Salmo 46 |
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Israel y las naciones alaban al Rey de toda la tierra
1*Al maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.
2*Pueblos
todos, batid palmas;
aclamad a Dios con cantos de júbilo;
3porque
el Señor Altísimo, terrible,
es el gran Rey sobre toda la tierra.
4*Él
ha sometido los pueblos a nosotros
y a nuestros pies las naciones.
5*Él
nos eligió nuestra heredad,
gloria de Jacob, su amado.
6Sube
Dios entre voces de júbilo,
Yahvé con sonido de trompeta.
7*Cantad
a Dios, cantad;
cantad a nuestro Rey, cantadle.
8Porque
Dios es rey sobre toda la tierra;
cantadle un himno.
9Dios
reina ya sobre todas las naciones;
Dios se ha sentado sobre su santo trono.
10*Los
príncipes de los pueblos se han unido
al pueblo del Dios de Abrahán,
pues los poderosos de la tierra
se han dado a Dios.
Él domina desde lo más alto.
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1. El nuevo Salterio Romano titula este Salmo
“Dios, Rey vencedor, asciende al trono” y resume
así su contenido: “I. Dios, magno Rey, sujeta a
su pueblo todas las naciones (2-5). II. Después
de la victoria sube a su trono celestial (6-7).
III. Reina entonces sobre todas las naciones y
todos los príncipes y poderosos de la tierra
(8-10). El Salmo trata de la victoria final de
Dios y de la institución del reinado universal
mesiánico. Israel y los gentiles constituyen un
solo reino del Mesías.”
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2. Es preludio de un himno de victoria. Dios
mostrará una vez más su poder en favor de su
pueblo, asegurándole de nuevo el país de
promisión (cf. Génesis 13, 15; Deuteronomio 30,
5; II Reyes 7, 10; Amos 9, 15; Isaías 27, 13;
Jeremías 16, 15; Ezequiel 20, 40; Sofonías 3,
20; Zacarías 10, 6, etc.).
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4. Cf. Salmo 101, 16 s.; Isaías 49, 22 s.;
Miqueas 4, 1 s.; Malaquías 3, 12, etc.
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5. Nuestra
heredad: El país de Canaán dado a Israel por
herencia. Sobre el amor que Dios tuvo a Israel,
y le conserva aún después de la Cruz, según
enseña San Pablo, cf. Romanos 9, 1-5; 11, 28;
Deuteronomio 7, 7 s.; 10, 14 s.; Isaías 43, 1
ss.; 63, 8 s.; Jeremías 31, 3; Ezequiel todo el
sublime capítulo 16; Oseas 2, etc.
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7. Los versículos que siguen invitan a los
israelitas y a los gentiles a rendir homenaje al
Dios de Abrahán.
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10. “Se congregan en un solo pueblo adorador del
verdadero Dios, del Dios de Abrahán, los jefes
de las naciones gentiles, trayendo consigo a sus
súbditos” (Vaccari). Véase Salmo 95, 8 ss.;
Isaías 60, 15 s.; Zacarías 8. 20-23; 14, 16.
Esta reunión, que no fue plena en los tiempos
apostólicos a causa de la defección de Israel,
se realizará plenamente después que los judíos
se conviertan a Cristo (cf. Deuteronomio 4, 30;
Jeremías 30, 3; Juan 10, 16; Romanos 11, 26),
como lo dice Santo Tomás (véase Salmo 9 a, 17 y
nota). Se
han dado a Dios: Ya no hay más lucha después
de la victoria definitiva del Señor, y Él
domina
desde lo más alto, es decir, desde su trono
en el cielo (versículo 6 s.; cf. Salmo 75, 3 s.;
Ezequiel 40, 2 y notas). Algunos, en vez de
poderosos,
traducen
broqueles.
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