Salmo 49 |
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El obsequio grato a Dios
1*Salmo de Asaf.
El Señor Dios habló
y convocó a la tierra,
desde el sol naciente hasta su ocaso.
2Desde
Sión en plena belleza
aparece radiante Dios;
3*viene
el Dios nuestro, y no en silencio;
un fuego devorador le precede
y en torno suyo ruge la tempestad.
4*Llama
a los cielos de arriba y a la tierra,
dispuesto a hacer juicio sobre su pueblo:
5
“¡Congregadme a los piadosos,
los que han hecho alianza conmigo
mediante sacrificios!”
6Y
he aquí que los cielos
proclaman su justicia,
porque el Juez es Dios mismo.
7
“Oye, pueblo mío, y hablaré;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
Yo soy Dios, el Dios tuyo.
8*No
te reprendo
por falta de tus sacrificios,
pues tus holocaustos
están siempre delante de Mí.
9No
tomaré ni un becerro de tu casa,
ni carneros de tus manadas.
10Puesto
que son mías
todas las fieras de la selva,
y las bestias que por millares
viven en mis montañas.
11*Conozco
todas las aves del cielo,
y cuanto se mueve en el campo
está de manifiesto a mis ojos.
12Si
tuviera hambre,
no te lo diría a ti,
porque mío es el orbe
y cuanto él contiene.
13
¿Acaso Yo como carne de toros,
o bebo sangre de chivos?
14*Sacrificios
de alabanza
es lo que has de ofrecer a Dios,
y cumplir al Altísimo tus votos.
15Entonces
sí, invócame
en el día de la angustia;
Yo te libraré y tú me darás gloria.”
16*Al
pecador, empero, le dice Dios:
“¿Cómo es que andas tú
pregonando mis mandamientos,
y tienes mi alianza en tus labios,
17tú,
que aborreces la instrucción,
y has echado a la espalda mis palabras?
18Cuando
ves a un ladrón te vas con él,
y te asocias a los adúlteros.
19Has
abierto tu boca al mal,
y tu lengua ha urdido engaño.
20Te
sentabas para hablar
contra tu hermano,
y cubrías de oprobio al hijo de tu madre.
21Esto
hiciste, y ¿Yo he de callar?
¿Imaginaste que Yo soy como tú?
Yo te pediré cuentas
y te lo echaré en cara.
22Entended
estas cosas
los que os olvidáis de Dios;
no sea que Yo os destroce
y no haya quien os salve.
23*El
que me ofrece el sacrificio de alabanza,
ése es el que honra;
y al que anda en sinceridad,
a ése le haré ver la salvación de Dios.”
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1. Asaf,
un levita de la familia de Gersón, era maestro
de música en tiempo de David (I Paralipómenos 6,
4-28; 15, 17 y 19). Doce Salmos llevan su
nombre. En éste reprueba la religión formulista,
que se cifra en prácticas exteriores,
especialmente en el ofrecimiento de víctimas. El
pueblo de Israel no había renegado de Dios de un
modo expreso, sino a la inversa: había caído en
un mecanismo formulista que confundía los
sacrificios del corazón con los ritos y
ceremonias del culto. Los sacrificios del
corazón son las alabanzas de Dios y el amor del
prójimo (versículos 14 y 20). Resuena aquí la
doctrina de Jesucristo, quien más tarde reprobó
tantas veces en los fariseos esta misma
deformación, que es en realidad el disfraz de la
verdadera religión.
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3. El Todopoderoso aparece en medio de un
terrible huracán a fin de que sea manifiesta su
grandeza y se estremezcan sus enemigos. Cf.
Salmo 28, 3 ss.; 79, 2; 96, 3; Mateo 24, 30.
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4 ss. La teofanía toma la forma de un juicio
sobre Israel (cf. Miqueas cap. 6; Apocalipsis
14, 14 ss.). El juez es el mismo Dios (versículo
6) y empieza por llamar a los que tal vez se
creen muy piadosos (versículo 5), para
apostrofar después a los prevaricadores
(versículo 16 ss.). De modo semejante nos revela
San Pedro que el juicio ha de empezar por la
casa de Dios (I Pedro 4, 17 s.).
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8 ss. Pasaje importante en el cual Dios nos
descubre su criterio sobre la falsa devoción.
Cf. Miqueas 6, 6 ss.; Salmo 39, 7; 50, 18 s.;
Isaías 1, 11; Oseas 6, 6; Zacarías 7, 1 ss.;
Mateo 9, 13; 12, 7, etc. y notas.
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11. “Con Él estaban, dice San Agustín, las cosas
porvenir; con Él están presentes las que pasan,
y las que vienen no desalojan a las pasadas. Con
Él están todas las cosas por un conocimiento de
la inefable Sabiduría puesta en el Verbo, y el
mismo Verbo lo es todo.”
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14. Valiosa doctrina, pues nos enseña qué es lo
que a Dios le agrada: la alabanza (Salmo 68, 31
ss.; Hebreos 13, 15; Romanos 10, 10; I Pedro 2,
4 ss.). De ahí que el Padrenuestro empiece con
la alabanza del Padre, a quien se debe todo
honor y gloria (I Timoteo 1, 17; 6, 16 y notas).
Es claro que, como lo vemos en la segunda parte
del Salmo (versículo 16 ss.), esta alabanza no
ha de proceder tan sólo de los labios (Isaías
29, 13; Mateo 15, 8), sino de un corazón recto
(Salmo 32, 1).
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16. Así como los sacrificios prescritos por
Moisés no son de suyo, suficientes, tampoco
bastaría alabar a Dios sin hacer su voluntad
(Mateo 7, 21). Véase el terrible discurso de
Jesús contra los fariseos, escribas y doctores
de la Ley, que hipócritamente la enseñaban y no
la cumplían (Mateo 23; Lucas 11, 37 ss.). Nos
muestra aquí el salmista la altura de la Ley de
la caridad compendiada en el “Ama a tu prójimo
como a ti mismo” (Levítico 19, 18; Deuteronomio
6, 5; Lucas 10, 27; Marcos 12, 31; Mateo 22, 39;
Romanos 13, 9; Gálatas 5, 14; Santiago 2, 8). El
Mandamiento nuevo de Jesús, al confirmar esta
ley, la cifra en la imitación del amor con que
Él mismo nos amó (Juan 13, 34; 15, 12; I Juan 4,
19).
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23.
Alabanza: Es el tema principal de todo este
Salmo (versículo 14 y nota): honrar a Dios, no
con la letra de la Ley, sino “en espíritu y en
verdad” (Juan 4, 23). El sacrificio de alabanza
comporta la proclamación de los beneficios sin
fin que Él nos hace (Salmos 88, 2; 102, 2; 106,
22). Es el perfecto acto de fe, pues proclama lo
que es la esencia de Dios: su caridad (I Juan 4,
8), o sea, un amor que se traduce en
misericordia a favor nuestro. Por eso la oración
más repetida en la Biblia es la alabanza de su
bondad (Salmo 135; I Paralipómenos 16, 34 y 41;
II Paralipómenos 7, 6; 20 y 21, etc.). El último
hemistiquio confirma una doctrina que surge a
cada página de las divinas Escrituras: el grado
de sinceridad de cada hombre para con Dios, es
la medida de las luces que tendrá en materia
espiritual. De ahí que tantos sencillos
entienden más que los tenidos por sabios. Cf.
Lucas 10, 21; Salmo 118, 99 s. y notas.
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