Salmo 36 |
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* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)
Espejo de la Providencia
1*De David.
No te acalores a causa de los malvados,
ni envidies a los que cometen la iniquidad.
2Porque
muy pronto serán cortados,
como el heno,
y como hierba verde se secarán.
3Tú,
espera en Yahvé y obra el bien;
permanece en la tierra
y cultiva la rectitud.
4*Pon
tus delicias en Yahvé,
y Él te otorgará lo que tu corazón busca.
5*Entrega
a Yahvé tu camino;
confíate a Él y déjale obrar.
6Él
hará aparecer tu justicia como el día,
y tu causa como la luz meridiana.
7*Calla
ante Yahvé y espera de Él;
no te acalores
a causa del que prospera en su camino,
del hombre que obra torcidamente.
8*Depón
el rencor y aplaca la ira,
no te irrites: pues sería peor;
9porque
los que obran mal
serán exterminados,
mas los que esperan en Yahvé
heredarán la tierra.
10Aguarda
un poco,
y el impío ya no estará;
y si buscas su lugar,
no lo hallarás.
11En
tanto que los mansos
poseerán la tierra,
y se deleitarán en abundancia de paz.
12*El
impío urde males contra el justo,
y a su vista rechina los dientes;
13*pero
Yahvé se ríe de él,
porque está viendo llegar su día.
14Los
perversos desenvainan la espada
y tienden su arco,
para derribar al afligido y al desvalido,
y trucidar a los que son rectos.
15Pero
la espada se les clavará
en su propio corazón,
y sus arcos se romperán.
16*Más
vale lo poco del justo
que la gran opulencia de los pecadores;
17porque
serán quebrados
los brazos de los impíos,
en tanto que a los justos
los sostiene Yahvé.
18Lleva
cuenta Yahvé
de los días de los justos,
y su herencia será eterna.
19No
se verán confundidos
en tiempo de calamidad,
y en los días de hambre
serán saciados.
20*Mas
los impíos perecerán;
y los enemigos de Yahvé,
los altivos ensoberbecidos en su corazón,
se desvanecerán como el humo.
21*El
malvado toma en préstamo
y no devuelve,
mas el justo es compasivo y da;
22porque
los benditos poseerán la tierra,
pero los malditos serán exterminados.
23*Yahvé
dirige los pasos del hombre.
al que le agrada Él le afirma el camino.
24Aunque
resbalare,
no caerá postrado,
porque Yahvé lo sostiene con su mano.
25*Joven
fui y ahora soy viejo,
mas nunca he visto
al justo desamparado,
ni a sus hijos mendigando el pan.
26En
todo tiempo es misericordioso
y presta,
y su estirpe es bendecida.
27*Huye
tu del mal y haz el bien,
y habitarás por siempre.
28Pues
Yahvé ama la justicia,
y no abandona a sus santos;
los impíos serán exterminados,
y su descendencia perecerá.
29*Los
justos poseerán la tierra,
y habitarán en ella para siempre.
30*La
boca del justo profiere sabiduría,
y su lengua habla con rectitud.
31La
Ley de su Dios está en su corazón,
y sus pasos no vacilan.
32*El
impío anda en acecho del justo,
y busca cómo quitarle la vida;
33pero
Yahvé no lo deja en sus manos,
ni permite que le condenen
cuando es juzgado.
34*Cuenta
con Yahvé
y sigue su camino;
Él te conducirá
a la herencia de la tierra;
asistirás gozoso
al exterminio de los perversos.
35Vi
al impío sumamente empinado
y expandiéndose,
como un cedro del Líbano;
36pasé
de nuevo, y ya no estaba;
lo busqué, y no fue encontrado.
37*Observa
al hombre íntegro
y mira al que es recto.
porque el hombre pacifico
tendrá porvenir,
38en
tanto que los rebeldes
todos perecerán,
y la posteridad de los impíos
será extirpada.
39De
Yahvé viene
la salvación de los justos;
Él es su fortaleza en los días aciagos.
40*Yahvé
les da ayuda y libertad;
los saca de las manos de los impíos
y los salva,
porque a Él se acogieron.
*
1 ss. En el original es alfabético así como el
Salmo 24, el 118, etc. empezando cada sentencia
con una letra del alfabeto (alefato) hebreo. En
su substancia es una exposición maravillosa de
la divina Providencia, cuya lectura y
meditación, como decía San Isidoro de Sevilla,
es medicina soberana contra las murmuraciones y
las inquietudes del alma frente a esos
escándalos atroces que harían vacilar, si
posible fuera, aun a los elegidos (Mateo 24,
24). Véase también a este respecto los Salmos
48, 72 y 93.
