Salmo 78 |
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Elegía sobre la ruina de Jerusalén
1*Salmo de Asaf.
Oh Dios, los gentiles
han invadido tu heredad,
han profanado el Templo de tu santidad,
han hecho de Jerusalén un montón de ruinas.
2Dieron
los cadáveres de tus siervos
por pasto a las aves del cielo;
las carnes de tus santos
a las bestias de la tierra.
3Derramaron
su sangre como agua,
en rededor de Jerusalén,
y no hubo quien les diera sepultura.
4Hemos
venido a ser
el escarnio de nuestros vecinos,
fábula y ludibrio de los que nos rodean.
5*¿Hasta
cuándo, Señor?
¿Ha de durar tu ira para siempre?
¿Arderán tus celos como el fuego?
6*Derrama
tu cólera sobre las gentes
que no te conocen,
y sobre los reinos que no invocan tu Nombre;
7porque
ellos han devorado a Jacob
y han asolado su morada.
8*No
quieras recordar contra nosotros
las iniquidades de nuestros mayores;
venga pronto a encontrarnos tu misericordia,
porque estamos muy abatidos.
9Acude
a socorrernos,
oh Dios, Salvador nuestro,
por la gloria de tu Nombre.
Líbranos y olvida nuestros pecados,
a causa de tu Nombre.
10*¿Por
qué han de decir los gentiles:
“¿Dónde está el Dios de éstos?”
Sea manifiesta contra los gentiles,
delante de nuestros ojos,
la venganza por la sangre vertida de tus siervos.
11Suba
hasta Ti el gemido de los cautivos,
según la potencia de tu brazo,
salva a los destinados a la muerte.
12Derrama
en retorno,
sobre el seno de nuestros vecinos,
septuplicado el ultraje
que arrojaron sobre Ti, Señor.
13*Y
nosotros, tu pueblo, y ovejas de tu grey,
te daremos gracias eternamente,
y cantaremos tu alabanza,
de generación en generación.
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1 ss. Según la opinión más común entre los
exégetas católicos, este Salmo, como el 73,
deplora la suerte del Templo y de la Ciudad
santa hollada por los gentiles y la humillación
del pueblo hebreo, que dura hasta hoy según lo
anunció Jesús (Lucas 21, 24). Y así como en los
Salmos 74 y 75 Dios responde a ese lamento con
las promesas de restauración, así también el
Salmo 79 contiene la esperanza de ésta. La
atribución al tiempo de los Macabeos ha sido
abandonada, como en tantos otros Salmos, pues
éste ya se recitaba entonces como más antiguo
(cf. I Macabeos 7, 17, que cita los versículos 2
s.) y se reconoce que la destrucción de la
ciudad por Antíoco no fue tan grave como lo que
aquí se menciona. San Atanasio y otros veían en
éste un Salmo profético del tiempo de David, y
la liturgia judía lo recita aún cada viernes
junto al Muro de las Lamentaciones, último
recuerdo del Templo desaparecido desde la
destrucción de la ciudad por Tito, que Jesús
anunció en Mateo 24.
Un montón
de ruinas: Cf. Salmo 73, 2 y 7; Isaías 1, 8;
63, 18 s. y 64, 1; Jeremías 51, 51; Ezequiel 25,
1 ss. y nota.
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5. Cf. Salmos 70, 5; 73, 1; 77, 21; 84, 6; 88,
47.
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6 s. La profecía de Jeremías, lamentando la
desolación de Jerusalén, termina con estas
mismas palabras (Jeremías 10, 25). La edición
vaticana de Gramática cita aquí muy a propósito
la oración de Eclesiástico 36 y II
Tesalonicenses 1, 8, que muestra cómo será en
los últimos tiempos esa venganza de Dios sobre
los que no lo conocieron. Cf. versículo 10 y
nota.
*
8 s. Expresión de humildad poco común en nuestro
tiempo (cf. Salmo 38, 13 y nota); es un
verdadero acto de contrición colectiva
(Lamentaciones 3, 42 y nota). Cf. Isaías 64, 9
ss. Por la gloria de tu Nombre (versículo 9): En Salmo 53, 8 y nota
vimos el significado de esta gloria.
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10 ss. La
venganza: Para defender este pasaje contra
los que se escandalizan de él, un exégeta
protestante se ha fundado en que “los salmistas
eran hombres” y en la injusticia y brutalidad
sufridas por el judaísmo. La explicación es
puramente humana y poco sobrenatural, como si la
oración de este Salmo y de tantos otros análogos
no fuese inspirada. Mejor lo explicaba ya San
Agustín diciendo que no desea el salmista que
vengan males sino que presagia la ineludible
acción de la justicia y vaticina las cosas
futuras. En efecto, los profetas anuncian muchas
veces tal venganza (cf. Joel 3, 1 ss.) y en
Apocalipsis 6, 10 y 19, 2 encontramos igual
expresión, acompañada esta vez de júbilo en el
cielo. Los que después de esto se
escandalizasen, lejos de defender la Ley de Dios
(cf. Mateo 5, 39-48; 18, 21 ss., etc.) estarían
juzgando a Dios, lo cual es una soberbia que Él
no tolera a pesar de ser tan bueno con los demás
pecadores.
Septuplicado (versículo 12): Cf. Génesis 4,
15 y 24; Levítico 26, 21 y 28; Proverbios 6, 31;
Eclesiástico 7, 3; 40, 8, etc.
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13. Ovejas
de tu grey: Véase Salmos 94, 7; 99, 3.
Cantaremos,
etc.: “Como se hace en el Apocalipsis, se pedirá
que el Salvador, para siempre victorioso, vengue
sobre las potestades del mal la sangre de los
que le dieron testimonio; y se hará buena
justicia. Después de triunfar por un tiempo, el
autor de todo mal será castigado y relegado para
siempre al fondo del abismo y llegará el reinado
de la paz y de la justicia” (Dom Puniet). Cf.
Isaías 43, 21; Jeremías 23, 5; 33, 15 s.;
Apocalipsis 6, 9-11; 20, 1-10, etc.
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