Salmo 108 |
|
* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)
Oración imprecatoria contra los maldicientes
1*Al maestro de coro. De David. Salmo.
Oh Dios, Gloria mía, no enmudezcas,
2porque
bocas impías y dolosas
se han abierto contra mí
y me hablan con lengua pérfida.
3*Me
asedian con odiosos discursos,
me combaten sin motivo.
4*Por
lo que me debieran amar, me acusan,
y yo hago oración.
5*Me
devuelven mal por bien,
y odio a cambio de mi amor.
6*Ponlo
bajo la mano de un impío,
con el acusador a su derecha.
7*Cuando
se le juzgue, salga condenado,
y su oración sea pecado.
8*Acórtense
sus días,
y otro reciba su ministerio.
9Que
sus hijos queden huérfanos
y viuda su mujer.
10Anden
sus hijos mendigando, errantes,
arrojados de sus casas destruidas.
11El
usurero aseche todos sus bienes,
y sea presa de los extraños
el fruto de su trabajo.
12Nadie
le muestre misericordia
y ninguno se compadezca de sus huérfanos.
13Sea
su posteridad entregada al exterminio,
extíngase su nombre
en la primera generación.
14*La
culpa de sus padres
sea recordada [por Yahvé],
y el pecado de su madre no se borre.
15Estén
siempre ante los ojos de Yahvé,
para que Él quite de la tierra su memoria;
16*pues
no pensó en usar de misericordia,
sino que persiguió al infortunado, al pobre,
al afligido de corazón,
para darle el golpe de muerte.
17*Amó
la maldición. ¡Cáigale encima!
No quiso la bendición. ¡Apártese de él!
18Se
revistió de maldición como de una túnica;
y le penetró como agua en sus entrañas,
y como aceite en sus huesos.
19Séale
como manto que lo cubra,
y como cinto con que siempre se ciña.
20*Tal
pago tengan [de Yahvé]
los que me acusan
y los que profieren maldiciones contra mí.
21*Mas
Tú, Yahvé, Señor mío, haz conmigo
según la gloria de tu Nombre;
sálvame,
pues tu bondad es misericordiosa.
22*Porque
yo soy un infortunado y pobre,
y llevo en mí el corazón herido.
23Como
sombra que declina,
me voy desvaneciendo;
soy arrojado como la langosta.
24Mis
rodillas vacilan,
debilitadas por el ayuno,
y mi carne, enflaquecida, desfallece.
25Y
he venido a ser el escarnio de ellos;
me miran, y hacen meneos de cabeza.
28Ayúdame,
Yahvé, Dios mío,
sálvame conforme a tu misericordia.
27Y
sepan que aquí está tu mano,
y que eres Tú, Yahvé, quien lo ha hecho.
28*Que
ellos maldigan, pero Tú bendíceme.
Véanse confundidos
los que contra mí se levantan,
mas alégrese tu siervo.
29Sean
cubiertos de ignominia
los que me acusan,
y envueltos en su confusión
como en un manto.
30*Mi
boca rebosará de alabanzas a Yahvé;
en medio de la gran multitud
cantaré sus glorias;
31*porque
Él se mantuvo
a la derecha de este pobre
para salvarlo de sus jueces.
*
1. Es uno —quizá el más característico— de los
Salmos imprecatorios (cf. Salmos 34, 4 ss.; 68,
23-29; 136, 7 ss.). Escrito por David, muy
probablemente cuando la traición de Aquitófel
(II Reyes 15, 12 y sigs.), figura de Judas
(Salmos 40, 10; 54, 14 ss.), es evidente su
alcance mesiánico, al menos en sentido típico,
pues recuerda fuertemente, en algunos pasajes,
la Pasión de Cristo, y San Pedro Io cita como
alusivo al Iscariote (Hechos 1, 16 ss.). La
sabiduría de Dios, que siempre es misteriosa
(Salmo 50, 8; I Corintios 2, 7 ss.), nos ofrece
aquí un contraste estupendo entre la ira divina
(versículos 6-19) y su suavidad inefable
(versículos 21 ss.), y nos muestra, en el
versículo 20, que el rey profiere esas
imprecaciones hablando en la santa presencia del
Señor, no como hombre que maldice a otro (Job
31, 30; Salmo 58, 13), sino como profeta que
anuncia de parte de Dios (versículo 27) las
venganzas (Salmos 57, 11 s.; 65, 5 y 93, 1 ss. y
notas) que su amor tomará por sus amigos
calumniados (Sto. Tomás). Así también habla
Cristo en el Salmo 68, lo cual no le impidió
rogar en la Cruz por sus enemigos. Cf. Mateo 5,
11 s.; Proverbios 25, 21 citado por Romanos 12,
20. Gloria mía (cf. Salmo 105, 20). Según otros, en perífrasis:
objeto de
mi alabanza. Tal es aproximadamente el
sentido según los LXX: que Dios no quede
silencioso ante la alabanza que le tributa el
salmista. La Vulgata pone:
no calles
mi alabanza, evidente error de copista, pues
no es Dios quien alaba al hombre, y bien lo
sabía el humildísimo David.
*
3 s. Sin
motivo: Es lo que caracteriza la suprema
iniquidad cometida con Jesús. Cf. Salmos 24, 19;
34, 19; 68, 5; Juan 15, 25.
*
4. Por lo
que me debieran amar: Así también Rembold,
concordando con LXX y Vulgata:
en vez de
amarme. Según el Texto Masorético sería:
a cambio
de mi amor, lo cual está dicho ya en el
versículo 5.
