Salmo 77 |
|
* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)
Historia del ingrato Israel
1*Maskil de Asaf.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza;
presta oído a las palabras de mis labios.
2Voy
a abrir mi boca en un poema,
y evocaré escondidas lecciones del pasado.
3*Lo
que hemos oído y aprendido,
lo que nos han contado nuestros padres,
4no
lo ocultaremos a sus hijos;
relataremos a la generación venidera
las glorias de Yahvé y su poderío,
y las maravillas que Él hizo.
5*Porque
Él, habiendo dado testimonio a Jacob,
y establecido una ley en Israel,
mandó a nuestros padres
enseñarlo a sus hijos,
6para
que lo supiera la generación siguiente,
y a su vez los hijos nacidos de ésta
lo narrasen a sus propios hijos;
7de
suerte que pongan en Dios su confianza,
no olvidando los beneficios de Yahvé
y observando sus mandamientos;
8*para
que no vengan a ser como sus padres,
una raza indócil y contumaz;
generación que no tuvo el corazón sencillo
ni el espíritu fiel a Dios.
9*Los
hijos de Efraím,
muy diestros arqueros,
volvieron las espaldas en el día de la batalla;
10no
guardaron la alianza con Dios,
rehusaron seguir su ley;
11olvidaron
sus obras y las maravillas
que hizo ante los ojos de ellos.
12*A
la vista de sus padres
Él había hecho prodigios
en el país de Egipto,
en los campos de Tanis.
13*Dividió
el mar por medio, y los hizo pasar,
sosteniendo las aguas como un muro.
14De
día los guiaba con la nube
y toda la noche con un resplandor de fuego.
15*Hendió
la roca en el desierto,
y les dio de beber aguas copiosísimas.
16Sacó
torrentes de la peña,
hizo salir aguas como ríos.
17*Mas
ellos continuaron pecando contra Él,
resistiendo al Altísimo en el yermo;
18*tentaron
a Dios en sus corazones,
pidiendo comida según su antojo.
19Y
hablando mal de Dios, dijeron:
“¿Podrá Dios prepararnos
una mesa en el desierto?
20Cierto
es que hirió la peña,
y brotaron aguas y corrieron torrentes;
mas ¿podrá también dar pan
y proveer de carne a su pueblo?”
21*Yahvé
lo oyó y se indignó;
su fuego se encendió contra Jacob,
y subió de punto su ira contra Israel,
22*porque
no creyeron a Dios,
ni confiaron en su auxilio.
23*Con
todo, ordenó a las nubes en lo alto,
abrió las puertas del cielo,
24y
llovió sobre ellos maná para su sustento,
dándoles trigo del cielo.
25*Pan
de fuertes comió el hombre-,
les envió comida hasta hartarlos.
26*Después
levantó el viento solano en el cielo,
guio con su poder el ábrego,
27y
llovió sobre ellos carne
tanta como el polvo;
aves volátiles como arena del mar
28cayeron
en su campamento,
en derredor de sus tiendas.
29*Y
comieron y se hartaron.
Así Él les dio lo que habían deseado.
30*Mas
no bien satisfecho su apetito,
y estando el manjar aún en su boca,
31se
alzó contra ellos la ira de Dios,
e hizo estragos entre los más fuertes,
y abatió a la flor de Israel.
32Sin
embargo, pecaron de nuevo,
y no dieron crédito a sus milagros.
33Y
Él consumió sus días en un soplo,
y sus años con repentinas calamidades.
34*Cuando
les enviaba la muerte,
entonces recurrían a Él,
y volvían a convertirse a Dios,
35recordando
que Dios era su roca,
y el Altísimo su Libertador.
36*Pero
lo lisonjeaban con su boca,
y con su lengua le mentían;
37su
corazón no era sincero para con Él,
y no permanecieron fieles a su alianza.
38*Él,
no obstante, en su misericordia,
les perdonaba su culpa, y no los exterminaba.
Muchas veces contuvo su ira,
y no permitió que se desahogase toda su indignación,
39*acordándose
de que eran carne,
un soplo que se va y no vuelve.
40¡Cuántas
veces lo provocaron en el desierto;
cuántas lo irritaron en aquella soledad!
41*Y
no cesaban de tentar a Dios,
de afligir al Santo de Israel.