“No te
acalores” (cf. versículo 8): No se trata
precisamente de no envidiar la suerte de los
malos que parecen triunfar, sino de evitarnos,
por la inalterable confianza en Dios, toda
alteración de la serenidad, que es la condición
normal de la sabiduría. Ésta es de carácter
universalista, totalista; su aspiración no tiene
límites y busca lo supremo, porque vive en lo
absoluto, y de ahí que no se altere con tristeza
ni con alegría, por acontecimientos cuyo interés
sólo es parcial. Así como, en la prosperidad de
las propias obras de apostolado no se entrega a
una entera complacencia —como suele hacerlo el
hombre natural— pues ve que la humanidad sigue
sufriendo y que Cristo no ha sido aun plenamente
glorificado en la tierra, así tampoco se aflige
demasiado al ver cómo avanza el “misterio de la
iniquidad” (II Tesalonicenses 2, 7), pues Dios
sabe muy bien cuándo ha de intervenir. “A mí la
venganza, dice el Señor” (Romanos 12, 19; II
Tesalonicenses 1, 6). La Fe y la Esperanza saben
hallar aún entonces motivos de gozo por lo mismo
que la Sabiduría lo tiene así previsto y
anunciado en las profecías como preámbulo del
sumo bien que esperamos. Cf. Mateo 24, 10 ss.;
Lucas 17, 26 ss., etc.
*
4. “Esta promesa es uno de los más prodigiosos
testimonios del amor y bondad con que nos mira
Dios. El que la medita halla en ella un programa
completo de santidad: es el programa de María
que eligió esa mejor parte (Lucas 10, 42) la
cual ‘no le será quitada’ porque raros son los
que la codician, o sea, como dice Rudolfo el
Cartujo, que nadie se la disputará.” “¿Cómo
explicar tal desprecio de esa felicidad temporal
y eterna sino por la muerte de una fe que en
vano intentaría perpetuarse con obras serviles
hechas sin amor? El puro temor servil, dice
Santo Tomás, procede de una fe informe, y la fe
que salva no es esa sino la fe viva, es decir,
animada por la caridad” (P. de Segor).
*
5. El concepto que el santo Rey quiere destacar
es el de que Dios no es pasivo, sino que, muy al
contrario, se goza en tomar a su cargo nuestros
asuntos siempre que nos confiemos a Él (Santiago
1, 6; 4, 3; 1 Pedro 5, 7; Marcos 11, 23 s.).
Como un paralelo de las figuras de Marta y
María, Santo Tomás nos recuerda también las de
Lía y Raquel, haciendo notar que aquélla, muy
prolífera y de ojos legañosos (Génesis 29, 17),
“pare mucho, pero ve poco”.
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7. Sobre este silencio, cf. Salmo 38, 2 ss. y
notas.
*
8 s. Nuevo estímulo para la actitud valiente y
tranquila del sabio frente al mal y aun a la
propia persecución. No es esto valor estoico,
pues no se funda en la propia suficiencia, harto
falible, sino en la certeza de una indefectible
protección (cf. Salmo 111, 8). Véase también
Salmo 3, 7; 22, 4; 26, 1; 55, 5; 117, 16; Mateo
10, 28; Romanos 8, 31, etc.
“Serán
exterminados” (versículo 9): Cf. versículo
20; Salmo 33, 17.
“Heredarán
la tierra”: La bienaventuranza prometida por
Jesucristo en el Sermón de la Montaña (Mateo 5,
4). Allí se aplica a los mansos; aquí a los que
saben confiar en la bondad del Padre. Cf.
también los versículos 11, 22, 29 y 34.
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12. Para ponernos en guardia y quitarnos
ilusiones, se nos revela aquí una verdad muy
importante: no nos libraremos de que nos odien,
y en eso estará el sello anunciado por Jesús a
sus verdaderos discípulos (versículo 32; Salmo
34, 16; Juan 15, 19; 16, 1 ss.; 17, 14; Hechos
7, 54; Mateo 5, 10; Marc. 10, 30; II Corintios
4, 9; II Timoteo 3, 12; Lucas 19, 14; 21, 17; I
Juan 3, 13, etc.).
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13. Cf. Salmo 2, 4.
*
16. Véase Proverbios 16, 8. La moderación, fruto
de un permanente contacto con el Evangelio, es
un tesoro de paz que San Pablo llama “granjería
grande” (I Tim. 6, 6).
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20. Son innumerables las variantes propuestas
para este texto trunco en que falta el segundo
estiquio y otros están alterados. Manresa
propone:
Perecen los impíos y los enemigos del Señor,
fallecen como lo más aflorado de las manadas,
como humareda van esparcidos. Rembold
vierte:
Solamente perecen los impíos y sus hijos pedirán
pan; los enemigos del Señor son como la gloria
del campo, la cual se deshace en humo y se
desvanece (cf. Isaías 40, 6). Wutz nos ha
parecido el más aproximado a la mente del
salmista.
