Tobías |
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Ansia de los padres de Tobías
1*Mas
como tardase Tobías, por razón de las bodas, estaba su
padre Tobías con ansiedades, y decía: “¿Quién sabe por
qué tarda mi hijo, o por qué se ha detenido allí? 2¿Ha
muerto tal vez Gabelo, y no hay quien le devuelva el
dinero?” 3Con esto empezó a afligirse
sobremanera, y con él su mujer Ana. Ambos se pusieron a
llorar juntamente porque su hijo no volvía a ellos al
tiempo señalado. 4Su madre derramaba sin
cesar lágrimas, y decía: “¡Ay, ay de mí, hijo mío! ¿Para
qué te hemos enviado a lejanas tierras, lumbrera de
nuestros ojos, báculo de nuestra vejez, consuelo de
nuestra vida, esperanza de nuestra posteridad? 5Teniendo
en ti sólo todas las cosas juntas, no te debíamos dejar
ir de nosotros.” 6Mas Tobías le decía:
“Cálmate y no te inquietes; a nuestro hijo le va bien;
es muy fiel el varón aquel con quien le enviamos.”
7Pero ella no se dejaba consolar, antes saliendo
cada día fuera miraba hacia todas partes, y recorría
todos los caminos por donde se esperaba que pudiera
volver, para verlo venir, si posible fuese, desde lejos.
Tobías se despide de Ragüel
8Entretanto
Ragüel decía a su yerno: “Quédate aquí, que yo enviaré a
tu padre Tobías noticias de tu salud.” 9Tobías
le respondió: “Yo sé que mi padre y mi madre están ahora
contando los días y que su espíritu se consume en
ansiedades.” 10Y después de haber hecho
Ragüel repetidas instancias a Tobías, sin que éste en lo
más mínimo oyera sus razones, le entregó a Sara, con la
mitad de su hacienda en siervos y siervas, en ganados,
en camellos, en vacas, y con una gran cantidad de
dinero. Así le dejó ir de su casa, sano y gozoso,
11*diciendo:
“El santo ángel del Señor os acompañe en vuestro viaje,
y os conduzca sanos y salvos. Que halléis en próspero
estado todas las cosas en casa de vuestros padres, y
puedan ver mis ojos, antes que muera, a vuestros hijos.”
12Y tomando los padres a su hija, la besaron
y la dejaron ir; 13*amonestándola
que honrase a sus suegros, amase al marido, cuidase de
su familia, gobernase la casa y se portase de un modo
irreprensible.
*
1 ss. Pintura llena de vivo realismo. ¿Quién no
ha pasado las mismas inquietudes? Pero la fe de
Tobías triunfa de ellas.
*
11. Véase 5, 21; 5, 27; Judit 13, 2; Dan. 3, 95;
II Macabeos 11, 8-10. Es preciso no perder de
vista la presencia del Ángel Custodio que, por
orden de Dios, nos guarda en el camino de la
vida. Debemos agradecerle por sus desvelos, y no
entristecerle con nuestros pecados. Los ángeles
de la paz, dice Isaías, llorarán amargamente
(Isaías 33, 7).
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13. Estas pocas palabras son todo un compendio
de las obligaciones propias de una mujer casada.
(Véase el Catecismo Romano II, 8, 27.)
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