Salmo 135 |
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Letanía de la misericordia
1*¡Hallelú
Yah!
Alabad a Yahvé porque es bueno,
porque su misericordia es para siempre.
2Alabad
al Dios de los dioses,
porque su misericordia es para siempre.
3Alabad
al Señor de los señores,
porque su misericordia es para siempre.
4Al
que, solo, obra grandes maravillas,
porque su misericordia es para siempre.
5Al
que creó los cielos con sabiduría,
porque su misericordia es para siempre.
6Al
que afirmó la tierra sobre las aguas,
porque su misericordia es para siempre.
7Al
que hizo los grandes luminares,
porque su misericordia es para siempre;
8el
sol para presidir el día,
porque su misericordia es para siempre;
9*la
luna y las estrellas para presidir la noche,
porque su misericordia es para siempre.
10Al
que hirió a los egipcios
en sus primogénitos,
porque su misericordia es para siempre,
11y
sacó a Israel de en medio de ellos,
porque su misericordia es para siempre;
12con
mano fuerte y brazo extendido,
porque su misericordia es para siempre.
13Al
que partió en dos el Mar Rojo,
porque su misericordia es para siempre;
14y
llevó a Israel a cruzarlo en el medio,
porque su misericordia es para siempre;
15y
precipitó a Faraón y su ejército
en el Mar Rojo,
porque su misericordia es para siempre.
16Al
que guió a su pueblo por el desierto,
porque su misericordia es para siempre.
17Al
que destrozó a grandes reyes,
porque su misericordia es para siempre;
18y
mató a reyes poderosos,
porque su misericordia es para siempre;
19a
Sehón, rey de los amorreos,
porque su misericordia es para siempre;
20y
a Og, rey de Basan,
porque su misericordia es para siempre;
21*y
dio en herencia su tierra,
porque su misericordia es para siempre;
22en
herencia a Israel, su siervo,
porque su misericordia es para siempre.
23Al
que en nuestro abatimiento
se acordó de nosotros,
porque su misericordia es para siempre;
24y
nos libró de nuestros enemigos,
porque su misericordia es para siempre.
25Al
que alimenta a toda carne,
porque su misericordia es para siempre.
26Alabad
al Dios del cielo,
porque su misericordia es para siempre.
*
1. Como en el Salmo anterior, el salmista canta
aquí las maravillas de Dios, tanto las que se
manifiestan en las cosas creadas, como las que
se desprenden de la historia de Israel (cf.
Salmos 102 106). Porque es bueno: “«Hésed»
(bondad), de parte de Dios, es la bondad
gratuita, condescendiente, misericordiosa,
paternal” (Calès). El pueblo responde a cada
alabanza con el estribillo:
Porque su
misericordia es para siempre, que es el
elogio más repetido en toda la Escritura, por
donde vemos que ninguna otra alabanza es más
grata a Dios que ésta que se refiere a su
corazón de Padre (Salmos 102, 13; 129, 7 y
nota). Por comenzar el ritornelo con la palabra
“Hallel”,
este Salmo, que parece emparentado con el
anterior, recibió entre los judíos el nombre de
“El gran
Hallel”, es decir, el gran himno de
alabanza, que, quizá para el uso litúrgico,
adquirió forma de letanía. De él parecen haberse
tomado algunos de los “improperios” del Viernes
Santo. Cf. Salmos 49, 14; 91, 2; 113 b, 2 y
notas.
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9. Termina con este versículo el primer motivo
de alabar a Dios: las maravillas de la creación
(versículos 4 9). El segundo motivo lo
constituyen los prodigios que Dios hizo al
libertar a su pueblo y al instalarlo en la
tierra prometida (versículos 10-25).
*
21 ss. En esta restauración ven algunos el
regreso de Babilonia. Otros le atribuyen mayor
alcance, viendo en el Salmo una síntesis
completa de la historia de Israel. Cf. Salmo 84,
1 y nota.
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