Libro Segundo de las Crónicas
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Capítulo 36: 2 Crónicas 36
El reinado de Joacaz en Judá (609)
2 Rey. 23. 30b-35
36 1 El pueblo del país tomó entonces a Joacaz, hijo de Josías, y lo
proclamó rey en Jerusalén en lugar de su padre.
2 Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar, y reinó tres
meses en Jerusalén.
3 El rey de Egipto lo destituyó para que no reinara en Jerusalén, e
impuso al país un tributo de cien talentos de plata y un talento de
oro.
4 El rey de Egipto designó a Eliaquím, hermano de Joacaz, rey de
Judá y de Jerusalén, y le cambió su nombre por el de Joaquím. A su
hermano Joacaz, Necao lo tomó prisionero y se lo llevó a Egipto.
El reinado de Joaquím en Judá (609-598)
2 Rey. 23. 36 – 24. 6
5 Joaquím tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó
once años en Jerusalén. Hizo lo que es malo a los ojos del Señor, su
Dios.
6 Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió a atacarlo y lo sujetó con
doble cadena de bronce, para conducirlo a Babilonia.
7 Nabucodonosor llevó también a Babilonia parte de los objetos de
Casa del Señor y los puso en su palacio de Babilonia.
8 El resto de los hechos de Joaquím, las abominaciones que cometió y
todo lo que recayó sobre él está escrito en el Libro de los reyes de
Israel y de Judá. Su hijo Joaquím reinó en lugar de él.
El reinado de Joaquín en Judá (598-597)
2 Rey. 24. 8-17
9 Joaquín tenía dieciocho años cuando comenzó a reinar, y reinó tres
meses y diez días en Jerusalén. Hizo lo que es malo a los ojos del
Señor.
10 Al comienzo del año, el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran
prisionero a Babilonia, junto con los objetos preciosos de la Casa
del Señor, y proclamó rey de Judá y de Jerusalén a su pariente
Sedecías.
El reinado de Sedecías en Judá (597-587)
2 Rey. 24. 18-20; Jer. 52. 1-3
11 Sedecías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó
once años en Jerusalén.
12 Hizo lo que es malo a los ojos del Señor, su Dios, y no quiso
humillarse delante del profeta Jeremías, que hablaba de parte del
Señor.
13 Incluso, se rebeló contra el rey Nabucodonosor, que le había
hecho jurar fidelidad delante de Dios. Él se obstinó y endureció su
corazón, en lugar de volverse al Señor, el Dios de Israel.
14 De la misma manera, todos los jefes de Judá, los sacerdotes y el
pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando todas las
abominaciones de los paganos, y contaminaron el Templo que el Señor
se había consagrado en Jerusalén.
15 El Señor, el Dios de sus padres, les llamó la atención
constantemente por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión
de su pueblo y de su Morada.
16 Pero ellos escarnecían a los mensajeros de Dios, despreciaban sus
palabras y ponían en ridículo a sus profetas, hasta que la ira del
Señor contra su pueblo subió a tal punto, que ya no hubo más
remedio.
La ruina de Jerusalén y la deportación a Babilonia (587)
2 Rey. 25. 8-21
17 Entonces Dios hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, y
este hizo morir por la espada a sus jóvenes en el interior de su
Santuario, sin perdonar a nadie, ni joven ni virgen, ni anciano ni
hombre encanecido: los entregó a todos en sus manos.
18 Todos los objetos de la Casa de Dios, grandes y pequeños, los
tesoros de la Casa del Señor, y los tesoros del rey y de sus jefes,
todo se lo llevó a Babilonia.
19 Ellos quemaron la Casa de Dios, demolieron las murallas de
Jerusalén, prendieron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos
sus objetos preciosos.
20 Nabucodonosor deportó a Babilonia a los que habían escapado de la
espada y estos se convirtieron en esclavos del rey y de sus hijos
hasta el advenimiento del reino persa.
21 Así se cumplió la palabra del Señor, pronunciada por Jeremías:
"La tierra descansó durante todo el tiempo de la desolación, hasta
pagar la deuda de todos sus sábados, hasta que se cumplieron setenta
años".
Esperanza para el porvenir
Esd. 1. 1-3
22 En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, para que se
cumpliera la palabra del Señor pronunciada por Jeremías, el Señor
despertó el espíritu de Ciro, el rey de Persia, y este mandó
proclamar de viva voz y por escrito en todo su reino; 23 "Así habla
Ciro, rey de Persia: El Señor, el Dios del cielo, me ha dado todos
los reinos de la tierra y él me ha encargado que le edifique una
Casa en Jerusalén, de Judá. Si alguno de ustedes pertenece a ese
pueblo, ¡que el Señor, su Dios, lo acompañe y que suba...!".
REFERENCIA BIBLICA
5 13. Sal. 106. 1. Ver nota Jer. 33. 11.
6 41-42. Sal. 132. 8-10
13 1. "Abías": en 1 Rey. 14. 31, este mismo rey es llamado Abiám.
5. "Una alianza de sal", es decir, una alianza indestructible: ver
nota Lev. 2. 11-13.
22 2. "Cuarenta y dos años": esta cifra proviene probablemente de un
error del copista, ya que el padre de Ocozías murió a los cuarenta
años (21. 20). En 2 Rey. 8. 26 dice "veintidos años".
24 20-22. Ver nota Mt. 23. 35.
25 4. Deut. 24. 16.
26 1. "Ozías": en 2 Rey. 14. 21, este mismo rey es llamado Azarías.
32 31. Esta "señal extraordinaria" podría ser la curacion de
Ezequías, a la que se alude en el v. 24 y de la que se habla
explícitamente en 2 Rey. 20. 1-11; Is. 38. Sin embargo, como se
trata de una señal "ocurrida en el país" y teniendo en cuenta la
tradicional rivalidad entre los babilonios y los asirios, cabría
pensar más bien en la sorpresiva retirada del ejércíto de
Senaquerib. Ver v. 21; 2 Rey. 19. 35-36.
36 12. Ver Jer. 37-38.
21. La cita no es literal. Ver Jer. 25. 11; 29. 10; Zac. 1. 12.
16 8-36. Este himno está compuesto por fragmentos de
Sal. 105; 96;
106.
34. Ver nota Jer. 33. 11.
21 1. En este pasaje, a diferencia de Jb. 1. 7
y Zac. 3. 1, "Satán"
es un nombre propio y designa al Espíritu del mal, el "Adversario"
por excelencia del género humano. El Cronista le atribuye la
iniciativa de este censo, que en 2 Sam. 24. 1 es atribuida a la ira
del Señor.
22 9. El nombre de "Salomón" proviene de una palabra hebrea que
significa "paz".
23 En los caps. 23-26 se establece una neta distinción entre los
miembros de la tribu de Lev;: por una parte, los "sacerdotes" y por
otra, los "levitas" que prestaban servicios auxiliares en el Templo.
Ver Lc. 10.32.
9-10. Los hijos de "Simei" son mencionados dos veces, sin que
coincidan sus nombres.
Fuente: Catholic.net