LUCAS 2 |
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22 | 23 | 24 |
Nace en Belén el Salvador del
mundo.
1
En aquel
tiempo, apareció un edicto del César Augusto*,
para que se hiciera el censo de toda la tierra.
2
Este primer
censo, tuvo lugar cuando Quirinio era gobernador de
Siria.
3
Y todos iban a hacerse empadronar, cada uno a su
ciudad.
4
Subió también José de Galilea, de la ciudad de
Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama
Betlehem, porque él era de la casa y linaje de David,
5
para hacerse inscribir con María su
esposa, que estaba encinta.
6
Ahora bien, mientras estaban allí, llegó
para ella el tiempo de su alumbramiento*.
7
Y dio a luz a su hijo primogénito*;
y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en la hostería.
8
Había en aquel contorno unos pastores acampados al
raso, que pasaban la noche custodiando su rebaño,
9
y he aquí que
un ángel del Señor se les apareció, y la gloria del
Señor los envolvió de luz, y los invadió un gran temor.
10
Díjoles el ángel: “¡No temáis! porque os
anuncio una gran alegría que será para todo el pueblo:
11
Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador,
que es Cristo Señor.
12
Y esto os servirá de señal: hallaréis un
niño envuelto en pañales, y acostado en un pesebre”.
13
Y de repente
vino a unirse al ángel una multitud del ejército del
cielo, que se puso a alabar a Dios diciendo:
14
“Gloria a Dios en las alturas, y en la
tierra paz entre los
hombres (objeto)
de la buena voluntad”.
Adoración de los pastores.
15
Cuando los ángeles se partieron de ellos
al cielo, los pastores se dijeron unos a otros:
“Vayamos, pues, a Betlehem y veamos este acontecimiento,
que el Señor nos ha hecho conocer”.
16
Y fueron a prisa, y encontraron a María y a José, y
al niño acostado en el pesebre.
17
Y al verle, hicieron conocer lo que les
había sido dicho acerca de este niño.
18
Y todos los que
oyeron, se maravillaron de las cosas que les referían
los pastores.
19 Pero María retenía todas estas
palabras ponderándolas en su corazón.
20
Y los pastores
se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo
que habían oído y visto según les había sido anunciado.
Circuncisión y Presentación en
el Templo.
21
Habiéndose
cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron
por nombre Jesús, el mismo que le fue dado por el ángel
antes que fuese concebido en el seno.
22 Y cuando se cumplieron los días de
la purificación*
de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a
Jerusalén a fin de presentarlo al Señor,
23
según está escrito en la Ley de Moisés: “Todo varón
primer nacido será llamado santo para el Señor”,
24
y a fin de dar
en sacrificio, según lo dicho en la Ley del Señor, “un
par de tórtolas o dos pichones”.
La profecía de Simeón.
25
Y he aquí que había en Jerusalén un
hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que
esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo
era sobre él.
26
Y le había sido
revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte
antes de haber visto al Ungido del Señor.
27
Y, movido por el Espíritu, vino al
templo; y cuando los padres llevaron al niño Jesús para
cumplir con Él las prescripciones acostumbradas de la
Ley,
28
él lo tomó en
sus brazos, y alabó a Dios y dijo:
29
“Ahora, Señor, despides a tu siervo en
paz, según tu palabra*,
30
porque han visto mis ojos tu salvación,
31
que preparaste a la faz de todos los pueblos.
32
Luz para revelarse a los gentiles, y para gloria de
Israel, tu pueblo”.
33
Su padre y su madre estaban asombrados de
lo que decía de Él.
34
Bendíjolos entonces Simeón, y dijo a
María, su madre: “Este es puesto para ruina y para
resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal
de contradicción*
–
35
y a tu misma alma, una espada la traspasará–, a fin
de que sean descubiertos los pensamientos de muchos
corazones”*.
La profetisa Ana.
36
Había también una profetisa, Ana, hija de
Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada; había
vivido con su marido siete años desde su virginidad;
37
y en la viudez,
había llegado hasta los ochenta y cuatro años, y no se
apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en
ayunos y oraciones.
38
Se presentó también en aquel mismo
momento y se puso a alabar a Dios y a hablar de aquel (niño)
a todos los que esperaban la
liberación de Jerusalén.
39 Y cuando hubieron cumplido todo lo
que era exigido por la Ley del Señor, volvieron a su
ciudad de Nazaret en Galilea.
