Jeremías |
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Contra los malos pastores
1
“¡Ay de los pastores que destrozan y dispersan las ovejas de
mi dehesa! —oráculo de Yahvé. 2Por eso, así dice
Yahvé, el Dios de Israel, acerca de los pastores que
apacientan mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mi grey, la
habéis desparramado y no habéis cuidado de ella. He aquí que
Yo os castigaré por la maldad de vuestras obras, dice Yahvé.
3*Yo
mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países
donde las he dispersado, y las haré volver a sus prados, y
crecerán y se multiplicarán. 4Les suscitaré
pastores que las apacienten; no temerán más, ni tendrán que
temblar; y no faltará ninguna de ellas, dice Yahvé.
Profecía mesiánica
5He
aquí que vienen días, dice Yahvé,
en
que suscitaré a David un Vástago justo,
que
reinará como rey, y será sabio,
y
ejecutará el derecho y la justicia en la tierra.
6En
sus días Judá será salvo,
e
Israel habitará en paz,
y
el nombre con que será llamado, es éste:
“Yahvé, justicia nuestra.”
7Por
eso, he aquí que vendrán días, dice Yahvé, en que ya no se
dirá: «¡Vive Yahvé, que sacó a los hijos de Israel de la
tierra de Egipto!», 8sino: “¡Vive Yahvé, que sacó
y trajo a los hijos de la casa de Israel de la tierra del
Norte y de todos los países adonde Yo los había arrojado.” Y
habitarán en su propia tierra.
Contra los falsos profetas
9*A
los profetas:
Se
me parte el corazón en mi pecho,
tiemblan todos mis huesos;
ante Yahvé y su santa palabra
estoy como un ebrio,
como un hombre embriagado de vino.
10Pues
el país está atestado de adúlteros;
a
causa de la maldición la tierra está de luto,
y
se han secado los pastos del desierto;
su
carrera se dirige hacia el mal,
y
su fuerza consiste en hacer lo que no es recto.
11*
“Porque tanto el profeta como el sacerdote han apostatado,
hasta en mi Casa he encontrado su malicia, dice Yahvé.
12Por
eso su camino les será
un
resbaladero en medio de tinieblas;
serán empujados, de modo que caigan en él;
pues haré venir sobre ellos la calamidad
en
el año en que Yo les visite, dice Yahvé.
13*En
los profetas de Samaría he visto cosas insensatas,
profetizaban por Baal,
e
hicieron errar a Israel, mi pueblo.
14Pero
en los profetas de Jerusalén he visto lo más horrible:
cometen adulterio, practican la mentira,
y
dan su apoyo a los malhechores,
para que nadie se convierta de su maldad.
Todos ellos son para Mí como Sodoma,
y
sus habitantes como Gomorra.”
15*Por
tanto, así dice Yahvé de los ejércitos contra los profetas:
“He
aquí que les daré para comida ajenjo,
y
para bebida agua envenenada,
porque de los profetas de Jerusalén
la
impiedad se ha difundido sobre todo el país.
16*Así
dice Yahvé de los ejércitos: No escuchéis las palabras de
los profetas que os profetizan; os embaucan, os cuentan las
visiones de su imaginación, que no son de la boca de Yahvé.
17Repiten
a los que me desprecian:
«Yahvé ha dicho: Tendréis paz»;
y a
cuantos siguen su obstinado corazón
les
dicen: «Ningún mal vendrá sobre vosotros.»
18¿Quién
(de ellos) asistió al consejo de Yahvé, vio y oyó su
palabra? ¿Quién prestó oído para escuchar lo que Él dijo?
19*Ved
que de Yahvé viene un furioso torbellino,
una
tempestad impetuosa, que descargará sobre la cabeza de los
impíos.
20No
cesará la ira de Yahvé, hasta que ejecute y cumpla
los
designios de su corazón.
Al
fin de los tiempos lo comprenderéis.
21Yo
no enviaba a esos profetas,
ellos (de suyo) corrían;
Yo
no les hablaba, y sin embargo profetizaban.
