Salmo 93 |
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* (Alef 1-8) (Bet 9-16) (Guimel 17-24) (Dalet 25-32) (He 33-40) (Vau 41-48) (Zain 49-56) (Het 57-64) (Tet 65-72) (Yod 73-80) (Caf 81-88) (Lamed 89-96) (Mem 97-104) (Nun 105-112) (Samec 113-120) (Ayin 121-128) (Pe 129-136) (Sade 137-144) (Qof 145-152) (Resch 153-160) (Sin 161-168) (Tau 169-176)
Dios, vengador de los suyos
1*¡Oh
Dios vengador, Yahvé,
Dios de las venganzas, muéstrate!
2Levántate,
glorioso, oh Juez del mundo;
da a los soberbios lo que merecen.
3*¿Hasta
cuándo los malvados, Yahvé?
¿Hasta cuándo los malvados triunfarán,
4proferirán
necedades con lenguaje arrogante,
se jactarán todos de sus obras inicuas?
5*Oprimen
a tu pueblo, Yahvé,
y devastan tu heredad;
6*asesinan
a la viuda y al extranjero,
y matan a los huérfanos.
7*Y
dicen: “El Señor no lo ve,
el Dios de Jacob nada sabe.”
8*Entendedlo,
oh necios entre todos;
insensatos, sabedlo al fin:
9Aquel
que plantó el oído ¿no oirá Él mismo?
Y el que formó el ojo ¿no verá?
10*El
que castiga a las naciones
¿no ha de pedir cuentas?
Aquel que enseña al hombre
¿(no tendrá)
conocimiento?
11*Yahvé
conoce los pensamientos de los hombres:
¡son una cosa vana!
12*Dichoso
el hombre
a quien Tú educas, oh Yah,
el que Tú instruyes mediante tu Ley,
13*para
darle tranquilidad
en los días aciagos,
hasta que se cave la fosa para el inicuo.
14*Puesto
que Yahvé no desechará a su pueblo,
ni desamparará su heredad,
15sino
que volverá a imperar la justicia,
y la seguirán todos los rectos de corazón.
16*¿Quién
se levantará en mi favor
contra los malhechores?
¿Quién se juntará conmigo
para oponerse a los malvados?
17*Si
Yahvé no estuviese para ayudarme,
ya el silencio sería mi morada.
18*¿Cuando
pienso: “Mi pie va a resbalar”,
tu misericordia, Yahvé, me sostiene.
19*Cuando
las ansiedades se multiplican
en mi corazón,
tus consuelos deleitan mi alma.
20*¿Podrá
tener comunidad contigo
la sede de la iniquidad,
que forja tiranía bajo apariencia legal?
21Asalten
ellos el alma del justo,
y condenen la sangre inocente;
22mas
Yahvé será para mí una fortaleza,
y el Dios mío la roca de mi refugio.
23*Él
hará que su perversidad
caiga sobre ellos mismos;
y con su propia malicia los destruirá,
los exterminará Yahvé, nuestro Dios.
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1. Veinte opiniones diversas, dice Fillion, se
han formado entre los que niegan el origen
davídico de este Salmo, que es un recurso a
Yahvé contra los inicuos opresores de Israel.
Preferimos seguir la indicación de los LXX, que
lo atribuyen a David, reconociendo con Teodoreto
que es un vaticinio de tiempos futuros, como lo
son tantos otros de los Salmos davídicos. En
cuanto trata de la fugaz prosperidad de los
soberbios y el triunfo final dado por Dios a los
humildes y débiles, coincide con los Salmos 36.
48 y 7-2, poniendo especialmente el acento
contra los abusos de los que detentan la
autoridad (cf. versículo 20).
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3 s. Véase Salmos 30, 18; 65, 5 y notas. Cf.
Judas, 15.
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5. Tu
heredad: Israel. Como María en Caná (Juan 2,
3), la oración expone simplemente a Dios la
angustia del pueblo, seguro de que su Corazón no
necesita más. Cf. versículo 14.
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6. El salmista defiende a los débiles, porque
ellos son los privilegiados del amor de Dios
(Salmos 67, 6; II Macabeos 8, 28; Santiago 1,
27). Cf. las quejas de los profetas en Isaías 1,
23; Jeremías 5, 28; Ezequiel 22, 7; Amós 4, 1,
etc.
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7. No lo
ve: “Tu paciencia, Señor, que les esconde tu
justicia, los lleva finalmente a la
incredulidad, porque no pueden comprender que Tú
veas y no castigues” (Anónimo francés del siglo
XVIII). Cf. Salmos 63, 6; 72, 11; Job 22, 13;
Eclesiástico 16, 16; Sofonías. 1, 12.
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8 ss. Habla a los prepotentes, cegados por el
orgullo; mas la admonición puede servir también
a las víctimas que desconfían del divino
auxilio. Cf. Isaías 66, 9.
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10. Vemos aquí que Dios es también juez de las
naciones y no sólo de los individuos. Cf. Joel
3, 1 ss. y notas; Mateo 25, 31 s. Las palabras
entre paréntesis restablecen, según lo propuesto
por varios modernos, el sentido y el paralelismo
en este pasaje, muy diversamente vertido.
