Salmo 140 |
|
* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)
Oración del justo paciente
1*Salmo de David.
Te he invocado, Yahvé,
socórreme pronto;
escucha mi voz cuando te llamo.
2*Como
el incienso,
suba hacia Ti mi oración;
sea la elevación de mis manos
el sacrificio vespertino.
3*Pon,
Yahvé, una guardia ante mi boca,
un cerrojo en la puerta de mis labios.
4*No
dejes inclinar mi corazón a lo malo,
para consumar acciones impías
con hombres que obran la iniquidad;
ni me dejes tener parte en sus delicias.
5*Golpéeme
el justo y me corrija:
esto es amor;
mas nunca el óleo del pecador
unja mi cabeza,
y aun se elevará mi oración
en sus prosperidades.
6*Fueron
precipitados sus príncipes
junto a la roca,
y habían oído
cuan suaves eran mis palabras.
7Como
la tierra
que se trabaja rompiéndola,
mis huesos han sido dislocados,
y la tumba se ha abierto.
8Mas
a Ti, Señor Yahvé,
se dirigen mis ojos;
a Ti recurro,
no derrames mi vida.
9Guárdame
del lazo
que me han tendido
y de las emboscadas
de los malhechores.
10Caigan
juntos los impíos
en sus propias redes
al mismo tiempo que yo me salvare.
*
1 ss. La misma inspiración del Salmo precedente
se manifiesta en esta efusiva plegaria cuyo
texto nos llega en mal estado y que algunos,
según la versión de la Vulgata, y apoyándose en
sus aplicaciones en la Liturgia de Pasión, han
mirado como paralelo al capítulo 53 de Isaías,
como si David representase aquí a Jesucristo
orando por nosotros, sustituyéndose a nosotros,
con aquella paciencia humilde que fue capaz de
expiar el orgullo de toda la humanidad, y
mostrándonos en éste, como en los Salmos 21, 34,
39, 68, etc., el aniquilamiento del Verbo
encarnado por nosotros (Filipenses 2, 6-8;
Hebreos 2, 9), que pide con tales instancias lo
que Él mismo podría disponer, a fin de que la
gloria sea para el Padre (cf. Hebreos 5, 5). El
texto hebreo contiene empero algunas diferencias
que, como veremos, hacen menos viable esa bella
interpretación mesiánica y parece presentar más
bien al salmista, santamente desconfiado de sí
mismo, pidiendo auxilio contra su propia
flaqueza y contra toda clase de seducción (cf.
Salmo 139, 5 y nota).
Socórreme pronto: Literalmente:
¡apresúrate para mí!
*
2. El
incienso se quemaba en el altar mañana y
tarde (Éxodo 30, 7-8; cf. Lucas 1, 10) y también
mañana y tarde se ofrecía un cordero (Éxodo 29,
30). La elevación de las manos, actitud de
oración (Salmos 27, 2; 142, 6, etc.) que San
Pablo recomienda aún en el Nuevo Testamento (I
Timoteo 2, 8). El
sacrificio u oblación (minjah) designa ordinariamente la vegetal,
incruenta, de flor de harina con aceite e
incienso (Levítico 2, 1 s.). Fillion llama a
esta oración la oblación de los labios (cf.
Hebreos 13, 15 y nota), que en el Nuevo
Testamento es figurada por el incienso
(Apocalipsis 5, 8; 8, 3 s.). Según la
interpretación mesiánica es Cristo quien habla y
se presenta cumpliendo lo que en el culto
antiguo estaba figurado. Mi oración, dice Él, es
la verdadera oblación de aquel perfume
(thymiama) llamado santísimo, cuya receta dio el
mismo Dios (Éxodo 30, 34 ss.); y
la elevación de mis manos (clavadas en la Cruz) es el verdadero
sacrificio del cordero de la tarde (o sea del
Nuevo Testamento) que sería llamado sacrificio
perpetuo (Éxodo 29, 42) y al cual también se
añadía la oblación de harina con aceite y la
libación de vino (ibíd. 40-41). Cf. III Reyes
18, 36; Esdras 9, 5 s.; Daniel 9, 21.
*
3. Defiéndeme de mi lengua (Salmo 38, 2 y nota)
puesto que nadie es capaz de defenderse solo
(Santiago 3, 2).
*
4. Para
consumar acciones implas: Se trata de hechos
y no de palabras. La Vulgata lo liga al
versículo 3 y dice en cambio:
para
pretextar excusas en los pecados, según lo
cual se ha visto aquí la actitud del divino
Reparador satisfaciendo “sin proferir protesta”
(Pérennès), no sólo por el pecado del Antiguo
Adán (Romanos 5, 18 s.), sino también por la
soberbia con que aquél quiso excusarse en vez de
confesar su culpa y pedir perdón (Génesis 3, 9
ss.); por lo cual el nuevo Adán se entregó como
un cordero que no abre su boca (Isaías capítulo
53). A este respecto David nos da en el Miserere
otro ejemplo de esta perfecta contrición que no
se defiende sino que se acusa y por eso mismo
obtiene el perdón del Padre celestial (Salmo 50
y notas). En el hebreo parece más difícil la
aplicación de este versículo a Jesús, pues se
trata de acciones pecaminosas, a menos que
veamos en ello el misterio insondable del
rebajamiento de Jesús (Filipenses 2, 7; Ezequiel
4, 4 ss. y notas), de la abyección del Redentor
“hecho pecado” (II Corintios 5, 21) y “tentado
en todo a semejanza nuestra pero sin pecado”
(Hebreos 4, 15).
