Epístola a Filemón
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Filemón
era un rico ciudadano de Colosas, que Pablo convirtió a la fe
cristiana durante su permanencia en Éfeso. Onésimo, uno de sus
esclavos, huyó de su casa y, para escapar a las severas sanciones
que amenazaban a los esclavos fugitivos, buscó refugio en Roma. Allí
se encontró con Pablo, ya anciano (v. 9), que estaba prisionero en
la capital del Imperio. Después de bautizarlo, este lo devolvió a su
dueño con una breve Carta de recomendación, que es un modelo de
sencillez y delicadeza.
En ella, Pablo no pronuncia una condena explícita contra la
esclavitud, ni exige directamente a Filemón que deje en libertad a
su esclavo. Pero añade una condición que hace mucho más exigente su
demanda: Onésimo debe ser tratado, no como esclavo, sino como "un
hermano querido" (v. 16). De este modo, el Apóstol destaca la ley
del amor fraternal como principio básico del comportamiento
cristiano, que no establece ninguna diferencia entre "esclavo" y
"hombre libre" (Gál. 3. 28).
Fuente: Catholic.net