Libro Segundo de las Crónicas
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Capítulo 29: 2 Crónicas 29
El reinado de Ezequías en Judá (716-687)
2 Rey. 18. 1-3
29 1 Ezequías tenía veintinueve años cuando comenzó a reinar, y
reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Abiá y era
hija de Zacarías.
2 Él hizo lo que es recto a los ojos del Señor, tal como lo había
hecho su padre David.
La reforma religiosa de Exequias
3 En el primer mes del primer año de su reinado, Ezequías abrió las
puertas de la Casa del Señor y las restauró.
4 Después convocó a los sacerdotes y a los levitas, los reunió en el
atrio oriental 5 y les dijo: "¡Escúchenme, levitas! Purifíquense
ahora y purifiquen la Casa del Señor, el Dios de sus padres,
eliminando todas las impurezas que hay en el Santuario.
6 Porque nuestros padres se han rebelado y han hecho lo que es malo
a los ojos del Señor, nuestro Dios; lo han abandonado y han apartado
su rostro de la Morada del Señor, volviéndole la espalda.
7 También cerraron las puertas del Vestíbulo del Templo,
extinguieron las lámparas y no ofrecieron más incienso ni
holocaustos al Dios de Israel en su Santuario.
8 Por eso el Señor se irritó contra Judá y Jerusalén, y lo convirtió
en objeto de horror, de estupor y de burla, como ustedes pueden ver
con sus propios ojos.
9 ¡Por eso nuestros padres cayeron bajo la espada, y fueron llevados
al cautiverio nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres!
10 Ahora yo quiero hacer una alianza con el Señor, el Dios de
Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira.
11 No sean negligentes, hijos míos, ya que el Señor los eligió a
ustedes para que estén en su presencia, lo sirvan, le rindan culto y
le ofrezcan incienso".
La purificación del Templo
12 Entonces se presentaron los levitas: De los descendientes de
Quehat: Majat, hijo de Amasai, y Joel, hijo de Azarías; de los
descendientes de Merarí: Quis, hijo de Abdí, y Azarías, hijo de
Iehalelel; de los descendientes de Gersón; Ioaj, hijo de Zimá, y
Eden, hijo de Ioaj; 13 de los descendientes de Elisafán: Simrí y
Ieiel; de los descendientes de Asaf: Zacarías y Matanías; 14 de los
descendientes de Hemán: Iejiel y Simei; de los descendientes de
Iedutún: Semaías y Uziel.
15 Estos reunieron a sus hermanos, se purificaron y luego fueron a
purificar el Templo del Señor, conforme a la orden del rey y según
la palabra del Señor.
16 Después, los sacerdotes penetraron en el interior de la Casa del
Señor para purificarla, y sacaron al atrio todos los objetos impuros
que encontraron en el Templo del Señor; allí los recogían los
levitas y los arrojaban al torrente del Cedrón.
17 El primer día del primer mes comenzaron la purificación, y al
octavo día llegaron al Vestíbulo del Santuario. Emplearon otros ocho
días en purificar la Casa del Señor, de manera que la purificación
quedó concluida el día dieciséis del primer mes.
18 Entonces entraron a las habitaciones del rey Ezequías y le
dijeron: "Hemos purificado toda la Casa del Señor, el altar de los
holocaustos con todos sus utensilios, y la mesa de los panes de la
ofrenda con todos sus utensilios.
19 Hemos restaurado y purificado todos los objetos que el rey Ajaz
había profanado con sus rebeldías durante su reinado; ahora están
delante del altar del Señor".
El sacrificio de expiación
20 El rey Ezequías se levantó de madrugada, reunió a los jefes de la
ciudad y subió a la Casa del Señor.
21 Trajeron siete terneros, siete carneros, siete corderos y siete
chivos para ofrecerlos en sacrificio expiatorio por el reino, por el
Santuario y por Judá, y el rey ordenó a los sacerdotes, hijos de
Aarón, que los ofrecieran en holocausto sobre el altar del Señor.
22 Primero inmolaron los terneros, y los sacerdotes recogieron la
sangre y con ella hicieron una aspersión sobre el altar. Luego
inmolaron los carneros y con su sangre hicieron una aspersión sobre
el altar. Después inmolaron los corderos y con sus sangre hicieron
una aspersión sobre el altar.
23 Por último, acercaron los chivos para el sacrificio expiatorio y
los colocaron delante del rey y de la asamblea para que les
impusieran las manos.
24 Los sacerdotes los inmolaron, y con la sangre derramada sobre el
altar ofrecieron un sacrificio expiatorio por todo Israel, porque el
rey había ordenado que el holocausto y el sacrificio expiatorio se
ofreciera por todo Israel.
25 El rey instaló a los levitas en el Templo del Señor, con
címbalos, arpas y cítaras, como lo habían ordenado David, Gad, el
vidente del rey, y el profeta Natán: este era, en efecto, un
mandamiento de Dios, que había sido dado por medio de sus profetas.
26 Cuando los levitas estuvieron preparados con los instrumentos de
David y los sacerdotes con las trompetas, 27 Ezequías ordenó que se
ofreciera el holocausto sobre el altar. En el momento de comenzar el
holocausto, comenzaron también los cantos del Señor y sonaron las
trompetas acompañadas por los instrumentos de David, rey de Israel.
28 Toda la asamblea permaneció postrada, mientras se cantaban los
himnos y resonaban las trompetas, hasta que terminó el holocausto.
29 Cuando se terminó de ofrecer el holocausto, el rey y todos los
que lo acompañaban, doblaron sus rodillas y se postraron.
30 Después, el rey Ezequías y los jefes ordenaron a los levitas que
alabaran al Señor con las palabras de David y de Asaf, el vidente.
Ellos cantaron jubilosamente las alabanzas e, inclinándose, se
postraron.
31 Ezequías tomó la palabra y dijo: "Ahora que ustedes han sido
consagrados al Señor, acérquense y presenten en la Casa del Señor
sacrificios y ofrendas de acción de gracias". Entonces la asamblea
ofreció sacrificios y ofrendas de acción de gracias, y los que eran
generosos presentaron también holocaustos.
32 El número de holocaustos que ofreció la asamblea fue de setenta
terneros, cien carneros y doscientos corderos. Todo esto se ofreció
como holocausto al Señor.
33 Se consagraron también seiscientos terneros y tres mil cabras y
ovejas.
34 Pero como los sacerdotes eran pocos y no daban abasto para
degollar todas las víctimas de los holocaustos, sus hermanos levitas
les ayudaron hasta que el trabajo quedó concluido y los sacerdotes
se purificaron, porque los levitas se habían mostrado más dispuestos
a purificarse que los sacerdotes.
35 Hubo una gran cantidad de holocaustos, además de la grasa de los
sacrificios de comunión y de las libaciones para los holocaustos.
Así quedó restablecido el culto en la Casa del Señor.
36 Ezequías y todo el pueblo se alegraron de que Dios hubiera
predispuesto al pueblo, ya que todo pudo hacerse tan rápidamente.
Fuente: Catholic.net