Iglesia Remanente

Ezequiel 6



1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
22 23 24 25 26 27 28
29 30 31 32 33 34 35
36 37 38 39 40 41 42
43 44 45 46 47 48  


 
La idolatría de Israel

1Me fue dirigida la palabra de Yahvé que dijo: 2“Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia los montes de Israel, y profetiza contra ellos. 3*Dirás: ¡Oh montes de Israel! escuchad la palabra del Señor, Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé, a los montes y a los collados, a las hondonadas y a los valles: He aquí que Yo voy a traer sobre vosotros la espada y destruiré vuestros lugares altos. 4Serán derribados vuestros altares y quebradas vuestras imágenes del sol, y (os) haré caer muertos delante de vuestros ídolos. 5Y arrojaré los cadáveres de los hijos de Israel delante de sus ídolos, y esparciré vuestros huesos en torno a vuestros altares. 6En todos los lugares donde moráis, serán destruidas las ciudades y devastados los lugares altos, a fin de que queden asolados vuestros altares, y vengan a ser una desolación, y sean quebrados y aniquilados vuestros ídolos, y sean rotas vuestras imágenes del sol, y se acaben vuestras obras. 7Entonces cuando caigan vuestros muertos en medio de vosotros, conoceréis que Yo soy Yahvé.

8Mas os dejaré un resto de los que entre las naciones escapen a la espada, cuando andéis dispersos por los países. 9*Y vuestros escapados se acordarán de Mí en medio de las naciones adonde fueren llevados cautivos, cuando Yo quebrante su corazón fornicario que se apartó de Mí, y sus ojos adúlteros que fueron tras sus ídolos. Entonces tendrán asco de sí mismos, a causa de las maldades que han cometido, (manchándose) con todas sus abominaciones. 10Y conocerán que Yo soy Yahvé. No en vano he dicho que les mandaré estos males.

11Así dice el Señor, Yahvé: Da golpes con tu mano, y golpes con tu pie y di: ¡Ay! ¡Cuán grandes son todas las abominaciones de la casa de Israel, por las cuales caerán a espada y de hambre y de peste! 12*El que esté lejos, de peste morirá, y el que este cerca, a espada caerá; y el que quedare para sufrir el sitio, de hambre morirá; así desahogaré en ellos mi ira. 13*Y conoceréis que Yo soy Yahvé, cuando sus muertos yazcan en medio de sus ídolos, en derredor de sus altares, en cada colina elevada, en la cima de todos los montes, debajo de todo árbol frondoso y debajo de toda encina tupida; lugares donde ofrecían olor grato a todos sus ídolos. 14*Extenderé mi mano contra ellos, y dejaré el país desolado y devastado desde el desierto hasta Dibla en todos los lugares donde habitan; y conocerán que Yo soy Yahvé.”



* 3. Vuestros lugares altos: montes y collados donde se daba culto a Baal y en su honor se erguían las massebas o piedras de culto. En honor de Astarté se erigían ascheras o “árboles frondosos”. Como nos muestran las excavaciones realizadas en Guécer, los simulacros de Baal consistían en columnas de piedra erigidas delante del altar. Véase Jueces 2, 11 y 13; 10, 6; I Reyes 7, 3; 12, 10; III Reyes 16, 31 ss.; IV Reyes 23, 13 ss.; Isaías 57, 3 ss.; Jeremías 7, 31, etc.

* 9. Fornicación y adulterio se toma en sentido espiritual: idolatría. Véase Isaías 57, 3; Oseas 5, 7, etc. Cuando Yo quebrante su corazón: “yo haré que se arrepientan y ésta será la prueba de que Dios no ha hablado en vano” (Bover-Cantera).

* 12. Estas espantosas conminaciones, que hemos visto cumplirse más de una vez en Israel, y aun en nuestros días, han de ser para nosotros algo más que una simple enseñanza histórica, pues de ellas nos deduce San Pablo una saludable prevención: “Si con la oliva castiza hizo esto el Dios despreciado ¿qué no hará con el acebuche?” (Romanos 11, 24; Cf. Lucas 23, 31). Lo que hemos visto en la primera mitad del siglo XX ¿no es bastante para pensar en las plagas del Apocalipsis? Así lo señalaba ya el Papa Pío X. Notemos que la apostasía en la era cristiana es para Dios más grave que la de la antigua Alianza, según enseña el mismo Apóstol. Véase Hebreos 6, 4 ss.; 10, 29. Cf. II Tesalonicenses 2, 3 ss.; Lucas 18, 8; Mateo 24, etc.

* 13. Olor grato a todos sus ídolos: Impresionante lenguaje de un Dios celoso. No son, sin embargo, perfumes lo que Él quiere. Veamos cómo los desprecia y abomina en Isaías 1, 13, cuando no expresan el sincero afecto del corazón.

* 14. Desde el desierto hasta Dibla: Vulgata: desde el desierto de Deblata. San Jerónimo propuso leer Reblata, en lugar de Deblata. Reblata (o Riblá) era una ciudad de la Siria (cf. Jeremías 39, 51). Deblata o Dibla sería idéntica con Diblataim, ciudad de Moab. Cf. Números 33, 46 s.; Jeremías 48, 22.