Tobías
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El
libro de TOBÍAS fue escrito hacia el año 200 a. C. y sólo se
ha conservado en varias versiones griegas y latinas, bastante
diversas unas de otras. Como los libros de Ester y de Judit,
pertenece al género de los relatos "edificantes" o narraciones
elaboradas con el fin de transmitir una enseñanza de carácter moral
y religioso.
Los protagonistas del relato son los miembros de una familia de la
tribu de Neftalí, deportada a Nínive cuando los asirios invadieron y
conquistaron el territorio de Galilea (2 Rey. 15. 29). Esta
ambientación fuera de Palestina es un elemento esencial de la
narración, ya que la enseñanza contenida en el Libro está destinada
principalmente a sostener la fe de los judíos dispersos en un
ambiente pagano y casi siempre hostil. Para animarlos a mantenerse
fieles al Señor, aun en medio de las pruebas, el autor les propone
un modelo ejemplar en la figura de Tobit, el padre del joven Tobías.
Lo que más se destaca a través del relato es la acción providencial
de Dios. Los hechos que a primera vista parecen casuales responden
en realidad a un designio divino -un "secreto"- que sólo al final se
pone de manifiesto (12. 11). Y por eso, la verdadera sabiduría
consiste en mantener la confianza en el Señor, incluso en las
situaciones más desesperadas.
En el libro de Tobías, el ejecutor de este designio divino es un
"ángel" llamado Rafael, que significa "Dios sana". Mientras que en
los textos bíblicos más antiguos el Señor se acerca personalmente a
los hombres y habla con ellos, en esta etapa de la Revelación se
acentúa el sentido de la trascendencia divina. Una distancia
infinita separa a los hombres de Dios, pero esa distancia es salvada
por la intervención de los ángeles, cuya función consiste en ser los
"mensajeros" de las bendiciones y de los castigos divinos, y en
presentar al Señor las súplicas y necesidades de los hombres (12.
12-15).
Junto con la invitación a confiar en la Providencia divina, la
historia de Tobías destaca otros valores de profundo contenido
evangélico: la santidad del matrimonio, el respeto filial, la
misericordia hacia los pobres, la práctica de la limosna, la
aceptación humilde de las pruebas y la eficacia de la oración.
Fuente: Catholic.net