Salmo 33 |
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Felicidad del justo
1*De David. Cuando fingió ante el rey Abimelec haber perdido el juicio, y
éste le desterró y él pudo salvarse.
2Quiero
bendecir a Yahvé en todo tiempo,
tener siempre en mi boca su alabanza.
3*En
Yahvé se gloría mi alma;
oigan los afligidos y alégrense.
4Enalteced
conmigo a Yahvé,
y juntos ensalcemos su Nombre.
5Busqué
a Yahvé y Él me escuchó,
y me libró de todos mis temores.
6*Miradlo
a Él
para que estéis radiantes de gozo,
y vuestros rostros
no estén cubiertos de vergüenza.
7He
aquí un miserable que clamó,
y Yahvé lo oyó, lo salvó de todas sus angustias.
8El
ángel de Yahvé monta guardia
en torno a los temerosos de Dios y los salva.
9*Gustad
y ved cuan bueno es Yahvé;
dichoso el hombre que se refugia en Él.
10*Temed
a Yahvé, vosotros, santos suyos;
los que le temen no carecen de nada.
11*Empobrecen
los ricos y sufren hambre;
pero a los que buscan a Yahvé
no les faltará ningún bien.
12*Venid,
hijos, escuchadme,
y os enseñaré el temor de Yahvé.
13
¿Ama alguno la vida?
¿Desea largos días para gozar del bien?
14Pues
guarda tu lengua del mal,
y tus labios de las palabras dolosas.
15Apártate
del mal, y obra el bien;
busca la paz, y ve en pos de ella.
16*Los
ojos de Yahvé miran a los justos;
y sus oídos están abiertos
a lo que ellos piden.
17*Yahvé
aparta su vista
de los que obran el mal,
para borrar de la tierra su memoria.
18Claman
los justos y Yahvé los oye,
y los saca de todas sus angustias.
19*Yahvé
está junto
a los que tienen el corazón atribulado
y salva a los de espíritu compungido.
20*Muchas
son las pruebas del justo,
mas de todas lo libra Yahvé.
21*Vela
por cada uno de sus huesos;
ni uno solo será quebrado.
22*La
malicia del impío lo lleva a la muerte;
y los que odian al justo serán castigados.
23*Yahvé
redime las almas de sus siervos,
y quienquiera se refugie en Él no pecará.
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1. El “epígrafe” explica las circunstancias
históricas que originaron este Salmo. David se
había refugiado en Gat, ciudad de Filistea,
donde el rey Abimelec (llamado Aquis en I Reyes
21, 13), le dio hospedaje, pero lo despidió
cuando David, para salvar su vida, se fingió
loco (véase I Reyes 21, 13-15).
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3 ss. Los
afligidos: Es lo que pide el contexto.
Algunos vierten:
los
humildes. Como vemos a continuación, el
santo rey profeta se empeña en que todos sepamos
cómo fue socorrido él, para que todos confiemos
igualmente cuando estamos en tribulación o
humillación. Así enseña Jesús a obrar en Lucas
8, 39. Cf. Mateo 11, 28 ss.
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6. Miradlo
a Él: Hay aquí toda una espiritualidad (cf.
Salmo 26, 8 y nota), que a nosotros nos es más
fácil que a Israel, pues podemos ver al Padre en
el Rostro de su Hijo y Enviado, que es su
retrato perfectísimo. Véase Juan 14, 9; Hebreos
1, 3.
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9. Gustad:
Ponderad, saboread y veréis la bondad de Dios (I
Pedro 2, 3). “Al gusto de Dios se sigue la
caridad y ojos despabilados para ver y penetrar
secretos divinos” (San Juan de la Cruz). Es lo
que se expresa en Salmo 36, 4.
