Jeremías |
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Profecía del cautiverio
1*Así
me dijo Yahvé: “Ve y cómprate un cinturón de lino y ciñe con
el tus lomos; mas no lo metas en agua.” 2Compré
el cinturón, según la orden de Yahvé, y me lo puse sobre los
lomos. 3Y me llegó la palabra de Yahvé por
segunda vez, para decirme: 4 “Toma el cinturón
que compraste, y que está sobre tus lomos, y levántate, anda
al Éufrates y escóndelo allí en la hendidura de una roca.”
5Fuí y lo escondí junto al Éufrates, como Yahvé
me lo había ordenado. 6Y sucedió que pasados
muchos días, Yahvé me dijo: “Levántate, ve al Éufrates, y
saca de allí el cinturón que te mandé esconder en aquel
lugar.” 7Fuí,
pues, al Éufrates y cavé, y saqué el cinturón del
lugar donde lo había escondido; mas he aquí que estaba
podrido, y ya no era útil para nada. 8Entonces me
habló Yahvé, diciendo: 9*
“Así dice Yahvé: De esta manera destruiré la soberbia de
Judá, y el gran orgullo de Jerusalén. 10Este
pueblo malo que rehúsa oír mis palabras, que siguiendo su
obstinado corazón se va tras otros dioses, para servirles y
adorarlos, vendrá a ser como este cinturón que para nada es
útil. 11Pues así como el cinturón se adhiere a
los lomos del hombre, así había Yo unido estrechamente
conmigo a toda la casa de Israel, y a toda la casa de Judá,
dice Yahvé, a fin de que fuese el pueblo mío para mi
renombre, alabanza y gloria; mas ellos no escucharon.
12*Les
dirás esta palabra: Así dice Yahvé, el Dios de Israel:
“Todas las tinajas han de llenarse de vino.” Y te dirán:
¿Acaso no sabemos muy bien que todas las tinajas han de
llenarse de vino? 13Entonces les responderás: Así
dice Yahvé: “He aquí que Yo llenaré de embriaguez a todos
los habitantes de este país, a los reyes que se sientan en
el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas, y a
todos los moradores de Jerusalén; 14y los
estrellaré a unos contra otros, padres e hijos juntamente,
dice Yahvé. No tendré piedad, ni compasión, ni misericordia,
y no dejaré de destruirlos.”
Exhortación al arrepentimiento
15Oíd
y prestad oídos. No os ensoberbezcáis,
pues es Yahvé quien habla.
16*Dad
gloria a Yahvé, vuestro Dios,
antes que Él envíe tinieblas,
y
tropiecen vuestros pies
sobre los montes tenebrosos;
cuando Él trueque en sombra de muerte
la
luz que esperáis,
conviniéndola en densas tinieblas.
17*Mas
si no escucháis,
mi
alma llorará en secreto
a
causa de (vuestra) soberbia,
llorará amargamente,
y
mis ojos se derretirán en lágrimas
por
la cautividad de la grey de Yahvé.
18*
“Di al rey y a la reina:
Humillaos, sentaos (en el suelo),
porque se os cae de vuestras cabezas
la
corona de vuestra gloria.
19Las
ciudades del Mediodía estarán cerradas,
sin
que haya quien las abra;
todo Judá será llevado al cautiverio,
todos sin excepción.
20Levanta
tus ojos, y ve
quiénes son éstos que vienen del norte.
¿Dónde está la grey que te fue dada,
tu
magnífico rebaño?
21*
¿Qué dirás cuando Él ponga sobre ti,
por
cabeza, a tus amantes,
que
tú mismo has amaestrado contra ti?
¿No
sufrirás entonces dolores,
como una mujer que da a luz?
22*Y
si dices en tu corazón:
«
¿Por qué viene sobre mí esto?»
por
la muchedumbre de tus maldades
han
sido descubiertas tus faldas
y
manchadas las plantas de tus pies.
23*
¿Puede acaso el etíope mudar su piel,
o
el leopardo sus manchas?
Así
tampoco podéis obrar bien vosotros,
los
que estáis avezados a hacer el mal.
24Los
esparciré como la hojarasca,
que
arrebata el viento del desierto.
25Ésta
es tu suerte, la porción que Yo te he reservado,
dice Yahvé;
por
haberte olvidado de Mí,
poniendo tu confianza en la mentira.
26Pues
también Yo te descubriré las faldas (alzándolas)
sobre tu rostro,
para que se vean tus vergüenzas.
27*Tus
adulterios, tus relinchos,
la
ignominia de tu fornicación,
en
los collados y por los campos, (todas) tus
abominaciones las he visto.
¡Ay
de ti, oh Jerusalén, que no quieres purificarte!
¿Hasta cuándo esperas todavía?”