42*No
se acordaban ya de su mano,
de aquel día en que los libertó
del poder del opresor,
43cuando
Él ostentó sus prodigios en Egipto,
y sus maravillas en los campos de Tanis,
44*trocando
en sangre sus ríos
y sus canales, para que no bebiesen;
45enviando
contra ellos
unos tábanos que los devoraban,
y ranas que los infectaron;
46entregando
sus cosechas a la oruga,
y el fruto de su trabajo a la langosta;
47destruyendo
con el granizo sus viñas,
y con heladas sus higueras;
48*librando
a la peste sus manadas,
y sus rebaños al contagio;
49*desatando
contra ellos el ardor de su ira,
su indignación, el furor, el castigo:
un tropel de ejecutores de calamidad;
50*dando
libre paso a su saña,
y entregando a ellos mismos a la peste,
sin perdonar sus propias vidas,
51*y
matando a todo primogénito en Egipto,
las primicias del vigor en las tiendas de Cam.
52*Ni
recordaban cuando como ovejas
sacó a los de su pueblo,
y los guio como un rebaño por el desierto,
53y
los condujo con seguridad y sin temor,
mientras sepultaba a sus enemigos en el mar.
54*Y
los llevó a su tierra santa,
a los montes que conquistó su diestra;
55expulsó
ante ellos a los gentiles,
en suertes repartió la heredad de éstos,
y en sus pabellones hizo habitar
a las tribus de Israel.
56Pero
ellos aun tentaron
y provocaron al Dios Altísimo,
y no guardaron sus mandamientos.
57*Apostataron
y fueron traidores,
como sus padres;
fallaron como un arco torcido.
58*Lo
movieron a ira
con sus lugares altos,
y con sus esculturas
le excitaron los celos.
59Ardió
con esto el furor de Dios;
acerbamente apartó de sí a Israel,
60*y
abandonó el Tabernáculo de Silo,
la morada que tenía entre los hombres.
61Abandonó
al cautiverio su fortaleza,
y su gloria en manos del adversario.
62Entregó
su pueblo a la espada,
y se irritó contra su herencia.
63*El
fuego devoró a sus jóvenes,
y sus doncellas no fueron desposadas.
64A
cuchillo cayeron sus sacerdotes,
y sus viudas no los lloraron.
65*El
Señor despertó entonces
como de un sueño
-cual gigante adormecido por el vino-
66*e
hirió a los enemigos en la zaga,
cubriéndolos de ignominia para siempre.
67*Mas
reprobó la tienda de José,
y a la tribu de Efraím no la eligió,
68y
prefirió a la tribu de Judá,
el monte Sión, su predilecto.
69*Y
levantó, como cielo, su santuario,
como la tierra, que fundó para siempre.
70*Y
escogió a su siervo David,
sacándolo de entre los rebaños de ovejas;
71detrás
de las que amamantaban lo llamo,
para que apacentase a Jacob, su pueblo,
y a Israel, su heredad.
72Y
él los apacentó con sencillez de corazón,
y los guio con la destreza de sus manos.
*
1. s. Como un eco superabundante del Salmo
anterior, todo el presente cántico, lo mismo que
el de Moisés (Deuteronomio 32) y los Salmos 104,
106, etc., es una síntesis de la historia del
pueblo israelita. El salmista la llama parábola
y cosa recóndita, porque, los acontecimientos
históricos de Israel nos muestran, como aquí,
los misterios del Corazón de Dios, manifestados
por su Providencia (cf. versículos Salmo 22, 23
y sus notas; Efesios 3, 9 s.; Romanos 16, 25;
Colosenses 1, 26; I Pedro 1, 20) y encierran
enseñanzas profundas para las generaciones
venideras (véase también Nehemías 9, 6 ss.;
Hechos 7). En la historia de ese pueblo está
prefigurada la de todos los pueblos y de todos
los hombres. San Mateo (13, 35), tomando el
versículo 2 en sentido profético, señala su
cumplimiento en las parábolas de Jesús.
“Escucha”
(otros vierten:
“estate
atento”): Esta palabra es siempre el
paternal llamado de Dios a su pueblo. No va a
pedirle nada ni a ordenarle cosas duras: sólo
quiere que le preste atención para que comprenda
hasta dónde lo ha amado. Cf. versículo 7;
Deuteronomio 6, 4; Jeremías 7, 23 ss. y notas.
