Libro Primero de los Reyes
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 |
Los
libros de Samuel presentaban la institución y el afianzamiento de la
monarquía, como un proceso ascendente y lleno de promesas para
Israel.
Los libros de los REYES –que al principio formaban una sola
obra, dividida luego en dos partes– continúan esa historia, pero
trazan una parábola descendente. Aquí el relato comienza con el
reinado de Salomón, que fue la etapa más brillante de todo el
período monárquico, y llega hasta el momento en que el Pueblo de
Dios vivió su experiencia más dramática y desconcertante, la caída
de Jerusalén, el fin de la dinastía davídica y la deportación a
Babilonia.
Este trágico desenlace se fue gestando gradualmente. A la muerte de
Salomón, el reino de Judá se mantiene fiel a los reyes del linaje
davídico y al Templo de Jerusalén. Pero las tribus del Norte,
profundamente desilusionadas por el trato recibido en la época
salomónica, se separan de Judá y constituyen un estado
independiente, designado en adelante con el nombre de "Israel".
Durante un par de siglos, los dos reinos separados logran conservar
su autonomía política, debido al eclipse momentáneo de los grandes
imperios del Antiguo Oriente. Pero la situación cambia radicalmente
cuando Asiria comienza a desarrollar sus campañas expansionistas. En
el año 721 a. C., Samaría cae en poder de los asirios, y así
desaparece el reino de Israel. El reino de Judá sobrevive a la
catástrofe, pero sólo por un tiempo. En el 587, las tropas de
Nabucodonosor, rey de Babilonia –convertido en el nuevo árbitro de
la situación, después de la derrota de Asiria– invaden Jerusalén,
arrasan el Templo y se llevan cautiva a una buena parte de la
población de Judá.
Los libros de los Reyes recibieron su redacción definitiva cuando
todavía estaba muy vivo el recuerdo de este último acontecimiento.
En la composición de la obra, se emplearon diversas fuentes, entre
las que se destacan los informes provenientes de los archivos
reales. Pero, en el relato de los hechos, lo que más interesa no es
la historia en sí misma, sino la enseñanza que se debe extraer de
ella, como medio para superar la crisis. Por eso, desde las primeras
páginas comienza a vislumbrarse la pregunta que está implícita a lo
largo de toda la narración: ¿Por qué el Señor ha rechazado a su
Pueblo, dispersándolo entre las naciones paganas? ¿Hay un remedio
para la catástrofe o el veredicto de condenación es irrevocable?
Para responder a este doloroso interrogante, el autor de estos
Libros sigue paso a paso la historia de Israel en tiempos de la
monarquía, y confronta la conducta de los reyes con las enseñanzas
del Deuteronomio. Según la doctrina deuteronómica, el Señor eligió
gratuitamente a Israel y lo comprometió a vivir en conformidad con
su Ley. De esta manera, dejó abierto ante él un doble camino, el de
la fidelidad, que conduce a la vida, y el de la desobediencia, que
acaba en la muerte. Pero todos los reyes de Israel y casi todos los
de Judá, en lugar de guiar al Pueblo del Señor por el camino de la
fidelidad, lo encaminaron hacia su propia ruina, tolerando y aun
fomentando el culto de Baal y de las otras divinidades cananeas. El
fracaso de la monarquía, después de sus promisorios comienzos en
tiempos de David, muestra que la raíz de todo mal está en apartarse
del verdadero Dios.
Pero esta evocación del pasado, con su balance francamente
pesimista, encierra también una lección para el presente. A pesar de
las infidelidades de los reyes, el Señor nunca dejó de hacerse
presente en la vida de su Pueblo a través de los Profetas. Por medio
de ellos, Dios hizo oír constantemente su Palabra a fin de llamar a
la conversión. Y esa Palabra seguía vigente para el "Resto" de Judá
que se purificaba en el exilio. Si las derrotas nacionales habían
sido la consecuencia del pecado, la conversión al Señor traería de
nuevo la salvación. Las promesas divinas no podían caer en el vacío
y el Reino de Dios se iba a realizar más allá de todos los fracasos
terrenos.
PRIMER LIBRO DE LOS REYES
SALOMÓN, SUCESOR DE DAVID
Los dos capítulos siguientes continúan la "Crónica de la sucesión al
trono de David", que había quedado interrumpida al final del segundo
libro de Samuel (20. 26). El narrador conoce a fondo las rivalidades
e intrigas de la corte, y relata los acontecimientos con precisión y
objetividad. Adonías, el hijo mayor de David, después de la muerte
de Amnón y Absalón, se apresura a hacer valer sus pretensiones al
trono. Pero los partidarios de Salomón, oponiendo la astucia a la
fuerza, logran que el anciano rey haga ungir al hijo de Betsabé, su
esposa predilecta.
Fuente: Catholic.net