Tobías |
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Tobías da consejos a su hijo
1*Creyendo
Tobías que Dios había oído su oración en el sentido de
que le concediera la muerte, llamó cerca de sí a su hijo
Tobías, 2y le dijo:
“Escucha, hijo mío, las palabras de mi boca, y
asiéntalas como fundamento en tu corazón. 3Luego
que Dios recibiere mi alma, entierra mi cuerpo y
honrarás a tu madre todos los días de su vida. 4No
te olvides, cuáles y cuántos peligros ella ha soportado
por ti llevándote en su seno. 5Y cuando ella
(haya) también acabado el tiempo de su vida, la
enterrarás junto a mí.
6Ten
a Dios en tu mente todos los días de tu vida, y guárdate
de consentir jamás en pecado y de quebrantar los
mandamientos del Señor Dios nuestro.
7*Da
limosna de tus bienes, y no apartes tu rostro de ningún
pobre; así conseguirás que tampoco de ti se aparte el
rostro del Señor. 8Usa de misericordia con
todas tus fuerzas. 9Si tienes mucho, da con
abundancia; si poco, procura dar de buena gana aun lo
poco; 10pues con eso te atesoras una gran
recompensa para el día de la angustia. 11Porque
la limosna libra de todo pecado y de la muerte, y no
dejará caer el alma en las tinieblas. 12La
limosna será motivo de gran confianza delante del
altísimo Dios para todos los que la hacen.
13Guárdate,
hijo mío, de toda fornicación, y fuera de tu mujer,
nunca cometas el delito (de conocer a otra).
14*No
permitas jamás que la soberbia domine en tu corazón o en
tus palabras, porque de ella tomó principio toda
perdición,
15*A
todo aquel que haya trabajado algo por ti, dale en
seguida su jornal, y de ningún modo quede en tu poder el
salario de tu jornalero.
16*No
hagas jamás a otro lo que no quieres que otro te haga a
ti.
17Come
tu pan con los hambrientos y menesterosos, y con tus
vestidos cubre a los desnudos.
18*Pon
tu pan y tu vino sobre el sepulcro del justo, y no comas
ni bebas de ello con los pecadores.
19Pide
siempre consejo al hombre sabio.
20*Alaba
al Señor en todo tiempo; y pídele que dirija tus pasos,
para que todos tus propósitos tengan en Él su
fundamento.
21Te
comunico también, hijo mío, que siendo tú aún niño,
presté diez talentos de plata a Gabelo, en Rages, ciudad
de los medos, y tengo en mi poder el recibo firmado de
su mano. 22Por tanto procura el modo de ir
allá, y de cobrarle dicha suma de dinero, devolviéndole
el recibo firmado de su mano.
23No
temas, hijo mío. Es verdad que pasamos una vida pobre,
pero tendremos muchos bienes, si apartándonos de todo
pecado tememos a Dios y hacemos el bien.”
*
1 ss. La versión griega trae varias adiciones a
este discurso, que es un incomparable testamento
ofrecido como modelo a todos los padres y todos
los hijos.
*
7. Véase Eclesiástico 4, 1. Dios nos está
mirando siempre con infinito amor. El que esto
sabe, no querrá perder esa mirada por no mirar
con bondad al pobre. El que da al pobre, se
parece al agricultor que no pierde al dejar caer
la semilla en los surcos. Por eso dice San
Ambrosio: “Sed agricultores espirituales;
sembrad lo que puede seros útil. Es sembrar bien
poner la limosna en manos de las viudas. Si la
tierra os da más de lo que le confiáis, ¡cuánto
más os devolverá la caridad! Todo lo que dais al
pobre, redunda en vuestro provecho: sembráis en
la tierra, y esta simiente germina en el cielo.”
Recordemos siempre el Sermón de la Montaña:
“Bienaventurados los misericordiosos porque
ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5, 7).
Véase 12, 9.
*
14. No le dice que no sienta la soberbia, pues
todos la sentimos en nuestra naturaleza caída,
sino que la domine. La soberbia es el primero de
los pecados capitales, y por tanto, el que Dios
más aborrece. Tiende a quitarle la gloria que
sólo a Él pertenece. Véase Eclesiástico capítulo
10; Isaías 42, 8; 48, 11; I Timoteo 1. 17; Salmo
148, 13.
*
15. Véase Levítico 19, 13; Deuteronomio 24, 14
s.; Santiago 5, 4 y notas.
*
16. El precepto de Jesús, llamado la regla de
oro, sublima esto en sentido positivo (Mateo 7,
12; Lucas 6, 31).
*
18. Se trata de los banquetes fúnebres,
acostumbrados entre los gentiles (Jeremías 16,
7). El sentido es: Tobías debe ayudar y consolar
a los parientes de los muertos, pero sin
participar en costumbres paganas. Los cristianos
ofrecemos a los difuntos la limosna de la
oración. Véase 2, 2 y nota. Cf. Deuteronomio
26,
14 y nota.
*
20. Al leer y releer estas exhortaciones
(versículos 6-20) no encontramos palabras con
que expresar el bien que significan para la
prosperidad de nuestra vida y para nuestra
orientación espiritual. Junto a esta sabiduría
palidecen los innumerables consejos de la pura
razón y las últimas soluciones de la filosofía.
La verdadera sabiduría consiste en conocer a
Dios y su santa Ley. “El sabio no se deja
quebrantar por el temor, ni se conmueve por el
poder, ni se enorgullece por las prosperidades,
ni se abate por lo adverso, porque allí donde
está la sabiduría, está la fuerza del alma, la
constancia y el valor. El sabio permanece
perfecto en Jesucristo, fundado en la caridad y
arraigado en la fe” (San Ambrosio).
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