22*Si
han asistido a mi consejo,
que
comuniquen mis palabras a mi pueblo,
y
lo conviertan de su mal camino,
y
de la maldad de sus obras.
23
¿Soy Yo Dios sólo de cerca?
dice Yahvé.
¿No
soy también Dios de lejos?
24
¿Acaso un hombre puede ocultarse en escondrijo alguno,
sin
que lo vea Yo? dice Yahvé.
¿No
lleno Yo el cielo y la tierra? dice Yahvé.
25*He
oído lo que dicen los profetas, los que en mi nombre
profetizan mentiras, diciendo: «He tenido un sueño, he
tenido un sueño.» 26¿Hasta cuándo ha de durar
esto en el corazón de esos profetas que profetizan mentiras,
y presentan como vaticinios las imposturas de su corazón?
27Por sus sueños que unos a otros se van
contando, quieren que mi pueblo olvide mi nombre, como sus
padres olvidaron mi nombre por amor de Baal. 28*El
profeta que tenga un sueño cuente el sueño; y el que reciba
palabra mía, proclame mi palabra con fidelidad.
¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Yahvé.
29*¿No
es mi palabra como fuego, dice Yahvé,
y
como martillo que quebranta la roca?
30Por
eso, he aquí que estoy contra esos profetas, dice Yahvé, que
se roban mutuamente mis palabras. 31He aquí que
estoy contra esos profetas, dice Yahvé, que se valen de sus
lenguas para hablar en tono de oráculo. 32He aquí
que estoy contra esos profetas que sueñan mentiras, dice
Yahvé, y contándolos extravían con sus mentiras y
fanfarronadas a mi pueblo. Yo no los he enviado ni les he
dado orden alguna. De ninguna manera aprovechan a este
pueblo, dice Yahvé.
¿Cómo ha de hablar el profeta?
33*Cuando
te preguntare este pueblo, o un profeta, o un sacerdote,
diciendo: «¿Cuál es la carga de Yahvé?» les responderás: La
carga sois vosotros, y Yo os desecharé, dice Yahvé. 34Y
si el profeta, o el sacerdote, o el pueblo, dijere: «Carga
de Yahvé», Yo castigaré a tal hombre y a su casa. 35Así
habéis de decir cada uno a su compañero, y cada cual a su
hermano: « ¿Qué ha respondido Yahvé?» «¿Qué dijo Yahvé?»
36Mas no digáis más «Carga de Yahvé», pues la
carga de cada cual será su propia palabra; ya que habéis
pervertido las palabras del Dios vivo, Yahvé de los
ejércitos, nuestro Dios. 37Así has de preguntar
al profeta: «¿Qué te ha respondido Yahvé?», «¿Qué es lo que
dijo Yahvé?» 38Pero si decís: «Carga de Yahvé»,
entonces, así dice Yahvé: Porque decís todavía esta palabra:
«Carga de Yahvé», después de haberos Yo prohibido decir:
«Carga de Yahvé», 39por eso he aquí que os
olvidaré del todo, y os desecharé, al par que la ciudad que
di a vosotros y a vuestros padres; 40y traeré
sobre vosotros oprobio sempiterno, ignominia eterna, cuya
memoria nunca se borrará.”