*
3 ss. Esta tradición de padres a hijos es cosa
muy amada de Dios, siempre que perpetúe las
cosas dichas por Él. Cf. Éxodo 12, 26 s.; 13, 8
y 14; Deuteronomio 4, 9 s.; 6, 7 y 20; 11, 19;
Josías 4, 6 s.; Joel 1, 3, etc. Vemos también
que según los apóstoles se continúa ese espíritu
patriarcal que hace de los padres y madres los
maestros naturales de sus hijos (versículo 5)
para hacerles conocer a Dios y a su Palabra, así
como también el marido a la mujer (véase I
Timoteo 3, 15 s.; II Timoteo 1, 5; I Corintios
14, 35; I Pedro 3, 1. Cf. Proverbios 22, 6;
Eclesiástico 25, 5, etc.). En cambio Jesús dice
todo lo contrario cuando se trata de las
tradiciones humanas, a causa de las cuales son
olvidados los mandamientos de Dios. Cf. Mateo
15, 6 ss.; Marcos 7, 7; Gálatas 1, 12 y 14;
Colosenses 2, 8; Tito 1, 14.
*
5 ss. Que conozcan lo que es Dios, en su bondad,
para que pongan en Él su esperanza y su
confianza (versículo 7) y de ese modo, es decir
con amor de hijos, cumplan la divina voluntad:
tal es el plan de Dios que se manifiesta en toda
la Escritura y que Jesús resume en Juan 17, 26.
*
8. Estos epítetos sobre la rebeldía y dureza de
Israel contra el Dios amante que quería ser su
maestro (Deuteronomio 32, 12; Isaías 54, 13;
Salmo 70, 17; Jeremías 31, 34), se repiten
muchas veces en la Sagrada Escritura. Cf. lo que
dice Moisés sobre este pueblo en Deuteronomio
32, 5. Véase también la advertencia que San
Pablo nos hace para que no corramos la misma
suerte que ellos (Romanos 11, 17-24).
*
9. Los hijos de Efraím, la tribu más poderosa en
los tiempos de la conquista de Canaán. Josué era
oriundo de esta tribu, pero no rebelde como
ella.
Volvieron las espaldas: no en sentido de
huir de los enemigos por cobardía, pues eran los
más guerreros (cf. Jueces 8, 1 ss.), sino
porque, a pesar de serlo, no quisieron destruir
a los cananeos de Guécer (Jueces 1, 29) y
habitaron con ellos como las demás tribus,
quebrantando así el pacto con Dios (versículo
57). Él les echó en cara esto (Jueces 2, 1 ss.)
y en castigo dejó subsistir a aquellos pueblos
para que sirviesen de tentación de Israel
(Jueces 3, 1 ss.). No se trata aquí, pues, del
pacto violado según se indica en IV Reyes 17,
13-15 al narrar la caída del reino del Norte,
pues allí se alude a ambos reinos, en tanto que
aquí se habla especialmente de Efraím como tribu
(versículos 9-11; 67-72), y no como nombre
extensivo a las diez tribus de Israel por
oposición a Judá (versículo 67 s.), según se usa
por ejemplo en Ezequiel 37, 16 ss. Cf. Salmo 76,
16 y nota. También era de la tribu de Efraím,
Jeroboam, el que se rebeló contra la casa de
David (III Reyes 12, 25 ss.; II Paralipómenos
10, 16), pero este cisma, origen sin duda de que
el nombre de Efraím se extendiese a las diez
tribus, fue después de la muerte de Salomón y
este Salmo es de Asaf el gran contemporáneo de
David, y habla de hechos antiguos.
*
12. Tanis
(cf. versículo 43), capital de los faraones de
Egipto en tiempos de Moisés, escenario de los
acontecimientos relatados en Éxodo capítulos
5-11. Cf. Isaías 19, 11 y 13; 30, 4.
*
13 s. Recuerda el paso del Mar Rojo y la nube
que guiaba a Israel (Éxodo 14, 22 y 13, 21).
*
15 s. Cf. Éxodo 17, 6; Números 10, 1 ss. y Salmo
104, 41, donde se refiere el prodigio de las
aguas sacadas de la roca.
*
17. Lo propio del hombre es la ingratitud
(versículo 32, etc.) y todos somos así. La
explicación se encuentra en el versículo 22.
*
18 ss. Recuerda el maná del desierto y luego el
milagro de las codornices (versículos 26 ss.).