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11. ¡Una
cosa vana! Así literalmente. Otros vierten:
un soplo
(cf. Salmo 91, 6 y nota). San Pablo cita este
versículo en la primera Epístola a los Corintios
(3, 20), cuyos cuatro primeros capítulos son la
más elocuente refutación y condenación que
existe de la suficiencia humana, ¡Cuántos libros
de pretendidos pensadores y de falsos profetas
se habrían podido evitar mediante aquel
monumento de doctrina cristiana que nos enseña a
hacernos necios para ser sabios! Véase Job 5,
13; Sabiduría 9, 13 s.; Isaías 40, 23; Romanos
1, 22; 3, 4 y 27; Gálatas 1, 12; Salmo 115, 2;
Colosenses 2, 8; I Tesalonicenses 5, 21; I Juan
4, 1; Mateo 7, 15 ss.).
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12. Tu
Ley: Otros vierten:
tu
enseñanza.
Ley
está en el sentido lato, como en el Salmo 118, y
no se trata solamente de los diez mandamientos,
sino de las incalculables lecciones de sabiduría
que nos ofrece la Palabra de Dios, Cf. Salmo
118, 99 s.; Eclesiástico 24, 39 y nota. Sobre
esta bienaventuranza, que contrasta
diametralmente con el versículo anterior, cf.
Lucas 11, 28; Apocalipsis 1, 3; Salmo 1, 1 ss. y
nota.
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13. He aquí la grande y rara sabiduría con que
Dios favorece a los que en Él confían: saber
esperar sin turbación del ánimo hasta que suene
la hora que sólo Él conoce. Cf. Salmo 36, 1 ss.
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14 s. Muestra el salmista que Israel no debe
desesperar nunca en ese estado de persecución
que para él es endémico (Calès), porque cuenta
con promesas divinas que no pueden fallar y “los
dones y vocación de Dios son inmutables”
(Romanos 11, 29). Cf. Deuteronomio 9, 27-29; 30,
1 ss.; Nehemías 1, 8 ss.; Romanos 11, 2,
etcétera. En el versículo 15 anuncia una reforma
de la vida conforme a las leyes de la justicia
divina, con la cual ‘triunfarán los de recto
corazón’ (Rembold). Cf. Salmo 71, 12 s. y nota;
Isaías 65, 17; 66, 22; II Pedro 3, 13.
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16. Claramente se nos enseña aquí que si somos
perseguidos injustamente no busquemos consuelo
en los hombres, pues no hemos de hallarlo. El
segundo hemistiquio condena la cobardía y
respeto humano. Cf. Apocalipsis 21, 8; Mateo 13,
21; 11, 6; Juan 16, 1 ss.; Romanos 9, 33; Lucas
9, 26.
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17. Esto, contrastando con el versículo
anterior, es lo que produce en el ánimo de David
ese sentimiento exquisito, tan propio de él y
tan envidiable, que él hablando con Dios llama
“la alegría de tu salvación” (Salmo 50, 14). Es
la alegría del niño, pura y plena, que parecería
audaz e insensata en esta vida llena de peligros
y que sin embargo no comporta la menor
presunción, pues la confianza en que reposa no
se funda para nada en suficiencia propia, ni en
otros hombres, sino enteramente en ese sostén
gratuito y universal que el niño espera de su
padre porque sabe que es amado y no porque lo
merezca. Por eso David llama a esto alegría “de
tu salvación”, porque no podría concebirse sino
en quien tiene la felicidad de contar
infaliblemente con su salvador (cf. versículo
sig. y nota).
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18. ¡Doctrina de consuelo incomparable para los
pequeños! Apenas me confieso a mí mismo que soy
incapaz vuela a socorrerme toda la fuerza del
Padre omnipotente (Isaías 66, 2; II Corintios 3,
5). ¡Todo lo contrario del que confía en sí
mismo! ¿Qué tratado teórico, sea filosófico o
doctrinal, podría compararse a esta enseñanza
viva? Cualquiera, aun el más párvulo, y éste
mejor que nadie (Lucas 10, 21), puede entender
la lección que aquí se enseña de confianza en la
realidad sobrenatural que, más que explicaciones
técnicas, necesita ser creída simplemente, como
un hijo cree a su padre. Tal es el valor
educativo de la Palabra de Dios.
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19. Véase Salmo 89, 13 y nota. Entre esos
consuelos el primero consiste en saber esta
doctrina infinitamente consoladora, que es la
misma expuesta por San Pablo en II Corintios 1.
La “perfecta alegría” que se cuenta de San
Francisco (“Florecillas” parte 1, capítulo 7) no
consistía en el hecho exterior de que lo
recibiesen mal y le negasen hospitalidad en una
noche lluviosa. Consistía en el hecho interior
de poder conservar el corazón alegre a pesar de
cualquier hecho exterior.
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20. ¿Acaso serías tú cómplice del impío tribunal
que sanciona injusticias en forma legal?
¡Formidable denuncia, aplicable a los jueces
prevaricadores de todos los tiempos! Véase los
Salmos 57 y 81 especialmente dedicados a ellos.
La sede
(así también Vaccari) expresa un concepto más
amplio que el de tribunal, pues en realidad se
extiende a todos los que abusan del poder (cf.
Salmo 52 y notas). La imprecación recuerda las
de Jesús contra los fariseos, escribas y
doctores de la Ley (Mateo 23, 14 ss.; Lucas 11,
39 ss.), que pretendían obrar en nombre de Dios
mientras reprobaban y condenaban a su Hijo
Jesús. Cf. Salmo 108, 7; I Reyes 14, 32 ss.;
Juan 16, 2; III Juan 9 ss.
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23. Nada más confortante que esta segura
esperanza de la justicia que un día llegará. Cf.
Salmos 7, 17 s.; 67, 2; 88, 11; 91, 10, etc.
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