Tobías |
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Tobías es salvado por el ángel
1Partió
Tobías, seguido del perro, e hizo su primera parada
junto al río Tigris. 2*Cuando
salió para lavarse los pies, he aquí que un pez enorme
se lanzó sobre él para devorarlo. 3Viéndolo
Tobías se asustó y dio un gran grito, diciendo: “¡Señor,
que me embiste!” 4El ángel le dijo: “Agárralo
de las agallas, y tíralo hacia ti.” Lo hizo, y
arrastrando lo sacó a lo seco, y (el pez) empezó
a palpitar a sus pies. 5Entonces le dijo el
ángel: “Desentraña ese pez, y guarda su corazón, la hiel
y el hígado; pues estas cosas son necesarias para hacer
útiles remedios.” 6*Hizo
así, y asó (parte de) la carne del pez, que
llevaron para el camino. Después salaron el resto para
que les sirviese hasta llegar a Rages, ciudad de los
medos.
7Entonces
Tobías preguntó al ángel diciendo: “Dime, te ruego,
hermano mío Azarías, ¿qué virtud curativa tienen estas
partes del pez, que me has mandado guardar?” 8*A
lo que respondió el ángel, y le dijo: “Si pones sobre
las brasas un pedacito del corazón del pez, su humo
ahuyenta todo género de demonios, ya sea del hombre, ya
de la mujer, de tal manera que no se acercan más a
ellos. 9La hiel sirve para untar los ojos
cubiertos de catarata, y sanarán.”
10Preguntó
Tobías al ángel: “¿Dónde quieres que nos hospedemos?”
11El ángel le respondió: “Aquí vive un hombre
llamado Ragüel, pariente tuyo, de tu tribu, el cual
tiene una hija llamada Sara, y no tiene otro hijo ni
hija fuera de ella. 12*A
ti te tocan todos sus bienes, y tú debes tomarla por
mujer; 13pídesela, pues, a su padre, y te la
dará por mujer.”
Instrucción sobre el matrimonio
14Entonces
Tobías respondió y dijo: “Tengo entendido que ella ha
sido dada a siete maridos, y que éstos han fallecido; y
aun he oído decir que los ha matado un demonio. 15Temo
que también a mí me suceda lo mismo, y que siendo yo
hijo único de mis padres, lleve yo su vejez con dolor al
sepulcro.” 16*Entonces
le dijo el ángel Rafael: “Óyeme, y te enseñaré cuáles
son aquellos sobre quienes tiene potestad el demonio.
17Son los que abrazan con tal disposición el
matrimonio, que apartan de sí y de su mente a Dios,
dejándose llevar de su pasión, como el caballo y el mulo
que no tienen entendimiento; ésos son sobre quienes
tiene poder el demonio. 18*Mas
tú, cuando la hubieres tomado por mujer, y hayas entrado
en el aposento, no llegues a ella en tres días, y no
pienses en otra cosa sino en hacer oración en compañía
de ella. 19En la primera noche, quemarás el
hígado del pez, y será ahuyentado el demonio. 20En
la segunda noche serás admitido en la unión de los
santos patriarcas. 21En la tercera alcanzarás
la bendición para que de vosotros nazcan hijos sanos.
22Pasada la tercera noche, recibirás la
doncella en el temor del Señor, llevado más bien del
deseo de tener hijos, que de la pasión, para que
consigas en tus hijos la bendición reservada al linaje
de Abrahán.”
*
2. Veremos cuántos bienes saca Dios de este
aparente mal. El pez sería el llamado lucio o un
esturión. En el Tigris abundan los grandes
peces, cuya repentina aparición puede causar
espanto.
*
6. Comían el pescado asado tal como lo preparó
Jesús en Juan 21, 9-13. En vez de Rages debe
leerse con el griego: Ecbátana (véase 3, 7).
*
8. Como a ese humo atribuyó Dios la virtud de
ahuyentar a los demonios, así la atribuye, p.
e., al agua bendita, sobre la cual la Iglesia
invoca la divina bendición. Jesucristo en sus
milagros suele servirse de instrumentos
materiales, p. e., cuando con un poco de tierra
mezclada con su saliva curó al ciego de
nacimiento (Marcos 8, 22 ss.). Véase el caso de
Naamán (IV Reyes 5, 14) que Jesús cita como
milagro (Lucas 4, 23 y 27).
*
12. Según la Ley (Números 36), las hijas cuyo
padre no tenía hijos varones, eran herederas de
sus bienes, más debían casarse con un pariente
de la familia paterna Véase también Rut 4, 4 La
poderosa intercesión de San Rafael se invoca
para tener acierto, como Tobías, en la elección
de esposa. Véase 7, 12.
*
16. El demonio, aquí Asmodeo (3, 8), uno
de los muchos demonios. En cambio el diablo es
uno solo: Satanás (Apocalipsis 20, 2, etc.).
*
18 ss. No tenía que velar toda la noche, según
se ve en 8, 15. Si los contrayentes cristianos
consideraran esto, ¿cuántos no ambicionarían
conquistar semejantes bendiciones aprovechando
la lección del Ángel? ¡Qué unión de espíritu
para toda la vida no se labraría en esas tres
noches de oración! Véase Mateo 18, 19-20. Cf. I
Corintios 7, 5 y nota.
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