Salmo 20 |
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Acción de gracias por la victoria del Rey
1*Al maestro de coro. Salmo de David.
2Oh
Yahvé, de tu poder se goza el rey,
y está lleno de alegría por tu auxilio.
3Cumpliste
el anhelo de su corazón,
y no frustraste
la petición de sus labios.
4Lo
previniste con faustas bendiciones,
corona de oro puro pusiste en su cabeza.
5*Te
pidió la vida
y le has dado días
que durarán por los siglos de los siglos.
6*Gracias
a tu socorro
es grande su gloria;
lo colmaste de honor
y de magnificencia.
7*Porque
has hecho
que él sea una bendición
para siempre,
y lo has llenado de alegría
con el gozo de tu vista.
8Pues
el rey confía en Yahvé,
y merced al Altísimo
no será conmovido.
9Descargue
tu mano
sobre todos tus enemigos;
alcance tu diestra
a los que te aborrecen.
10*Cuando
tu rostro aparezca
los pondrás como en un horno encendido.
El Señor los destruirá en su ira,
y el fuego los devorará.
11Quita
de la tierra su descendencia,
y su raza de entre los hijos de los hombres.
12Y
si dirigen sus malas artes contra Ti
y maquinan insidias, nada podrán.
13Porque
Tú los pondrás en fuga
al dirigir tu arco hacia su rostro.
14*Levántate,
Yahvé, en tu poderío,
y con salmos celebraremos tus hazañas.
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1. Según la opinión común, este Salmo es como la
segunda parte del precedente, formando la acción
de gracias después de la derrota de los
enemigos. En sentido típico debemos ver en este
rey a Cristo, según resulta de los versículos 5,
7, y 10.
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5. Solamente en Cristo “el Hijo de David” ha de
cumplirse la promesa de la duración eterna de la
casa de David. El mismo sentido se desprende del
versículo 7.
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6. Este versículo como los anteriores, contiene
el verdadero elogio de todo hombre santo, amigo
de Dios. Por eso son muy usados en la Liturgia.
En ellos no se alaban virtudes propias de hombre
alguno, sino las maravillas que la gracia obra
en nosotros (Eclesiástico 15, 5 y nota). Lo
vemos en el lenguaje del Ángel con María, reina
de todos los santos, al felicitarla por haber
hallado gracia ante Dios (Lucas 1, 28 y nota). A
Él hemos de admirar en sus santos (Salmo 67, 36
según la Vulgata), y por eso ellos se ocultaron
a sí mismos para no robarle al Padre la gloria
(Isaías 42, 8; 48, 11; I Timoteo 1, 17). No otra
cosa hizo el mismo Jesús adorando constantemente
al Padre, atribuyéndole todas las obras que Él
hacía y repitiéndonos expresamente que Él no
buscaba su gloria (Juan 8, 50) sino la del Padre
que lo envió (Juan 7, 18).
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7. Con el
gozo de tu vista: Véase Salmo 16, 15 y nota.
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10. Como
en un horno encendido: Manifiesta el rápido
exterminio de los enemigos en el gran día de la
venganza que sucederá al de la misericordia, aun
presente para nosotros (Isaías 61, 2; Malaquías
4, 1 ss.).
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14. Fillion comenta este final diciendo: “Israel
será colmado de felicidad al celebrar para
siempre estas manifestaciones del divino Poder.”
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