Salmo 123 |
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El lazo roto
1*Cántico gradual. De David.
Si Yahvé no hubiera estado con nosotros
—dígalo ahora Israel—
2si
no hubiera estado Yahvé de nuestra parte
cuando los hombres
se levantaron contra nosotros,
3nos
habrían tragado vivos
al inflamarse contra nosotros su furor;
4entonces
nos habrían sumergido las aguas,
el torrente habría pasado sobre nosotros
5*y
nuestra alma habría caído
bajo las aguas tumultuosas.
6Bendito
sea Yahvé que no nos dio
por presa de sus dientes.
7*Nuestra
vida escapó como un pájaro
del lazo de los cazadores.
El lazo se ha roto
y hemos quedado libres.
8*Nuestro
socorro está
en el Nombre de Yahvé,
el que hizo el cielo y la tierra.
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1 ss. Breve y expresivo cantar, que recuerda el
modo prodigioso cómo Dios ha protegido a su
pueblo contra enemigos feroces (cf. Salmos 62,
7; 76, 12; 118, 62). La gran lección que nos da
consiste en el reconocimiento de que la obra de
la salvación no viene de la suficiencia de
nuestro brazo. Los comentadores observan en este
Salmo, como en varios otros, que nadie ha
precisado con certeza el acontecimiento a que se
refiere, pudiendo aplicársele, en cuanto a su
autor y alcance, lo mismo que dijimos del Salmo
121. La liberación de los enemigos (versículo 7)
y el reiterado reconocimiento de su carácter
providencial lo asemejan al Salmo 117 (cf.
notas).
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5. Nuestra
alma, esto es, nuestra vida (versículo 7).
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7. Sobre esta liberación, que parece definitiva,
cf. Salmo 117, 10 ss. San Agustín lo aplica
también, espiritualmente, al alma librada de sus
enemigos y victoriosa sobre ellos por obra de
Dios, que “no permite seamos tentados más allá
de nuestras fuerzas” (I Corintios 10, 13). Cf.
Romanos capítulos 6 y 7.
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8. Este versículo tan usado en la Liturgia (cf.
Salmo 120, 2) es como una recapitulación de todo
el Salmo y nos recuerda que quien confía en Dios
no espera una ayuda cualquiera, más o menos
relativa como la que podría darle un hombre,
sino una solución total, propia de Quien todo lo
puede. Cf. Salmo 50, 2 y nota.
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