Eclesiástico
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 |
29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 |
36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 |
43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 48 | 49 |
50 | 51 |
A
este Libro "deuterocanónico" -el más extenso de los escritos
sapienciales- se lo designa habitualmente de dos maneras distintas.
El nombre de ECLESIÁSTICO, que significa "libro de la
asamblea", se hizo tradicional en la iglesia latina, quizá por la
frecuencia con que se lo utilizaba en los primeros siglos para la
formación moral de los catecúmenos y de los fieles. La mayoría de
los manuscritos griegos, en cambio, lo titulan "Sabiduría de Jesús,
hijo de Sirá"- en hebreo, Ben Sirá -y de allí deriva el nombre de
SIRÁCIDA, que también se le suele dar.
Mientras que la mayoría de los escritos sapienciales son atribuidos
a Salomón, el Eclesiástico es el único que lleva la firma de su
autor. Este era un judío de Jerusalén, culto y de buena posición,
que se dedicó desde su juventud al conocimiento de las Escrituras y
a la búsqueda de la Sabiduría, sobre todo por medio de la oración
(51. 13). Como fino observador, aprovechó sus frecuentes viajes para
completar su formación (34. 11). Convertido en "maestro de
sabiduría", orgulloso de su raza y de su historia nacional, dirigió
en Jerusalén una escuela (51. 23), destinada a iniciar a los jóvenes
en la adquisición de la Sabiduría. Por último, hacia el 180 a. C.,
recogió por escrito el fruto de sus reflexiones y de su larga
experiencia.
La obra de Ben Sirá es un llamado de atención frente a la influencia
de la cultura griega, que no cesaba de expandirse en el Próximo
Oriente desde las conquistas de Alejandro Magno. Él comprendió que
ese nuevo movimiento de ideas no tardaría en entrar en conflicto con
la fe de Israel. Para contrarrestar el peligro, puso todo su empeño
en preservar el patrimonio religioso y cultural del Judaísmo en esa
época de transición. A diferencia de los antiguos "maestros de
sabiduría", que consideraban al hombre nada más que en su condición
de tal, al Sirácida le preocupaba antes que nada la formación del
hombre "judío". Según él, la Sabiduría se ofrece a todos, pero puso
su Morada en Israel y, en última instancia, se identifica con la Ley
de Moisés. De allí la necesidad de meditar constantemente "el libro
de la Alianza del Dios Altísimo" (24. 23), para adquirir la
verdadera Sabiduría y vivir en conformidad con la voluntad divina.
El Eclesiástico fue escrito originariamente en hebreo, pero el texto
original cayó pronto en el olvido. La obra se conservó gracias a la
traducción griega realizada por un nieto del autor, emigrado a
Egipto en el 132. A fines del siglo pasado y en las últimas décadas
del actual se encontraron varios manuscritos hebreos, que abarcan
unas dos terceras partes del Libro. La traducción que damos a
continuación es la del texto griego, ya que es este el que fue
recibido y transmitido por la tradición cristiana.
El Sirácida es el último testigo inspirado de la corriente
sapiencial dentro de Palestina. El ideal de vida propuesto por él
tiene las limitaciones propias de su época, pero también encierra
valores permanentes, que fueron asumidos por el Nuevo Testamento,
especialmente en la Carta de Santiago. Por su profunda religiosidad,
unida a un sano sentido común, por su fidelidad a la Ley y su afán
de encontrar en todo un reflejo de la sabiduría de Dios, el autor de
este Libro anticipa el retrato que hará Jesús del "escriba
convertido en discípulo del Reino de los Cielos": él "se parece a un
dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo" (Mt. 13.
52).
PRÓLOGO DEL TRADUCTOR
La versión griega del Eclesiástico está precedida de un Prólogo, que
generalmente no se considera inspirado, donde el traductor explica
los motivos que lo impulsaron a llevar a cabo esta difícil tarea.
Entre otras informaciones de interés, en este Prólogo encontramos la
primera alusión a la división tripartita de la Biblia hebrea: LA
LEY, LOS PROFETAS y LOS DEMÁS ESCRITOS.
1 Muchas e importantes enseñanzas nos han sido transmitidas por la
Ley, los Profetas y los otros Escritores que los han seguido, por
los cuales se debe elogiar a Israel a causa de su instrucción y su
sabiduría. Pero es un deber para los que leen esos Libros, no sólo
adquirir ciencia personalmente, 5 sino también poder ser útiles a
los de afuera, con la palabra y los escritos. Por eso, mi abuelo
Jesús, después de haberse aplicado intensamente a la lectura de la
Ley, de los Profetas 10 y de los otros Libros de los antepasados, en
los que adquirió una gran competencia, se decidió también él a
escribir algo sobre temas de instrucción y sabiduría, de manera que
los hombres deseosos de aprender, aplicándose a estas disciplinas,
hicieran mayores progresos en la manera de vivir conforme a la Ley.
