Jeremías |
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Desolación y obstinación
1*
“En aquel tiempo, dice Yahvé, sacarán de sus sepulcros los
huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes,
y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los
profetas, y los huesos de los habitantes de Jerusalén;
2y los expondrán al sol y a la luna, y a toda la
milicia del cielo, a quienes ellos amaron y sirvieron, tras
los cuales anduvieron, a los que consultaron, ante los
cuales se postraron. No serán recogidos ni sepultados,
servirán de estiércol para el campo. 2Y todos los
que quedaren de esta raza perversa, en todos los lugares a
donde los habré arrojado, preferirán la muerte a la vida,
dice Yahvé de los ejércitos.
4Les dirás: Así dice Yahvé:
Acaso el que cae, ¿no se levanta luego?
y el que se va, ¿no vuelve?
5*¿Por
qué, pues, se ha desviado
este pueblo de Jerusalén, para apostatar para
siempre?
¿Por qué se obstinan en el engaño
y rehúsan convertirse?
6Estoy atento y escucho:
no hablan con sinceridad,
no hay quien se arrepienta de su maldad,
preguntándose: «¿Qué es lo que he hecho?»
Todos han vuelto a tomar su carrera,
como caballo que se lanza a la batalla.
Falsos doctores
7*Aun
la cigüeña en el aire
conoce su tiempo,
la tórtola, la golondrina y la grulla
saben cuándo han de venir:
pero mi pueblo no conoce lo debido a Yahvé.
8*¿Cómo
decís: «Sabios somos;
poseemos la Ley de Yahvé»?
más he aquí que la pluma mentirosa
de los escribas la ha convertido en mentira.
9Confundidos están los
sabios,
consternados y presos;
pues han rechazado la palabra de Yahvé.
¿Qué sabiduría puede haber en ellos?
10*Por
lo cual daré sus mujeres a otros,
y sus campos a (nuevos) poseedores,
porque desde el menor hasta el mayor,
todos se dejan llevar de la avaricia,
desde el profeta hasta el sacerdote,
todos practican el fraude.
11*Curan
la llaga de mi pueblo a la ligera,
diciendo: «¡Paz, paz!», cuando no hay paz.
12Serán
confundidos porque cometen abominaciones.
Pero en nada se avergüenzan,
ni
aun saben lo que es vergüenza.
Por
tanto caerán con los que han de caer;
serán derribados
en
el día de su castigo, dice Yahvé.
Anuncio del castigo
13*Acabaré
del todo con ellos, dice Yahvé:
no
quedará uva en la vid,
ni
en la higuera higos;
incluso el follaje se marchitará;
y
les aplicaré todavía (más castigos) que pasarán sobre
ellos.
14*
«¿Por qué nos quedamos sentados?
Congregaos, y vamos a las ciudades fuertes
para perecer allí;
pues Yahvé, nuestro Dios, nos hace perecer,
y
nos da a beber agua de hiel,
por
haber pecado contra Yahvé.
15
¿Esperar la paz? pero no viene ningún bien;
¿el
tiempo de salud? y no hay más que terror.»
16Ya
se oye desde Dan el resoplido de sus caballos;
al
relincho estrepitoso de sus corceles
tiembla toda la tierra.
Ya
llegan y devoran el país y cuanto contiene,
la
ciudad y sus habitantes.
17*Pues
he aquí que enviaré contra vosotros
serpientes y basiliscos,
contra los cuales no sirve el encantamiento;
os
morderán”, dice Yahvé.
Dolor del profeta
18*¡Oh
si hubiera consuelo en mi dolor!
mi
corazón desmaya dentro de mí.
19Oigo
la voz de la hija de mi pueblo
que
grita desde una tierra remota:
“¿Por ventura Yahvé no está más en Sión?
¿No
está ya en ella su Rey?”
“¿Por qué me provocaron con sus ídolos,
con
diosas extrañas?”