*
3 ss. Reuniré el resto: El “resto”, las
“reliquias” del pueblo, y términos semejantes,
tienen muchas veces en boca de los profetas un sabor
mesiánico, y se refieren a la restauración de
Israel, no a la mezquina restauración después de los
setenta años del cautiverio babilónico, sino a una
restauración relacionada con la conversión de Israel
(cf. Deuteronomio 28, 68 y nota). No obstante la
aflicción actual, dice el profeta, os resplandecerá
un porvenir dichoso, con la venida del Mesías, el
Vástago justo de la estirpe de David (versículo
5) que fundará un reino de paz y de justicia. El
término profético Vástago justo, es empleado
la primera vez por Isaías (4,
2),
Jeremías vuelve a usarlo en
33,
15, y Zacarías en 3, 8 y 6, 12, siempre para
designar al Mesías (Crampón). Véase también los
Salmos 46-48; 71; 92-99; Isaías 7, 14; 11, 1 ss.;
16,5; 18,7; 32,. 1; 33,17; 34,4; 35, 5, etc. La
profecía no se detiene en la primera venida de
Cristo, sino que abarca hasta los últimos tiempos,
pues en su primera venida Cristo no ejecutó el
derecho y la justicia en la tierra (final del
versículo 5), sino que se sometió a jueces viles e
injustos, y padeció la muerte de los peores
criminales. Según Hechos de los Apóstoles 15, 14-17
ha de esperarse aún su cumplimiento. Tampoco llamaba
la nación judía a Cristo “Justicia nuestra”
(versículo 6). Esta expresión, que corresponde al
significado; nuestra salvación, es por sí misma una
admirable profecía mesiánica. “Los pasajes en que
Jeremías menciona directamente la persona de Cristo
son bastantes raros; éste es uno de los más hermosos
y de los más importantes. Cf. 30, 9; 33, 15-18”
(Fillion). Pío XI cita este pasaje en la Encíclica
“Quas Primas” para mostrar la Realeza de Cristo.
*
9 ss. Tremendo oráculo contra los sacerdotes
y falsos profetas que procuraban frustrar la
misión de Jeremías, por lo cual serán castigados más
que el pueblo. Véase 12; 10; 14, 18 y nota.
*
11. Alusión a la idolatría que había llegado a
practicarse en el mismo Templo (véase 7, 30; 32, 34;
Ezequiel 8, 10; 23, 39, etc.). Se refiere también a
la conducta de los sacerdotes y a su mal ejemplo. La
dignidad de los sacerdotes- es grande, dice San
Jerónimo, pero su ruina no es menos grande, si
pecan. San Ambrosio dice que su conducta debe
corresponder a su dignidad, para que; siendo el
honor sublime, no sea la vida infame, y siendo la
profesión divina, no sean criminales las obras, y el
nombre no llegue a ser vano, y gravísimo el crimen.
*
13. Los profetas del reino de Israel (Samaría)
propagaban, por cierto, el culto de Baal, pero no
eran tan malos como los del reino de Judá que, a
pesar de conocer la Ley de Dios y poseer el Templo,
inducían al pueblo a la idolatría, llamada aquí
adulterio (versículo 14) como en muchos pasajes de
la Sagrada Escritura. Véase 13, 27 y nota; Ezequiel
16.
*
15. Véase 9, 15, donde se dirige la misma amenaza a
todo el pueblo.
*
16 ss. Dios
es el único que tiene derecho a hablar, y defiende
celosamente ese derecho. Los falsos profetas simulan
conocer los designios de Dios, como si asistieran a
su consejo (versículo 18). En realidad no anuncian
más que los deseos de su corazón y lo que gusta a
los oyentes. Dios les formula una maldición mortal
en Deuteronomio 18, 20; y Jesús nos previene muchas
veces contra ellos, advirtiéndonos que los
conoceremos por sus frutos (Mateo 7, 16). Para ello
los desenmascara en el banquete del fariseo (Lucas
11, 37-54) y en el gran discurso del Templo (Mateo
capítulo 23), y señala como su característica la
hipocresía (Lucas 12, 1), esto es, que se
presentarán no como revolucionarios antirreligiosos,
sino como “lobos con piel de oveja” (Mateo 7, 15).
Su sello será el aplauso con que serán recibidos
(Lucas 6, 26), así como la persecución será el sello
de los profetas verdaderos (ibíd. 22 s.). Sobre este
mismo concepto, de la ortodoxia aparente e
hipócrita, insisten todos los escritores inspirados
del Nuevo Testamento. San Pablo dice que “mostrarán
apariencia de piedad” (II Timoteo 3, 5) y que si
“Satanás se transforma en ángel de luz”, no podemos
extrañar que sus ministros se transfiguren en
ministros de justicia y apóstoles de Cristo (II
Corintios 11, 13-15). Cf. Ezequiel 13, 7 y nota.