Me acusan:
literalmente:
hacen
conmigo obra de Satán (cf. versículo 6 y
nota).
Hago oración: El hebreo termina con
elocuente brevedad:
Y yo: oración (cf. 119, 7).
*
5. En boca de Jesús es una queja infinitamente
desgarradora. David, que en su medida sufrió
también de calumnias e ingratitudes, “nos
aparece en todo este pasaje manifiestamente como
tipo de Jesucristo” (Fillion).
*
6. El
acusador: Tal es el sentido de la palabra
hebrea:
Satán, equivalente a la griega:
diábolos
o diablo (cf. Apocalipsis 12, 10). ¡No puede
pintarse situación más dramática para un reo!
Cf. Salmo 93, 20 y nota.
*
7. Su
oración sea pecado. Cf. Isaías 1, 13;
Malaquías 1, 7-9. Véase versículo 17 y nota.
*
8. Citado por San Pedro cuando los apóstoles
eligieron a San Matías en el lugar dejado por el
traidor Judas (Hechos 1, 16 ss.).
Ministerio: La Vulgata vierte
episcopatum, en el sentido de función.
*
14 ss. Las palabras entre corchetes ya están en
el versículo 15 y son sin duda una glosa, pues
no figuran en el Siríaco.
La culpa
de sus padres: “Todo el que imita la maldad
de su perverso padre se hace reo también de los
pecados de éste; mas el que no sigue la maldad
del padre, de ningún modo será gravado por su
delito” (San Gregorio). El Catecismo Romano
(III, 2, 36) citando a Éxodo 20, 5 s. manda a
los párrocos recordar a los fieles “cuánto
sobrepuja la bondad y misericordia de Dios a la
justicia, pues, airándose hasta la tercera y
cuarta generación, extiende hasta millares la
misericordia”. Algunos intérpretes, fundados en
Ezequiel 18, 20 y Génesis 8, 21, etc., traducen
Éxodo 20, 5 en el sentido de que Dios tiene en
cuenta la mala herencia de esos hijos, para
hacerles mayor misericordia (cf. Mateo 9, 11;
18, 13; Lucas 7, 43; 12, 48). Cf. Ezequiel 18, 4
y nota.
*
16. Claramente se indica la causa de tantas
maldiciones: la falta de misericordia (cf. Oseas
6, 6; Mateo 9, 13; 12, 7). Porque la caridad,
origen de tantos bienes, no es sólo un mérito:
es una obligación (Lucas 6, 27-38), y su falta
acarrea todos los males, hasta la condenación a
la gehena eterna (Mateo 25, 34-45).
*
17. Así como las bendiciones que damos vuelven a
nosotros (Lucas 10, 6), así las maldiciones caen
sobre la propia cabeza. Véase versículo 7 y
nota, y la terrible imprecación a los sacerdotes
en Malaquías 2, 1-3.
*
20. Véase versículo 1 y nota. Algunos suprimen:
de Yahvé,
por razones rítmicas, considerándolo una glosa
como en el versículo 14.
*
21 s. Aquí, como en Salmo 68, 30 ss., en cuanto
David aparta los ojos de la maldad que
condenaba, vuelve instantáneamente a la
exquisita y confiada humildad de un niño, la
cual es siempre el sello de su oración, anticipo
de la de Cristo (cf. Salmos 85, 1; 114, 1 y
notas, etc.). Un moderno estudioso de los Salmos
señala acertadamente que tanto las anteriores
imprecaciones como las del Salmo 68 son de David
y nadie podría atreverse a afirmar que él habría
tomado esas ni otras venganzas de sus enemigos
si los hubiese tenido a mano, pues bien demostró
él todo lo contrario en la misericordia con que
trató a su gran perseguidor Saúl cuando estuvo a
merced suya (I Reyes 24, 1 ss. y notas), no
obstante las grandes pruebas de paciencia a que
éste lo tenía sometido (cf. Salmo 56, 1 ss. y
notas). Cf. también la conducta de David en
Salmo 7, 5.
*
22 ss.
Infortunado, etc.: Tal como el que pinta el
versículo 16. El honor de Yahvé, que Él cifra en
ser misericordioso (cf. Efesios 1, 6 y nota),
está en que Él libre al débil del prepotente
(cf. Salmo 71, 4). Así será para Él toda la
gloria (versículo 27). Cf. Salmo 85, 17.
*
28. Recordemos, como un escudo invencible, esta
fórmula, que encierra la plenitud del espíritu
evangélico. ¿Qué puede importarnos la maldición
del mundo, si Él está contento? Jesús llega a
decir que en estos casos nos pongamos a saltar
de gozo, y nos equipara a los profetas. Cf.
Mateo 5, 11 s.; Lucas 6, 22 ss.; Salmo 50, 14;
Romanos 8, 31.
*
30. Una vez más, vemos el valor de la alabanza
como instrumento de gratitud (Salmos 49, 14;
106, 22), en contraste con la mala lengua (cf.
Santiago 3, 1 ss.).
*
31. “A la
derecha”: Como su abogado defensor en el
juicio (cf. I Juan 2, 1). Nótese la oposición
con el versículo 6. San Agustín dice aquí:
“Satán se coloca al lado de Judas, que ambicionó
acumular riquezas; ¡en cambio, junto al pobre
está Dios! Él es la riqueza del pobre.”
|