Cf. Éxodo 16, 2 ss.; Números 11, 4-23. El hablar
mal de Dios (versículo 19) consistía en
desconfiar de su bondad (cf. Sabiduría 1, 1).
*
21. Fuego:
El de la cólera divina (Números 11, 1).
*
22. Nótese cómo no se habla precisamente de los
pecados contra la Ley sino de la falta de fe
confiada, porque de esta falta proceden los
demás pecados. Es toda la economía del
Cristianismo: de las virtudes teologales
proceden, por obra de la gracia, las virtudes
morales (Gálatas 5, 6). De aquí que para
reformar las costumbres hemos de empezar por dar
a conocer el Corazón de Dios, predicando su
Palabra, que es la que engendra la fe (Romanos
10, 17) y le hace dar frutos (Mateo 13, 1-23; II
Timoteo 3, 16 s.; Salmos 1, 2 s.; 118, 11,
etc.).
*
23 ss. Véase Éxodo 16, 13-21; Números 7-9.
*
25. Pan de
fuertes: Otros vierten:
Pan de
ángeles: el maná, figura del pan bajado del
cielo que es Cristo. Cf. Juan 6, 32 ss.; I
Corintios 10, 3.
*
26 ss. Véase Éxodo 16, 13; Números 11, 31-35. (Ábrego:
viento sur).
*
29. Lo que
habían deseado: Para su mal. ¡Tremenda forma
de castigo que debe hacernos temblar antes de
quejarnos de Dios! Cf. Salmo 80, 13 y nota.
*
30 s. Y aquel lugar fue llamado sepulcro del
deseo (Números 11, 33; 33, 17), en recuerdo de
que la ira de Dios se encendió contra la
desconfianza de su pueblo y su pretensión de
saber mejor que Él lo que les convenía. ¿No fue
acaso semejante el pecado de Adán y el de Babel?
¿No fue igualmente torpe y desconfiada la
actitud de los hombres, incluso de los
discípulos, cuando Jesús les anunció que su
Cuerpo es comida y su Sangre es bebida? (Juan 6,
53 y 61). Por lo demás, la necesidad de castigo
sigue viéndose en los versículos 32, 41, etc.
*
34. San Agustín observa ya que el pueblo de
Israel, que siempre vuelve a rebelarse contra
Dios, es figura del hombre de todas las edades y
tiempos. ¡Si al menos reconociéramos nuestra
miseria! Ello bastaría para que Dios se
apresurase a perdonar (cf. Lucas 15, 20; Juan 6,
37).
*
36 s. Cf. esta misma queja en boca de Jesús
(Mateo 15, 8 citando a Isaías 29, 13).
*
38. Patente contraste entre lo que somos
nosotros y lo que es Él (Salmo 76, 10 y nota).
“La justicia, dirigida hacia la purificación de
las personas y de los pueblos y para atraerlos
hacia sí, siempre sigue estando por debajo de la
justicia del padre, inspirado y dominado por el
amor” (Pío XII).
*
39. “¡Por eso, porque el hombre es tan poca y
endeble cosa, Dios se siente más inclinado a
perdonarle!” (Manresa). Cf. Salmo 102, 13-14;
Job 10, 9; Génesis 6, 3; 8, 21. Espiritualmente
este texto aplicado al soplo del Espíritu Santo
(cf. Salmo 103, 29 s.) nos hace entender mejor
la palabra de Jesús en Mateo 26, 41. Si lo único
que puede sostenernos es el espíritu, no siendo
éste cosa nuestra sino prestada, resulta
evidente la necesidad de buscarlo y pedirlo
constantemente por la oración a Dios y la
meditación de su Palabra (Salmo 62, 9; Lucas 11,
13; Santiago 1, 5 y 21).
*
41. El
Santo de Israel: el mismo Dios.
*
42 ss. Descripción de las plagas de Egipto
(Éxodo capítulo 7 ss.), asombrosa manifestación
del amor de Dios a su pueblo, amor que después
del abandono de Israel por su incredulidad
(Hechos 28, 25 ss.; Romanos 11, 20) se mostrará
una vez más en los últimos tiempos (Isaías 63, 4
ss.; Joel 3; Romanos 11, 23-31, etc.).
