LUCAS 3 |
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II. PREPARACIÓN DE JESÚS
PARA LA VIDA PÚBLICA
(3, 1 - 4, 13)
Predicación de Juan Bautista.
1
El año décimoquinto del reinado de
Tiberio César, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea,
Herodes tetrarca de Galilea, Filipo su hermano tetrarca
de Iturea y de la Traconítida, y Lisanias tetrarca de
Abilene*,
2
bajo el pontificado de Anás y Caifás*,
la palabra de Dios vino sobre Juan, hijo de Zacarías, en
el desierto.
3
Y recorrió toda la región del Jordán,
predicando el bautismo de arrepentimiento para la
remisión de los pecados,
4
como está escrito en el libro de los vaticinios del
profeta Isaías: “Voz de uno que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas*.
5
Todo valle ha de rellenarse, y toda montaña y colina
ha de rebajarse; los caminos tortuosos han de hacerse
rectos, y los escabrosos, llanos*;
6
y toda carne
verá la salvación de Dios”.
7 Decía, pues, a las multitudes que
salían a hacerse bautizar por él: “Raza de víboras,
¿quién os ha enseñado a escapar de la cólera que os
viene encima?
8
Producid frutos
propios del arrepentimiento. Y no andéis diciendo dentro
de vosotros: “Tenemos por padre a Abrahán”. Porque os
digo que de estas piedras puede Dios hacer que nazcan
hijos a Abrahán*.
9
Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles;
todo árbol que no produce buen fruto va a ser tronchado
y arrojado al fuego”.
10
Preguntábanle las gentes: “¡Y bien! ¿qué debemos
hacer?”
11
Les respondió y dijo: “Quien tiene dos túnicas, dé
una a quien no tiene; y quien víveres, haga lo mismo”.
12
Vinieron también los publicanos*
a hacerse bautizar, y le dijeron: “Maestro, ¿qué debemos
hacer?”
13
Les dijo: “No hagáis pagar nada por encima de vuestro
arancel”.
14
A su vez unos soldados le preguntaron: “Y nosotros,
¿qué debemos hacer?” Les dijo: “No hagáis extorsión a
nadie, no denunciéis falsamente a nadie, y contentaos
con vuestra paga”.
15
Como el pueblo
estuviese en expectación, y cada uno se preguntase,
interiormente, a propósito de Juan, si no era él el
Cristo,
16
Juan respondió a todos diciendo: “Yo, por
mi parte, os bautizo con agua*.
Pero viene Aquel que es más poderoso que yo, a quien yo
no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él
os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
17
El aventador está en su mano para limpiar su era y
recoger el trigo en su granero, pero la paja la quemará
en un fuego que no se apaga”.
18 Con estas y otras muchas
exhortaciones evangelizaba al pueblo.
19
Pero Herodes,
el tetrarca, a quien él había reprendido a causa de
Herodías, la mujer de su hermano, y a causa de todas sus
maldades,
20
añadió a todas
éstas la de poner a Juan en la cárcel.
Bautismo de Jesús.
21
Al bautizarse toda la gente, y habiendo
sido bautizado también Jesús, y estando Éste orando, se
abrió el cielo*,
22
y el Espíritu
Santo descendió sobre Él, en figura corporal, como una
paloma, y una voz vino del cielo: “Tú eres mi Hijo, el
Amado; en Ti me recreo”.
Genealogía de Jesús.
23
Y el mismo Jesús era, en su iniciación,
como de treinta años, siendo hijo, mientras se creía de
José, de Helí*,
24
de Matat, de
Leví, de Malquí, de Jannaí, de José,
25
de Matatías, de Amós, de Naúm, de Eslí,
de Naggaí,
26
de Maat, de Matatías, de Semeín, de Josech, de Jodá,
27
de Joanán, de Resá, de Zorobabel, de Salatiel, de
Nerí,
28
de Melquí, de Addí, de Kosam, de Elmadam, de Er,
29
de Jesús, de Eliezer, de Jorim, de Matat, de Leví,
30
de Simeón, de Judá, de José, de Jonam, de Eliaquim,
31
de Meleá, de Menná, de Matatá, de Natán, de David*,
32
de Jessaí, de
Jebed, de Booz, de Salá, de Naassón,
33
de Aminadab, de Admín, de Arní, de Esrom,
de Farés, de Judá,
34
de Jacob, de Isaac, de Abrahán, de Tara,
de Nachor,
35
de Seruch, de Ragau, de Falec, de Eber, de Salá,
36
de Cainán, de Arfaxad, de Sem, de Noé, de Lamec,
37
de Matusalá, de Enoch, de Járet, de Maleleel, de
Cainán, de Enós, de Set, de Adán, de Dios.