*
1 ss. Se
trata, según San Jerónimo, de una visión; según
Santo Tomás, de un acontecimiento real. El
cinturón representa al pueblo judío, ceñido a
Dios tan estrechamente como el cinturón al cuerpo
del hombre (versículo 11). Ello no obstante, caerá
Israel en la más baja depravación. Es una figura
semejante a la del ave multicolor, que explicamos en
la nota al versículo 9 del capítulo anterior.
*
9.
Destruiré la soberbia: Algún día llegaremos a
comprender que toda obra es mala si no se funda en
Dios, porque resulta tanto mayor rival y enemiga
para disputarle la gloria al único Santo (“Tu solus
Sanctus”), al único a quien le pertenece el mérito,
como fuente que es de todo posible bien. De ahí que
en toda la Escritura se fustigue, más aún que el
pecado, la falsa virtud, pues ésa viene del peor de
los pecados, que es la soberbia, ¿Qué otra cosa
significa la severidad terrible de Jesús con los
fariseos, contrastando con su infinita misericordia
con los pecadores? De ahí que el “pecado”, del cual
“convencerá al mundo el Espíritu Santo” (Juan 16,
8), no es el de las concupiscencias, sino la
incredulidad; y no un ateísmo en general, sino
la falta de aceptación de Jesús como Salvador: “por
cuanto no creyeron en Mi” (ibíd. 9), es decir, la
prescindencia de Él como si Él no nos fuese
necesario para la virtud y el bien. ¿Dónde estaría
entonces la gloria del Hijo, que el Padre quiere
darle “sobre todo nombre”, si los hombres pudieran
ser buenos sin recurrir a Él? Idéntico fue el pecado
de Israel. “Por su incredulidad” se dio entrada a
los gentiles (Romanos 11, 30). Y no fue ciertamente
un ateísmo, sino al contrario: por razones
religiosas y “en nombre del Dios bendito” Caifás
declaró blasfemo e impostor a Jesús, el Hijo a quien
Dios enviaba.
*
12 ss. Es la misma profecía bajo otra forma. Las
vasijas rotas simbolizan a Jerusalén y al pueblo
judío. “Dios llenará de vino y embriagará a todos
los moradores de Jerusalén, sin excluir a los reyes,
sacerdotes y profetas, para que vengan a chocar unos
con otros y destruirse. A estas parábolas sigue una
apremiante exhortación a la penitencia”
(Nácar-Colunga).
*
16. Dad gloria a Dios: Alabadle, sobre todo
cuando os mande pruebas y tribulaciones, “Porque el
Señor castiga a los que ama y en los cuales tiene
puesto su afecto, como lo tiene un padre con sus
hijos” (Proverbios 3, 12).
*
17. Cf. 11, 14 y nota. Se retrata aquí el corazón
sacerdotal de Jeremías, comparable al de Moisés
(Éxodo 17, 11 s.; 32, 10 ss.; Número 14, 10 ss.) y
al de Abrahán (Génesis 18, 22 ss.). Véase Salmo 105,
23 y nota. Jeremías rogaba por el pueblo aun después
de muerto (II Macabeos 15, 14).
*
18 ss. Triste cuadro profético de la desolación de
Jerusalén. La reina: la madre del rey, que
ocupaba el primer puesto entre las mujeres del
palacio (véase III Reyes 2. 19). Hasta las ciudades
del mediodía de Judea, últimos refugios de los que
huyen de Jerusalén, cerrarán sus puertas para los
fugitivos.
*
21. Has amaestrado: Desacatando la voluntad
de Dios, los reyes de Judá habían buscado la amistad
de los pueblos paganos, y también despertado su
codicia mostrándoles sus tesoros y toda su armería
(Isaías 39, 2).
*
22. Alusión al tratamiento que sufrirán las mujeres
deportadas. Serán sometidas a los trabajos más
humillantes. Véase 47, 2 y nota; Ez: 23, 29.
“Todas estas imágenes nos parecen a nosotros
demasiado crudas, acostumbrados como estamos al uso
de eufemismos, pero hay que tener en cuenta que los
orientales son mucho más realistas que nosotros y
que este realismo se refleja en su literatura”
(Nácar-Colunga).
*
23. Esta gráfica expresión fue aplicada por el
segundo Concilio de Nicea al célebre historiador
Eusebio de Cesárea quien no obstante sus repetidas
declaraciones de sumisión, insistió hasta el fin en
su negación del “homousios”, desconociendo, como los
arrianos, la consubstancialidad del Verbo con el
Padre. Véase Hebreos 6, 4; 10, 26 ss.; Eclesiástico
26, 27; II Pedro 2, 20; Mateo 12, 45.
*
27. Adulterios, relincho, ignominia, fornicación,
son expresiones que señalan la idolatría, la
cual se consideraba como adulterio, porque Dios era
el Esposo del pueblo de Israel. Véase 2, 23 s.
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