Salmo 73 |
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Contra los destructores del Santuario
1*Maskil de Asaf.
¿Por qué, oh Dios, nos desechas para siempre?
¿Por qué arde tu ira
contra el rebaño de tu dehesa?
2*Acuérdate
de tu grey
que hiciste tuya desde antiguo,
de la estirpe que rescataste
para hacerla tu herencia;
del monte Sión
que elegiste para morada tuya.
3*Dirige
tus pasos
hacia esas perpetuas ruinas:
todo lo ha devastado
el enemigo en el Santuario.
4*Los
que te odian
rugieron en el recinto de tus asambleas;
pusieron sus enseñas por trofeo.
5Talaron
allí como quien alza la segur
en lo espeso de la selva;
6*y
ya con hacha y martillo
hacen pedazos sus puertas.
7Entregaron
al fuego tu Santuario,
profanaron, arrasándolo,
el tabernáculo de tu Nombre.
8Decían
en su corazón:
“Destruyámoslos por completo;
pegad fuego a todas las sinagogas
de Dios en el país.”
9*Ya
no vemos nuestras señales,
ya no hay profeta,
ni queda entre nosotros
quien sepa hasta cuándo.
10¿Hasta
cuándo, oh Dios.
nos afrentará el enemigo?
¿Ha de blasfemar siempre
tu Nombre el adversario?
11
¿Por qué retiras tu mano
y retienes en tu seno tu diestra?
12*Porque
Tú, Yahvé, eres nuestro Rey,
el que de antiguo ha obrado la salvación
en medio de la tierra.
13*Tú
dividiste el mar con tu poder
y quebrantaste la cabeza
de los dragones en las aguas;
14Tú
aplastaste las cabezas de Leviatán,
y lo diste por comida
a las fieras que pueblan el desierto.
15*Tú
hiciste brotar fuentes y torrentes,
y secaste ríos perennes.
16Tuyo
es el día y tuya la noche;
Tú pusiste los astros y el sol.
17Tú
trazaste todos los confines de la tierra;
el verano y el invierno Tú los hiciste.
18Recuérdalo
Yahvé: el enemigo blasfema;
un pueblo impío ultraja tu Nombre.
19*No
entregues al buitre la vida de tu tórtola;
no quieras olvidar
perpetuamente a tus pobres.
20*Vuelve
los ojos a tu alianza,
pues todos los rincones del país
son guaridas de violencia;
21*no
sea que el oprimido,
en su confusión, se vuelva atrás;
puedan el pobre y el desvalido
alabar tu Nombre.
22Levántate,
Dios, defiende tu causa;
recuerda cómo el insensato
te insulta continuamente.
23No
te olvides
del vocerío de tus adversarios,
porque crece el tumulto
de los que se levantan contra Ti.
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1. Sobre el título véase el Salmo 31, 1 y nota.
Las opiniones sobre el origen de este Salmo
varían, como en muchos otros, porque no se
conocen circunstancias históricas que coincidan
con él. Los que lo suponen compuesto
inmediatamente después de la destrucción de
Jerusalén por los babilonios (587 a. C.)
tropiezan con los versículos 8 y 9 sobre las
sinagogas y sobre la falta de profetas, pues en
aquel tiempo clamaba Jeremías en Jerusalén y
Ezequiel en Babilonia (cf. Jeremías 30, 3 y
nota); y los que proponen aplicarlo a la
persecución de Antíoco Epífanes en tiempo de los
Macabeos, no explican la amplitud de la
devastación (versículos 3-7). Teodoreto, “cuyas
observaciones sobre Nabucodonosor y Antíoco no
parecen desprovistas de fundamento” (Calès),
veía la solución en considerar que el Salmo
encierra, como tantos otros, una visión
profética y alude a la destrucción de Jerusalén
por Tito (año 70 d. C.) en que el abandono de
Israel pareció ser
“para
siempre” (versículo 1; 76, 8). Cf. Daniel 9,
27; Romanos 11, 11 y 25 s. La primera parte
tiene una emocionante descripción de la ruina
del Templo; en la segunda, empero, trae motivos
de esperanza en la salvación del pueblo
predilecto (cf. Salmo 79, 5 y 18). En Isaías 64,
9-12 hay un lamento semejante al de este
versículo y Dios le responde en el capítulo 65.
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2. Tu
grey: El pueblo de Israel (cf. Salmos 78,
13; 99, 3; 94, 7; Jeremías 23, 1, etc.).
Hiciste
tuya... tu herencia: Cf. Salmos 77, 54; 79,
16; Éxodo 15, 16; Deuteronomio 33, 6; Isaías 63,
9 y 17; Jeremías 10, 16; 51, 19.
El monte
Sion: Cf. Salmos 67, 17; 131, 13, etc.
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3. Dirige
tus pasos: Algunos vierten:
el escabel
de tus pies y dicen que “éste es aquí el
templo, como en Salmos 98, 5; 131, 7; Isaías 60,
13; Ezequiel 43, 7; o bien toda Jerusalén, como
en Lamentaciones 2, 1” (Vaccari). Cf. Mateo 23,
39 y nota.
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4 ss. Sobre esta dolorosa elegía véase Salmos 78
y 79; 88; 131, etc.
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6. Sus
puertas: Así el nuevo Salterio Romano. Prado
traduce: “sus entalladuras.”
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9.
Nuestras señales: Dos prodigios que Dios
hacía en todo tiempo a favor de su pueblo (cf.
64, 9 y nota). Así lo pide también la gran
oración del Eclesiástico (Eclesiástico 36, 6).
Sobre estos prodigios cf. Salmo 77, 4 ss.
Algunos, en vez de señales, vierten
“enseñas”:
cf. Oseas 3, 4.
“Ya no hay
profeta”: Véase el citado texto de Oseas;
Amos, 8, 11 ss.; etc.
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12 ss.
Nuestro Rey: Así los LXX. La esperanza que
anima al salmista estriba en la grandeza del
Dios de Israel, que obró siempre maravillas a
favor de su pueblo (versículo 9 y nota) y en las
promesas que le tenía hechas desde antiguo. Cf.
versículo 20; Lucas 1, 70.
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13 s. Alusión al paso del Mar Rojo y al castigo
de Egipto (Éxodo 14, 21). Cf. Isaías 27, 1; 51,
9; Ezequiel 29, 3; 32, 2.
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15.
Hiciste brotar: Recuerda las aguas
milagrosas del desierto (Éxodo 17, 6; Números
20, 8; Salmo 77, 15).
Secaste
ríos perennes, por ejemplo, el Jordán
(Josías 3, 14 ss.).
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19. Tu
tórtola: Israel (Cantar de los Cantares 2,
14). Cf. Salmo 78, 2.
Tus pobres: Cf. Salmos 9, 19; 67, 11.
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20. Tu
alianza: La antigua existente (Génesis 17, 7
s.; Levítico 26, 44 s.) y la nueva prometida
(Jeremías 33, 21). Cf. Salmos 104, 8 y nota;
105, 45 ss.
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21 ss. Todo el Salmo es, como se ve, una
invocación que no ha perdido actualidad y que
nos sirve también a nosotros para recurrir al
Señor en tiempos de impiedad como los que
vivimos (véase el lamento de Elías en III Reyes
19, 10 ss.). Los dos Salmos que siguen describen
el triunfo de Dios y son como la respuesta a
esta apremiante oración del salmista por Israel.
Cf. Salmos 78, 79 y 82.
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