Salmo 130 |
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Infancia espiritual
1*Cántico gradual. De David.
Yahvé, mi corazón (ya) no se engríe
ni son altaneros mis ojos.
No ando tras de grandezas
ni en planes muy difíciles para mí;
2*lejos
de eso, he hecho a mi alma
quieta y apaciguada
como un niño que se recuesta
sobre el pecho de su madre;
como ese niño, está mi alma en mí.
3*Oh
Israel, espera en Yahvé,
desde ahora y para siempre.
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1. Plegaria del alma humilde, que descansa
tranquila en Dios y le tributa con esa confianza
la gloria debida a su bondad paternal (cf. S-
146, 11). Es el Salmo de la infancia espiritual,
muy propio de David, que figura como autor y
que, aunque algunos le disputan esta paternidad
porque su nombre falta en ciertos manuscritos,
nos da en su vida y en su poema tantas pruebas
de ese espíritu (cf. I Reyes 17, 38-40; II Reyes
6, 21 s.; 22, 22 s., etc.).
Ya no se
engríe: El ya parece necesario para acentuar
que la humildad no nace con el hombre y que,
como han notado muchos expositores, se nos da
aquí la voz de la experiencia “contra el orgullo
personal y contra las ambiciones nacionales”
(Sánchez Ruiz) y se extiende a todo Israel
(versículo 3). Vemos así que al renunciar
sabiamente a la presunción por las cosas
grandiosas o difíciles para la propia capacidad,
se refiere a todas esas que Salomón llamó
“vanidad de vanidades” y “correr tras el viento”
(Eclesiástico 1, 2 y passim) y no al
conocimiento de Dios en el cual David sobrepujó
a sus maestros (Salmo 118, 99 s.) Esa sabiduría
“en la cual consiste la vida eterna” (Juan 17, 3
y 17) se da precisamente a los pequeños (Lucas
10, 21), de modo que no hay presunción en
ambicionarla. Cf. Mateo 5, 8 y nota de San
Agustín.
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2. Es la paz envidiable del humilde. En la
Vulgata el sentido es a la inversa, como una
imprecación: Si en mi orgullo pretendiese que
puedo bastarme a mí mismo y prescindir de Ti,
merecería que me abandones como un niño a quien
la madre quitase el pecho, para que yo vea que
sin Ti no soy más que impotencia.
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3. Es como un eco —quizá continuación— del Salmo
129, 6. Se extienden así a todo Israel los
sentimientos del salmista, como en los Salmos
101, 105, etc.
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