20
“¡Pasó la siega, y el verano se acabó,
y
nosotros no hemos sido salvados!”
21Por
la ruina de la hija de mi pueblo
estoy arruinado, estoy de luto,
el
espanto se ha apoderado de mí.
22*
¿No
hay ya bálsamo en Galaad?
¿No
existe médico allí?
¿Por qué, pues, no se venda (la llaga)
de
la hija de mi pueblo?
*
1. “En este
oráculo que abarca hasta el capítulo 10, hay trozos
que no parecen ocupar el lugar que les corresponde,
de donde nace la dificultad para ver el desarrollo
del discurso” (Nácar-Colunga), Sacarán de sus
sepulcros los huesos, etc.: Dispersar los huesos
de un muerto representaba la más grande ignominia
con que se podía contaminar la memoria de un hombre.
*
5. Se
obstinan, y por eso ya no son capaces de
convertirse. Es el pecado máximo, tantas veces
llorado por el mismo Dios (cf. 3, 3; 5, 3; Salmo 51,
3; Proverbios 2, 14; 18, 3; Isaías 28, 15, etc.),
quien no se cansa de invitarlos a la penitencia,
como lo hará Cristo frente a los fariseos.
*
7. Véase
Isaías 1, 3; Cantar de los Cantares 2, 12.
*
8. La
pluma: textualmente:
el
estilo,
porque escribían en tablas de cera con un
estilete que tenía la forma de punzón. Escribas
se llaman aquí los doctores de la Ley que por
mantener las propias tradiciones (Lucas 11, 52;
Mateo capítulo 23) torcían los preceptos en vez de
enseñarlos rectamente.
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10. Los
versículos 10-12 faltan en la versión de los
Setenta. Son repetición de 6, 12-15. Véase allí las
notas.
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11. El
pueblo engañado por profetas mentirosos se construye
un edificio de vanas esperanzas y falaces promesas.
La falsa paz es en ellos como un leitmotiv. Véase 4,
10; 6, 14 y notas; Miqueas 3, 5. Así será también,
según San Pablo, en los últimos tiempos. Cf. I
Tesalonicenses 5, 3.
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13. La
población no tendrá uvas ni higos, porque los
invasores van a comérselo todo y no permitirán a los
sitiados salir de la ciudad para cosechar y
vendimiar. Así lo explica San Jerónimo.
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14 ss. Se
pintan las horrorosas calamidades de la guerra que
amenaza a la ciudad impía. Los habitantes están
deliberando sobre el modo de defenderse, pero en
realidad ya han perdido la esperanza. Agua de
hiel por haber pecado: Comentando estas palabras
dice el Doctor Máximo: “Dios da a los amantes de los
goces del mundo una agua amarga, el agua de la
maldición, y los llena de quebranto, a fin de que
sepan por experiencia cuan duro y amargo es haber
abandonado a Dios y haber provocado al Señor, que es
la misma dulzura.” Cf. 2, 19.
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17. Contra
los babilonios no hay remedio. Su fuerza es
incontenible, sus armas son venenosas como
serpientes. No hay encantador que pueda dominarlas.
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18 ss. Es un
diálogo entre Dios y el profeta. Grita desde una
tierra remota: se refiere al cautiverio. Su
Rey: Dios.
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22. La
resina de los terebintos de Galaad se usaba como
bálsamo. Para el pueblo renegado no queda otra
medicina que la contrición (versículo 6). Observa a
este respecto San Crisóstomo: “Solamente la
contrición quita el pecado. Los otros pesares tienen
un resultado muy diferente... Pero si, al contrario,
sentís haber ofendido a Dios, vuestro sentimiento
destruye vuestros pecados; vuestras lágrimas, al
caer sobre las faltas, las borran.” La contrición,
dice San Efrén, cura el alma, ilumina el espíritu y
borra los pecados. El espíritu compungido es el
sacrificio más grato a Dios: Tú no despreciarás,
Señor, el corazón contrito y humillado (Salmo 50,
19).
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