40
El niño crecía y se robustecía, lleno de sabiduría; y
la gracia de Dios era sobre Él.
Jesús entre los doctores.
41
Sus padres iban cada año a Jerusalén, por
la fiesta de Pascua.
42
Cuando tuvo doce años, subieron, según la
costumbre de la fiesta;
43
mas a su regreso, cumplidos los días, se
quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo
advirtiesen*.
44
Pensando que Él
estaba en la caravana, hicieron una jornada de camino, y
lo buscaron entre los parientes y conocidos.
45
Como no lo hallaron, se volvieron a
Jerusalén en su busca.
46
Y, al cabo de tres días lo encontraron en
el Templo, sentado en medio de los doctores,
escuchándolos e interrogándolos;
47
y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su
inteligencia y de sus respuestas.
48
Al
verlo (sus padres)
quedaron admirados y le dijo
su madre: “Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu
padre y yo, te estábamos buscando con angustia”.
49 Les respondió:
“¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que
Yo esté en lo de mi Padre?”*
50
Pero ellos no
comprendieron*
las palabras que les habló.
51 Y bajó con ellos y volvió a
Nazaret, y estaba sometido a ellos, su madre conservaba
todas estas
palabras (repasándolas) en su
corazón*.
52 Y Jesús crecía en
sabiduría*,
como en estatura, y en favor ante Dios y ante los
hombres.
1. Véase Mi. 5,
2. Sin saberlo, el emperador romano
Augusto
fue el
instrumento por el cual Dios dio cumplimiento a
la profecía de Miqueas 5, 1 de que el Caudillo
de Israel nacería en Belén, aunque María y José
vivían lejos de allí, en Nazaret, que dista más
de cien kms. de la ciudad de Belén.
6. El nacimiento
se hizo en forma milagrosa, pues María pudo
atender personalmente al Niño adorable para el
cual “no
hubo lugar en la hostería”. ¿No es ésta una
figura del mundo y de cada corazón, donde los
otros “huéspedes” no dejan lugar para Él?
7.
Primogénito
es un
término de la Ley mosaica. Así se llamaba al
primero, aunque fuese hijo único (Ex. 13, 2).
Cf. Mt. 1, 23 y nota.
22 ss. La Virgen
purísima no tenía que “purificarse”: sin embargo
se sometió, como Jesucristo,
a la ley judía que prescribía la purificación de
la madre en el plazo de 40 días. La ofrenda es
la de los pobres (Ex. 13, 2; Lv. 12, 2-8).
29. La oración
de Simeón es el “Nunc dimittis”, que se reza en
el Oficio de Completas.
34.
Contradicción:
Es el
gran misterio de todo el Evangelio. Véase cómo
actúa este misterio, en Mt. 13, 5-7. Cf. 7, 23 y
nota.
35. Por la
profecía de
Simeón
se despierta en
el alma de María el presentimiento de un
misterio infinitamente doloroso en la vida de su
Hijo. Hasta entonces Ella no había escuchado
sino las palabras de Gabriel que le anunciaba
para Jesús el trono de su padre David (1, 32).
Simeón las confirma en el v. 32, pero introduce
una espada
–el rechazo del Mesías por Israel (v. 34)–
cuya inmensa tragedia conocerá María al pie de
la Cruz. Cf. Jn. 19, 25 y nota.
49. La voluntad del
Padre es todo para Jesús. ¿Cómo podría oponerse
a ella el amor de la familia?
50.
No comprendieron:
Sobre
este misterio de la ignorancia de María véase v.
35; 1, 55 y notas. María, pues, no obstante ser
quien era, vivió de fe como Abrahán (Rm. 4, 18).
De esa fe que es la vida del justo (Rm. 1, 17);
de esa fe que Isabel le elogió como su virtud
por excelencia (1, 45).
51.
Conservaba todas
estas palabras,
“como rumiándolas
y meditándolas diligentísimamente” (S. Beda).
Véase v. 19 y cap. 11, 28. Por esta declaración
del evangelista se cree que él escuchó de labios
de María muchas cosas, especialmente éstas
relativas a la infancia de Jesús, que S. Lucas
es el único en referir.
52.
Crecía en
sabiduría:
No quiere decir
que Jesús la tuviese menor en ningún momento,
sino que la iba manifestando, como convenía a
cada edad de su vida santísima.
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