Con
hombres que obran la iniquidad: Así Páramo,
Desnoyers, Calès, etc., coincidiendo con la
Vulgata. Fillion hace notar que el texto
primitivo designa aquí
a hombres
influyentes y poderosos y explica: “No
permitas, Señor, que yo me deje arrastrar por
sus ejemplos, su bienestar y sus seductores
ofrecimientos a imitar su conducta impía.” Véase
las prevenciones de San Pedro contra estos
falsos doctores (II Pedro 2 y notas).
Tener
parte en sus delicias: en sus manjares
escogidos. Bover-Cantera vierte:
ni pruebe
yo jamás sus golosinas, y agrega en la nota:
“Estas golosinas son las seductoras tentaciones
con que los malos deslumbran a los buenos.” Los
LXX y la Vulgata dicen:
unirme con
sus escogidos, lo cual parece más conforme
con lo que precede Calès se aproxima a este
sentido pues traduce:
No
permitas que yo sea cómplice de actos de
impiedad. No me asocie con los artesanos del
crimen. Cf. Jeremías 51, 6 y 45; Apocalipsis
18, 4.
*
5. Texto sumamente deteriorado. Como observa
Fillion, las versiones según el hebreo dan un
pensamiento “ciertamente poco claro y fluido” y
dicen más o menos: “Azóteme el justo: es una
gracia; castígueme: es bálsamo sobre mi cabeza.
No se apartará mi cabeza (para aliviarlo), mas
siempre (mi) plegaria se elevará contra su
maldad.” Como en otros casos dudosos, preferible
es recurrir a los LXX (y la Vulgata) que dan un
sentido más claro y conforme al contexto. Por
“el justo”
puede entenderse ya un maestro recto o,
preferiblemente, el mismo Dios.
“Esto es
amor”: El Apóstol lo explica en Hebreos 12,
3 13. En cuanto al óleo o bálsamo del pecador
cf. nota anterior.
Mi oración
en sus prosperidades: Es decir, contra ellas
o para librarme de ellas (versículo 4). Otros
vierten según el hebreo:
en sus
calamidades: ¿Sería esto caridad con los
enemigos como en Lucas 6, 28? Más bien parece
concordar con Salmo 138, 21 s., pues no son
enemigos propios sino de Dios. En el sentido
mesiánico se aplica el texto a lo que Isaías 53,
8 dice de Cristo: el rigor de la justicia caerá
sobre Él, a fin de que para nosotros quede la
misericordia prefiere la corona de espinas para
su cabeza antes que la unción de los impíos y no
cesará de rogar por los autores de sus males
(Isaías 53, último versículo). Cf. Lucas 23, 34;
Romanos 8, 34: Hebreos 7, 25.
*
6 ss. Muy largo sería explicar las variantes de
este texto tan dañado ya desde antes de la
versión de los LXX que algunos lo dejan con
puntos suspensivos. Sobre esta caída de la roca,
cf. II Paralipómenos 25, 11 s.
Mis huesos
(versículo 7): Así también Páramo, Crampón,
Ubach, etc.; se presta más que sus huesos a la
aplicación mesiánica que es la siguiente: Los
esfuerzos de sus jefes (la Sinagoga, movida por
Satanás) son vanos ante la resistencia de la
roca (presenté mi rostro como piedra durísima:
Isaías 50, 7 ); y oirán de mí palabras dulces
(palabras de obediencia y oraciones humildes);
por lo cual Satanás, que me tentó para saber si
yo era el Hijo de Dios (Lucas 4, 3 ss.), no lo
sabrá hasta después de mi muerte redentora que
lo venció.
Como la tierra que se trabaja rompiéndola
(bofetadas, flagelación, carga de la Cruz,
crucifixión)
mis huesos han sido dislocados (Salmo 21, 15 y 18)
y la tumba
se ha abierto. No derrames mi vida
(versículo 8): No me dejes morir sin fruto, no
sea estéril mi sacrificio (Isaías 53, 9-12). Las
emboscadas
(versículo 9) serían las de que se habla en
Sabiduría 2, 12-21; Salmo 21, 9; Mateo 27, 43,
que Jesús superó con su silencio y paciencia.
Cf. I Pedro 2, 23.
Caigan;
otros: caerán (versículo 10), porque el silencio guardado por el Padre y
por Cristo ante esas asechanzas les hizo creer
que no era el Mesías: “Si lo hubiesen conocido
no habrían crucificado al Señor de la gloria” (I
Corintios 2, 8). Pero merecieron crucificarlo
sin conocerlo. Es el misterio de la ceguera
farisaica por falta de rectitud: “para que
viendo no vean” (Juan 3, 19; 1, 9; 7, 17; Mateo
13, 15; Hechos 28, 26 s.).
Al mismo
tiempo que yo me salvare. Esto es: quedará
cumplida mi misión de salvar al mundo, por los
mismos medios de que ellos se sirvieron para
impedirla.
|