no se interrumpe nunca por
causa de Él! (cf. Juan 6, 37). De esta certeza
de tener a Dios consigo viene, claro está, la
seguridad de que los enemigos retrocederán. Es
lo que dice San Pablo: “Si Dios está con
nosotros ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8,
31).
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13. Sobre
sacrificios de alabanza, véase Salmo 49, 23
y nota.
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14. Tú has
librado... mis pies de la caída: Mucho nos
importa recordar esto, pues nadie puede librarse
de pecar sino por la gracia divina. Cf. Salmo
50, 7 y nota; Romanos 14, 4; 16, 25; Santiago 1,
21; Judas 24.
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