*
19 s. El
torbellino es imagen del juicio y castigo. Cf.
Salmo 49, 2ss.; 75, 8ss.; 96, 2ss.; Isaías 13, 9
ss.; 24, 19 ss.; 66, 15; Ezequiel 32, 7; Joel 2, 30,
etc. Al fin de los tiempos lo comprenderéis
(versículo 20): Cf. 30, 24. Análoga indicación se
hace a Daniel (Daniel 12, 8 ss.), lo cual debe
ilustrarnos y consolarnos cuando hallamos que alguna
profecía supera nuestro entendimiento. Véase 30, 24;
Isaías 60, 22.
*
22.
Asistido o mi consejo: La profecía de
Amós nos enseña que Dios no obra sin revelar antes
sus propósitos a los profetas. No puede haber mayor
atractivo que éste, para que procuremos conocerlos,
con lo cual el Señor promete aquí desviarnos de
nuestros errores y vicios. Por donde se ve que las
profecías encierran mucha mayor santidad de lo que
solemos pensar (Amós 3, 7).
*
25. Dios a
veces se manifiesta en sueños (Génesis 28,
12; 37, 5 ss.), mas en general expresa su voluntad
por otros conductos, en particular por su palabra.
*
28. La paja significa la falsa profecía; el
trigo la
verdadera.
*
29. Es éste
uno de los pasajes más elocuentes sobre el poder de
la palabra de Dios, superior a toda especulación
humana, y sobre la eficacia que tiene cuando se la
usa rectamente. Cf. Isaías 55, 11 y nota; Daniel 2,
34 y 45; Oseas 6, 5; Hebreos 4, 12. Según San
Crisóstomo, la palabra de Dios suple a los milagros.
“La prueba es que San Pablo, admirado por todas
partes como obrador de milagros, no por eso dejó de
manejar la palabra. Y otro del mismo sacro coro
apostólico nos exhorta a que atendamos a la fuerza y
a la virtud de la palabra, diciendo: «Estad
apercibidos para la defensa ante cualquiera que os
pidiere razón de vuestra esperanza» (I Pedro 3, 15).
Y los apóstoles todos no por otro motivo
encomendaron en la ocasión que sabemos (Hechos de
los Apóstoles 6, 2) a Esteban y sus compañeros el
cuidado de las viudas, sino para dedicarse ellos más
holgadamente al ministerio de la palabra... Y como
los enemigos nos atacan por todas partes y sin
tregua, no tenemos otro remedio que fortificarnos
con la palabra divina, no sólo si queremos no ser
alcanzados de los dardos de nuestros enemigos, sino
también disparar nosotros certeramente contra ellos.
Por lo cual, grande empeño tenemos que poner para
que la palabra de Cristo habite en nosotros
copiosamente” (De Sacerdocio, lib. IV). Pero no
olvidemos que, como dice San Atanasio, “para el
estudio de la verdadera inteligencia de las
Escrituras es necesaria también una vida piadosa, un
corazón puro y el ejercicio de las virtudes
cristianas, a fin de que el espíritu por este
camino, pueda alcanzar y comprender aquello que
anhela, tanto cuanto es dado a la naturaleza humana
alcanzar un conocimiento sobre Dios, el Logos. Sin
esta rectitud de intención y sin esta imitación de
la vida de los santos, nadie puede entender el
lenguaje de los santos” (De Incarnatione Verbi).
*
33. Llaman carga
las profecías de Jeremías porque no les agradaban.
Carga es también un término que usan los profetas
para designar las profecías conminatorias. Véase
Isaías 13, 1; 14, 28; 15, 1; 17, 1; 19, 1, etc. Lo
mismo que Jesús en Lucas 19, 22 y Mateo 23, 4, Dios
se indigna aquí contra los que, pensando mal de su
misericordia, no conciben palabras de Dios que no
sean una carga, una amenaza o un pesado mandamiento,
olvidando que toda la Sagrada Biblia es un inmenso
mensaje de amor paternal (Hechos de los Apóstoles
15, 10).
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