1. A pesar de las
múltiples
indicaciones no
es posible fijar exactamente el
año en
que el Bautista empezó a predicar y bautizar.
Probablemente fue el año 28 de nuestra era.
2. No había más
que un solo sumo
sacerdote:
Caifás. Anás, su suegro, que había sido sumo
sacerdote, se menciona aquí, así como en la
Pasión de Cristo, por el influjo que aún tenía.
4. Véase 1, 17 y
nota; Is. 40, 3-5; Mt. 3, 3; Mc. 1, 2-3; Jn. 1,
23.
Voz de uno que clama:
Juan era todo
voz, dice S. Ambrosio: la voz del Espíritu que
anunciaba al Verbo.
5. El sentido
profético-histórico de estas palabras de Isaías
se refería a las naciones gentiles que debían
ser humilladas antes del triunfo mesiánico. Cf.
Za. 1, 11; Mal. 3, 1.
8. Aquí se
condena la
idolatría de la sangre. Dios no tiene en
cuenta la raza o descendencia natural, sino el
arrepentimiento y la sinceridad de conciencia.
12. Los
publicanos
o
recaudadores de impuestos, eran sumamente
odiados por sus injustas exacciones.
16. El bautismo
de Juan era para dar el arrepentimiento en que
Israel debía recibir al Mesías. Véase Hch. 19,
4. Cf. Rm. 6, 1 ss.
21. No puede
sorprendernos la
humildad de Juan (v. 16)
cuando vemos aquí al Verbo encarnado
sometiéndose, para dar ejemplo, al bautismo de
la penitencia.
23. S. Mateo (1,
1 ss.) presenta a Jesús como hijo de Abrahán y
de David, esto es: miembro del pueblo de Israel
y heredero de su cetro. Como esta herencia se
transmitía por línea masculina, Mateo expone, en
forma descendente, la
genealogía
legal de Jesús, o sea la de
San José,
quien aparecía legalmente como su padre. S.
Lucas, que acaba de mostrar aquí (v. 22) a Jesús
como Hijo de Dios, nos da a continuación una
genealogía ascendente que llega hasta Dios y
cuyos personajes son distintos de los
presentados por Mateo, lo cual inclina a pensar
desde luego que no se refiere ya al mismo S.
José, y tanto más cuanto que, en Mateo, la
descendencia de David es por Salomón (línea
real) y en Lucas por Natán. Dura cosa sería
además aceptar la opinión de que ambos
evangelistas hubiesen omitido darnos la
verdadera y única genealogía de Jesucristo, que
es la de “María su madre”. Una lectura atenta
del texto griego muestra que la versión más
probable de este texto es la que toma “hos” en
el sentido de “mientras”, como se hace en Ga. 6,
10; Jn. 12, 36, etc., y sobre todo como lo hace
el mismo Lucas, v. gr. en 24, 32 donde lo usa
por dos veces diciendo: “¿No es verdad que
nuestro corazón estaba ardiendo entre nosotros
mientras
nos hablaba en el camino,
mientras
nos abría las Escrituras?” Resulta así que
Jesús, en tanto que se le tenía por hijo de
José, lo era en realidad –por la Virgen– de Elí,
abreviación de Eliaquim (que significa lo mismo
que Joaquín, según una tradición padre de María
y abuelo del Señor) y, en consecuencia, de todos
los ascendientes de Elí hasta Adán, y también
del mismo Dios. Creemos que las opiniones que se
han apartado de esta interpretación literal, por
lo demás ampliamente fundada en la obra de Heer
“El árbol genealógico de Jesús” (Friburgo 1910),
partieron de los textos latinos que usan –para
indicar cada generación– la expresión “qui
fuit”, introduciendo un elemento nuevo ausente
en el original griego, en el cual se lee
simplemente “tu”, que se traduce por “de”, esto
es, “hijo de”. Véase 1, 27 y nota.
31. Natán era,
como Salomón, hijo de David por Betsabee (1 Cro.
3, 5), la mujer que éste quitó a Urías (2 Sam. 11); por donde vemos la
indecible humildad de Jesús que no desdeñó
llevar esa sangre. Véase la nota a 1 Tm. 1, 4.
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