*
44. Primera plaga. El versículo 45 recuerda la
4ª y la 2ª; el 46 la 8ª; el 47 la 7ª; el 48 la
5ª; el 49 la 9ª; el 50 la 6ª. No se menciona la
tercera plaga: los mosquitos (Éxodo 8, 16 ss.)
quizá por comprenderla en la de las moscas
(versículo 45 a).
*
48. Así Rembold. Cf. Calès.
*
49.
Ejecutores de calamidad. Otros:
ángeles
malos. Véase Sabiduría 18, 15 y nota. Cf.
Apocalipsis 7, 1 ss.; 9, 14 s.; 15, 1, etc.
*
50. Para la traducción cf. Rembold y Calès.
*
51. Cam,
hijo de Noé, es, según el Génesis (10, 6),
progenitor del pueblo de Egipto, que en hebreo
es llamado Misraim.
Primicias
del vigor se llama a los primogénitos
(Génesis 49, 3; Deuteronomio 21, 17). Cf. Salmo
126, 4.
*
52 s. Notemos el amor y ternura que pone Dios en
esta expresión. Cf. Isaías 63, 9-14; Salmos 76,
21; 79, 2; Oseas 12, 13, etc.
*
54 s. Los
montes (quizá:
los
límites). Se trata de toda la Palestina
(Josías 13, 7), región montañosa (cf. Éxodo 15,
17). Su
diestra, no el esfuerzo de Israel. Véase los
admirables pasajes del Deuteronomio 7, 7-24; 9,
1 ss.; Salmo 67, 6-13 y notas.
Expulsó a
los gentiles (versículo 55): Véase Salmo 79,
9; Sabiduría 12, 6. Son incontables los casos
como éste en que Dios hace ostentación de su
amor y preferencia por el pueblo escogido
(Deuteronomio 32, 8 ss.; Salmo 104, 14 y 44,
etc.).
Repartió la heredad: Cf. Josías 13, 6; 17, 1
ss. Cf. Ezequiel 47, 13-23.
*
57.
Fallaron como un arco torcido: Para notar la
elocuencia de esta figura obsérvese que se trata
aquí nuevamente de los efraimitas, hábiles
arqueros (versículo 9). Ellos tuvieron en su
tierra el honor de poseer el Tabernáculo
(versículo 60).
*
58.
Lugares altos: En los collados hacían culto
idolátrico a manera de los cananeos (cf.
Deuteronomio 12, 2; Levítico 26, 30). Todos los
profetas tuvieron que luchar más tarde contra
ese culto en los lugares altos.
*
60 s. El
Tabernáculo, su Morada (cf. Jeremías 7, 12),
había sido puesto en Silo (tribu de Efraím) en
tiempo de Josué (Josías 18, 1). El Arca de la
Alianza, llamada su fortaleza y su gloria
(versículo 61), cayó en poder de los filisteos
(I Reyes 4, 4 y 11) y no regresó más allí, donde
había estado instalada en tiempo de los Jueces
(I Reyes 4, 21). Cf. Ezequiel 41, 26.
*
63. No
fueron desposadas: Porque los jóvenes habían
perecido.
*
65. Es Dios mismo quien se aplica este símil de
asombroso vigor para mostrarnos el celo con que
defiende a los suyos (cf. Lucas 1, 71; Juan 10,
28-30 y nota).
*
66. Alusión a la enfermedad vergonzosa que
sufrieron los filisteos mientras el Arca estaba
en su territorio (I Reyes 5).
*
67 s. Dios eligió el monte Sión como sede del
Tabernáculo, en señal de la preponderancia de
Judá sobre Efraím. Cf. versículo 9 y nota;
Salmos 67, 17 y 28; 79, 2; 80, 6; 86, 3; I
Paralipómenos 28, 4; Amos 9, 11; Hechos 15, 16
s.
*
69. Cf. Salmos 88, 30; 148, 1 y 7; Isaías 65,
17; 66, 22; Efesios 1, 10; II Pedro 3, 13, etc.
*
70 ss. Véase la admirable elección de David,
figura de Cristo: ¡Era “el más pequeño” y
apacentaba ovejas! Véase I Reyes 16, 11 ss.; II
Paralipómenos 6, 6; II Reyes;, 2; 7, 8 (cf. Amos
7, 15; Lucas .5. 10); Ezequiel 34, 23; 37, 24
s,; Miqueas 7, 14; Salmos 88, 21; 131, 11 ss.;
Eclesiástico 45, 31; 47, 2 ss.
|