Zacarías
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Este
libro consta de dos partes bastante diversas. La primera (caps. 1-8)
es la obra del profeta ZACARÍAS, que ejerció su actividad en
Jerusalén desde noviembre del 520 a. C. –un mes antes que la
concluyera Ageo– hasta diciembre del 518. La segunda es más de un
siglo posterior y proviene de uno o varios autores, designados
habitualmente con el nombre de Segundo o Déutero Zacarías.
Bajo este aspecto, el libro de Zacarías se asemeja al de Isaías, que
se divide en tres partes, de autores y épocas diferentes, agrupadas
bajo el nombre del gran profeta del siglo VIII.
Primera Parte del Librode Zacarías
Zacarías era de familia sacerdotal y pertenecía probablemente al
grupo de profetas dedicados al servicio del Santuario. Esto explica
la importancia que atribuye al Templo, al sacerdocio y a todas las
cuestiones relacionadas con el culto. Su obra es "muy oscura", como
ya lo señalaba san Jerónimo. En ella se entremezclan fragmentos de
una autobiografía, visiones simbólicas que preludian los
"apocalipsis" posteriores y una serie de oráculos mesiánicos.
Zacarías insiste en la necesidad de reconstruir el Templo (1. 16; 4.
9; 6. 15). Pero, más allá de esta finalidad inmediata, desarrolla el
mesianismo esbozado por Ageo en torno a la persona de Zorobabel y va
marcando las etapas que llevarán a la instauración de la era
mesiánica. El Señor va a entrar en acción (1. 7-15). Las naciones
enemigas serán derrotadas (2. 1-4) y Jerusalén será reconstruida en
una zona sin fronteras, porque el mismo Señor será su muralla (2.
5-9). Josué y Zorobabel –representantes de los poderes religioso y
civil– ejercerán en perfecta armonía el gobierno de la comunidad (3.
1 – 4. 14). El país será purificado de toda maldad (5. 1-11) y
Babilonia, "el país del Norte", recibirá su castigo (6. 1-8). Una
acción simbólica presenta a Zorobabel como rey davídico (6. 9-15) y
una cuestión sobre el ayuno ofrece al profeta la ocasión de hacer un
llamado a la conversión, mediante la práctica de la justicia, de la
fidelidad y la misericordia (7. 8-14). Por último, el profeta amplía
su perspectiva en sentido universalista, siguiendo la línea del
Segundo Isaías.
Zacarías hace revivir el antiguo mesianismo real, vinculado a la
descendencia de David. Pero su estrecha relación con los medios
sacerdotales le hace asociar al príncipe davídico un jefe religioso,
el Sumo Sacerdote Josué. Esta doble corriente –real y sacerdotal–
del mesianismo del Antiguo Testamento encontrará su plena
realización en Jesucristo, "nacido de la estirpe de David según la
carne" (Rom. 1. 3) y constituido a la vez "Sumo Sacerdote de los
bienes futuros" (Heb. 9. 11).
Fuente: Catholic.net