Iglesia Remanente

Tobías 10

   

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Ansia de los padres de Tobías

1*Mas como tardase Tobías, por razón de las bodas, estaba su padre Tobías con ansiedades, y decía: “¿Quién sabe por qué tarda mi hijo, o por qué se ha detenido allí? 2¿Ha muerto tal vez Gabelo, y no hay quien le devuelva el dinero?” 3Con esto empezó a afligirse sobremanera, y con él su mujer Ana. Ambos se pusieron a llorar juntamente porque su hijo no volvía a ellos al tiempo señalado. 4Su madre derramaba sin cesar lágrimas, y decía: “¡Ay, ay de mí, hijo mío! ¿Para qué te hemos enviado a lejanas tierras, lumbrera de nuestros ojos, báculo de nuestra vejez, consuelo de nuestra vida, esperanza de nuestra posteridad? 5Teniendo en ti sólo todas las cosas juntas, no te debíamos dejar ir de nosotros.” 6Mas Tobías le decía: “Cálmate y no te inquietes; a nuestro hijo le va bien; es muy fiel el varón aquel con quien le enviamos.” 7Pero ella no se dejaba consolar, antes saliendo cada día fuera miraba hacia todas partes, y recorría todos los caminos por donde se esperaba que pudiera volver, para verlo venir, si posible fuese, desde lejos.

Tobías se despide de Ragüel

8Entretanto Ragüel decía a su yerno: “Quédate aquí, que yo enviaré a tu padre Tobías noticias de tu salud.” 9Tobías le respondió: “Yo sé que mi padre y mi madre están ahora contando los días y que su espíritu se consume en ansiedades.” 10Y después de haber hecho Ragüel repetidas instancias a Tobías, sin que éste en lo más mínimo oyera sus razones, le entregó a Sara, con la mitad de su hacienda en siervos y siervas, en ganados, en camellos, en vacas, y con una gran cantidad de dinero. Así le dejó ir de su casa, sano y gozoso, 11*diciendo: “El santo ángel del Señor os acompañe en vuestro viaje, y os conduzca sanos y salvos. Que halléis en próspero estado todas las cosas en casa de vuestros padres, y puedan ver mis ojos, antes que muera, a vuestros hijos.” 12Y tomando los padres a su hija, la besaron y la dejaron ir; 13*amonestándola que honrase a sus suegros, amase al marido, cuidase de su familia, gobernase la casa y se portase de un modo irreprensible.



* 1 ss. Pintura llena de vivo realismo. ¿Quién no ha pasado las mismas inquietudes? Pero la fe de Tobías triunfa de ellas.

* 11. Véase 5, 21; 5, 27; Judit 13, 2; Dan. 3, 95; II Macabeos 11, 8-10. Es preciso no perder de vista la presencia del Ángel Custodio que, por orden de Dios, nos guarda en el camino de la vida. Debemos agradecerle por sus desvelos, y no entristecerle con nuestros pecados. Los ángeles de la paz, dice Isaías, llorarán amargamente (Isaías 33, 7).

* 13. Estas pocas palabras son todo un compendio de las obligaciones propias de una mujer casada. (Véase el Catecismo Romano II, 8, 27.)