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10. ¿No es un anticipo de la “añadidura” que
Jesús promete de parte del Padre en Mateo 6, 33
(cf. Salmo 36, 25)? El Evangelio dice que esos
bienes y bendiciones temporales se nos pondrán
delante, es decir, vendrán por obra directa de
Dios, si antes buscamos la gloria Suya que Él
nos ofrece. No es, pues, que el Evangelio esté
hecho para dar normas de buen éxito en la vida
temporal, como esos libros que prometen el
triunfo en los negocios o la técnica para ganar
millones. El Evangelio es “del Reino de Dios”,
que hoy está reducido a las almas, pues el mundo
y su gloria tienen por príncipe a Satanás (Juan
14, 30; Lucas 4, 6; I Juan 5, 19). Por eso Jesús
no enseña secretos humanos ni reglas de
organización o burocracia privada o pública,
sino que atribuyendo “al César lo que es del
César” (Mateo 22, 17), promete que si damos “a
Dios lo que es de Dios”, Él nos dará, como da a
los pájaros, cuanto necesitamos, en esta vida
transitoria, pues nuestro Padre sabe qué
necesitamos aun antes de que se lo pidamos
(Mateo 6, 8 y 32); Conviene meditar si creemos
eso debidamente.
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11. Nótese la consonancia con el Magníficat
(Lucas 1, 53). Los que tienen hambre de la
verdad y sed de amor son colmados por Dios
(Salmo 80, 11; Mateo 5, 6; Juan 7, 37 s.). Los
que se sienten satisfechos con su propia
suficiencia no lo buscan y por eso no lo
encuentran (cf. Lucas 11, 9 s.).
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12 ss. Esta segunda parte del Salmo reviste
carácter didáctico y recuerda mucho los Libros
sapienciales. Su tema cabal es el temor de Dios
(véase Proverbios 1, 7; Eclesiastés 12, 13).
Observar los mandamientos del Señor es tener
días dichosos porque para eso los ha dado Él
(Salmo 24, 8 y nota). Cf. I Pedro 3, 10-12.
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16. Véase Eclesiástico 15, 20; Hebreos 4, 13.
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17. Sobre esta extirpación cf. versículo 22 s.;
Salmo 36, 9.
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19. He aquí una revelación con la cual podemos
comunicar indecibles consuelos a los que sufren.
Así como en las caídas ha de consolarnos el
saber que ellas son ocasión para que podamos
crecer tanto más en el amor cuanto más haya que
perdonarnos (Lucas 7, 47), así también se nos
enseña aquí que a mayor tribulación corresponde
más envidiable compañía y asistencia del Padre
celestial (cf. Mateo 5, 4). Por eso Santiago da
como remedio a la tristeza la oración (Santiago
5, 13). Véase cómo recurrió a ella el mismo
Jesús y fue consolado (Lucas 22, 41-43). La
misericordia es lo propio de Dios (Salmo 32, 5 y
nota; I Juan 4, 8; Efesios 2, 4); de ahí que Él
esté especialmente cerca de los atribulados,
como lo enseña Jesús en Lucas 15, 11 ss. con el
ejemplo de aquel padre admirable. Es
característico de todo padre el resistir a los
soberbios y acoger a los humildes (Lucas 1, 52;
Proverbios 3, 34; Isaías 66, 2; Santiago 4, 6; I
Pedro 5, 5).
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20.
Pruebas, porque el oro necesita ser
acrisolado (I Pedro 1, 7; cf. Juan 15, 2).
Muchas tribulaciones les vendrán precisamente
por ser justos, pues Jesús enseña que el mundo
no podrá soportar a los verdaderos discípulos
(Juan 15, 18 ss.). Pero Jesús nos descubre que
en ello hay una bienaventuranza como para saltar
de gozo (Lucas 6, 22 s.) y que es la peor
calamidad el ser aplaudido por los hombres
(Lucas 6, 26). Y nos recuerda para firme
confianza, que Él es el vencedor del mundo (Juan
16, 33). Cf. Salmo 26, 5 ss.; 27, 6, etc. “Los
apóstoles, decía el gran obispo von Keppler, han
sido puestos, según San Pablo, para basura del
mundo; en cambio el Anticristo tendrá una
estatua ordenada por el falso profeta.” Véase I
Corintios 4, 13; Apocalipsis 13, 14.
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21. Obsérvese el sentido mesiánico en Juan 19,
33-39.
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22. Algunos traducen como la Vulgata: “La muerte
de los pecadores es desgraciada.”
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23. No
pecará: Así también Calès. Otros vierten:
no
perecerá (cf. versículo 17). Según lo
primero, no solamente evitará el castigo sino,
lo que es más, se librará de ofender al divino
Padre. No significa esto que vivamos sin
defectos (buenos para humillarnos) pero sí
libres del pecado. Santa Teresa de Lisieux le
pide que sólo le deje los defectos que no le
disgusten a Él.
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