*
21. Si Jesús manda prestar sin interés (Lucas 6,
34 s.; cf. versículo 26) y no resistir al malo
(Mateo 5, 39 ss.), no es ciertamente porque Él
apruebe la conducta del que no devuelve. Sobre
esta obligación el Catecismo Romano (3, 8) cita
Proverbios 21, 6 y Habacuc 2, 6. Cf.
principalmente el notable Eclesiástico 29.
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23. Admirable afirmación de la Providencia.
¿Quién no se sentirá consolado por esta verdad
si cree de veras en ella? Cf. Jeremías 10, 23;
Proverbios 21, 1 y nota. Pidamos todos aumento
de fe para poder practicar esas cosas que son
agradables a Dios (Mateo 10, 30; Hebreos 11, 6;
Sabiduría 9, 10).
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25. Preciosa verdad que vemos cumplida en la
vida de Tobías padre e hijo. Cf. Salmo 127 y
notas. Jesús lleva esta doctrina hasta revelar
que la conducta de Dios con nosotros será
exactamente la que nosotros queramos. En Marcos
4, 24, hablando a sus discípulos, les dice
primero: “Mirad lo que oís” (como diciendo:
admirad la maravilla que voy a prometeros, de
conseguir todo lo que queráis). Y entonces
añade: “Con la medida con que midiereis, se
medirá para vosotros, y aún se añadirá”. Es
decir que de nosotros depende recibir una
misericordia sin límites, y que ésta será
siempre mayor que cuanto imaginábamos. Cf. Denz.
1014.
*
27.
Habitarás por siempre: “No serás arrojado de
la tierra prometida, sino que gozarás en ella
perpetuamente de los bienes materiales y
espirituales concedidos a sus moradores, en
premio de tu fidelidad a la Ley, resumida en
apartarse del mal y practicar el bien” (Prado).
*
29. “La raza de los impíos será extirpada; la de
los buenos será providencialmente mantenida en
el suelo sagrado de Palestina” (Fillion). Véase
versículo 34.
*
30 s. Cf. Introito del Común de Confesores y
Abades; Proverbios 31, 26; Isaías 51, 7.
*
32 ss. Parece a veces que triunfase el impío
asechando al hombre probo, pero al fin es Dios
quien triunfa siempre. Cf. versículo 12 y nota;
Salmo 48, 6-7 y nota.
*
34.
¡Cuenta con Yahvé! Es como si dijera:
Apuesta en favor de Él y no te fallará. ¡Por
cuántas personas y por cuántas cosas apostamos,
dice un autor, poniendo en ellas nuestra fe,
aunque sabemos —o deberíamos saber— que son
falibles! ¿No habrá nadie que quiera apostar en
favor de Dios? ¿Nadie que quiera acordarle
“crédito en descubierto”? Nótese que tal crédito
es la sola condición que su honor divino exige
(versículo 40) para colmarnos de sus bienes.
Pero este contar con Dios tiene otro aspecto no
menos importante en nuestra acción apostólica,
como lo señala elocuentemente un autor moderno:
“El objeto de todo apostolado es mostrar la
verdad de la fe, presentando las soluciones
tales como Dios las ha revelado, y Él sólo las
ha revelado como soluciones en función de Su
propia y continua actividad.” Cf. Mateo 6, 33;
Juan 5, 17. El apostolado que se llama social e
intelectual fracasa muchísimas veces porque el
hombre se empeña en presentar las soluciones en
forma tal (lógica, erudita, humanista, temporal)
que ellas puedan ser verdaderas por sí mismas,
sin esa intervención de Dios, sin que Él tenga
en ellas ningún papel activo que desempeñar, de
modo que en definitiva pudieran ser verdaderas
aunque Dios ya no existiese. Fácilmente se
comprende que esto se oponga más que ninguna
otra cosa a Sus designios paternales,
arrebatándole la gloria de su Providencia,
sustituyéndolo por la técnica de una ley fija y
quitando a las almas toda ocasión de recurrir a
Él.
Asistirás: cf. versículo 9 y 38.
*
37 s. Texto muy diversamente vertido. El sentido
parece ser que, aun en esta vida, le quedarán
hijos y bienes que aseguren su posteridad,
mientras que los impíos perecen sin ellos
(versículo 38). San Ambrosio aplica el pasaje a
los bienes que deja el justo a sus hijos, a las
buenas obras que hizo durante su vida, a los
hijos virtuosos que deja herederos de su piedad,
y a la posesión de la eternidad reservada para
los justos.
*
40.
¡Porque a Él se acogieron! Véase Salmo 32,
22 y nota.
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