15 Por lo tanto, ustedes están invitados a leer esto con benévola
atención, y amostrarse indulgentes allí donde pudiera parecer que,
20 a pesar de nuestros denodados esfuerzos de interpretación, no
hemos logrado acertar en alguna expresión. Porque lo que está
expresado en hebreo no conserva su misma fuerza cuando se lo traduce
a otra lengua. Y esto no sucede sólo aquí, sino que la misma Ley,
los Profetas 25 y los demás Libros presentan diferencias notables
cuando se los lee en el original.
Ahora bien, en el año 38 del rey Evergetes, cuando yo vine a Egipto
y me quedé allí, descubrí un ejemplar de esta valiosa instrucción,
30 y juzgué extremadamente necesario aportar mi dedicación y
esfuerzo a traducir ese Libro. He consagrado muchos desvelos y
ciencia, durante este período, hasta llevar a buen término y
publicar este Libro, para aquellos que, en el extranjero, están
deseosos de aprender, 35 a fin de ajustar sus constubres a una vida
conforma e la Ley.
COLECCIÓN DE SENTENCIAS
La primera parte del Eclesiástico incluye varios elogios de la
Sabiduría, personificada como una madre que alimenta a sus hijos
(15. 2) y como una Palabra salida "de la boca del Altísimo" (24. 3).
Ella penetra todo el universo, pero "echó raíces en un Pueblo
glorioso, en la porción del Señor, en su herencia" (24. 12), y es
concedida abundantemente a los que lo aman (1. 10). El "principio" y
la "corona" de la Sabiduría es el "temor del Señor", actitud que
implica el respeto filial a la infinita grandeza de Dios y la
obediencia a su voluntad expresada en la Ley (1. 11-20). Aunque la
Sabiduría "viene del Señor" (1.1) y es un don divino, para
alcanzarla se requiere un largo esfuerzo personal. Ella no se deja
conquistar fácilmente y al principio prueba a sus hijos. Pero si
estos superan las primeras dificultades y son dóciles a sus
enseñanzas, termina por revelarles sus secretos y alegrarlos con sus
bienes (4. 17-18).
A partir de estas ideas, el Sirácida agrupa una cantidad de
sentencias y exhortaciones sobre las materias más diversas, sin
ningún plan sistemático y con no pocas repeticiones. Entre las
normas de sabiduría práctica que deben regir la conducta, se
destacan la prudencia en las relaciones con los demás, la discreción
en el hablar, la humildad y el desapego de las riquezas, el dominio
de sí mismo, la firmeza en la educación de los hijos, la manera de
cultivar la amistad y de comportarse con los necios, la cautela en
el trato con las mujeres, el cuidado de la salud y la práctica del
culto agradable a Dios. Por último, Ben Sirá hace algunas
reflexiones sobre las miserias de la vida (40. 1-11) y la condición
mortal de los hombres (41. 1-4), sin vislumbrar todavía la
posibilidad de una justa retribución más allá de la muerte.
Eclesiástico 0
1 Muchas e importantes lecciones se nos han
transmitido
2 por la Ley, los Profetas y los otros que les han seguido,
3 por las cuales bien se debe encomiar a Israel por su instrucción y
sabiduría.
4 Mas como es razón que no sólo los lectores se hagan sabios,
5 sino que puedan también estos amigos del saber ser útiles a los de
fuera,
6 tanto de palabra como por escrito,
7 mi abuelo Jesús, después de haberse dado intensamente a la lectura
8 de la Ley,
9 los Profetas
10 y los otros libros de los antepasados,
11 y haber adquirido un gran dominio en ellos,
12 se propuso también él escribir algo en lo tocante a instrucción y
sabiduría,
13 con ánimo de que los amigos del saber, lo aceptaran
14 y progresaran más todavía en la vida según la Ley.
15 Estáis, pues, invitados
16 a leerlo
17 con benevolencia y atención,
18 así como a mostrar indulgencia
19 allí donde se crea que, a pesar de nuestros denodados esfuerzos
de interpretación,
20 no hemos podido acertar en alguna expresión.
21 Pues no tienen la misma fuerza
22 las cosas expresadas originalmente en hebreo que cuando se
traducen a otra lengua.
23 Cosa que no sucede sólo en esto,
24 sino que también la misma Ley, los Profetas,
25 y los otros libros
26 presentan no pequeña diferencia respecto de lo que dice el
original.
27 Fue, pues, en el año treinta y ocho del rey Evergetes
28 cuando, después de venir a Egipto y residir allí,
29 encontré una obra de no pequeña enseñanza,
30 y juzgué muy necesario aportar yo también algún interés y
esfuerzo para traducir este libro.
31 Mucha vigilia y ciencia he puesto en juego
32 durante este período,
33 hasta llegar a buen término y publicar el libro
34 para uso de aquellos que, en el extranjero, quieren ser amigos
del saber,
35 y conformar sus costumbres a una vida de acuerdo con la Ley.
Fuente: Catholic.net