| Deuteronomio 31 | 
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| 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 
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					V. Conclusión
					
					Josué sucesor de Moisés
					1Dirigido 
					que hubo Moisés a todo Israel estas palabras, 2les 
					dijo todavía: “Tengo ya ciento y veinte años de edad, y no 
					puedo ya salir ni entrar; además me ha dicho Yahvé: ‘Tú no 
					pasarás este Jordán.’ 3Yahvé, tu Dios, pasará 
					delante de ti; Él destruirá a tu vista estos pueblos, y tú 
					los poseerás. Josué pasará delante de ti, como Yahvé lo ha 
					ordenado. 4Y hará Yahvé con ellos como hizo con 
					Sehón y Og, reyes de los amorreos, y con sus reinos, a los 
					cuales destruyó. 5Yahvé los entregará a vosotros 
					para que hagáis con ellos como os he mandado. 6*Sed 
					fuertes y valerosos; no temáis ni os amedrentéis ante ellos; 
					porque contigo marcha Yahvé, tu Dios, quien no te abandonará 
					ni te desamparará.” 7Llamó, pues, Moisés a Josué 
					y le dijo en presencia de todo Israel: “Sé fuerte y 
					valeroso, porque tú conducirás a este pueblo a la tierra que 
					Yahvé con juramento prometió a sus padres que les daría, y 
					tú se la darás en posesión. 8Yahvé marchará 
					delante de ti; Él estará contigo, y no te abandonará ni te 
					desamparará; no temas, pues, ni te amedrentes.” 
					
					Lectura periódica de la Ley
					9*Escribió 
					Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes, hijos de Leví, 
					que llevan el Arca de la Alianza de Yahvé, y a todos los 
					ancianos de Israel. 10*Y 
					les dio Moisés esta orden: “Al cabo de cada siete años en la 
					celebración periódica del año de remisión, en la fiesta de 
					los Tabernáculos, 11cuando viene todo Israel a 
					presentarse delante de Yahvé, tu Dios, en el lugar por Él 
					elegido, leerás esta Ley en presencia de todo Israel, a 
					oídos de ellos. 12Congregarás el pueblo, los 
					hombres y las mujeres, los niños y los extranjeros que moran 
					dentro de tus puertas, para que oigan y aprendan a temer a 
					Yahvé, Dios vuestro, y cuiden de cumplir las palabras de 
					esta Ley. 13Y también los hijos de ellos, que no 
					la conocen, la oirán y aprenderán a temer a Yahvé, vuestro 
					Dios, todos los días que viviereis en la tierra a la cual 
					vais pasando el Jordán para tomarla en posesión.” 
					
					Futura rebeldía de Israel
					14Diio 
					Yahvé a Moisés: “Mira, el tiempo en que has de morir está 
					cerca; llama a Josué, y presentaos en el Tabernáculo de la 
					Reunión y Yo le daré mis órdenes.” Fueron, pues, Moisés y 
					Josué y se presentaron en el Tabernáculo de la Reunión. 
					15Y se apareció Yahvé en el Tabernáculo, en la columna 
					de nube, la cual se detuvo a la entrada del Tabernáculo.
					16Y dijo Yahvé a Moisés: “He aquí que vas a 
					descansar con tus padres; y se rebelará este pueblo, y 
					fornicará en pos de los dioses extraños de la tierra adonde 
					va para morar allí; y me abandonará y quebrantará la alianza 
					que con él he pactado. 17Y se encenderá mi ira 
					contra él en aquel día; los abandonaré y esconderé de ellos 
					mi rostro; será consumido, y le alcanzarán muchos males y 
					angustias, de manera que en aquel día dirá: ‘¿No me han 
					alcanzado estos males porque mi Dios no está en medio de 
					mí?’ 18Y Yo sin falta esconderé mi rostro en 
					aquel día a causa de todas las maldades que habrá hecho, 
					siguiendo a otros dioses. 
					19*Ahora, 
					pues, escribíos este cántico; y tú lo enseñarás a los hijos 
					de Israel, poniéndolo en su boca, para que este cántico me 
					sirva de testimonio contra los hijos de Israel. 20Porque 
					cuando Yo hubiere introducido a este pueblo en la tierra que 
					con juramento he prometido a sus padres, tierra que mana 
					leche y miel, y él haya comido, y se haya hartado y puesto 
					gordo, se pasará a otros dioses para servirlos, y a Mí me 
					tratarán con desprecio y quebrantarán mi alianza. 21Pero 
					cuando le alcancen muchos males y angustias, este cántico 
					será testigo contra ellos, porque no será olvidado en la 
					boca de sus descendientes. Pues conozco los planes que está 
					maquinando ya en este momento en que no le he introducido 
					todavía en la tierra que le tengo prometida con juramento.” 
					22Escribió, 
					pues, Moisés este cántico en aquel mismo día, y lo enseñó a 
					los hijos de Israel. 
					23Y
					(Yahvé) dio sus órdenes a Josué, hijo de Nun, y le dijo: “Sé fuerte 
					y valeroso, porque tú conducirás a Israel a la tierra que 
					les he jurado; y Yo seré contigo.” 
					
					Moisés entrega el libro de la Ley a los levitas
					24Cuando 
					Moisés hubo acabado de escribir en un libro todas las 
					palabras de esta Ley hasta el fin, 25mandó a los 
					levitas portadores del Arca de la Alianza de Yahvé, 
					diciendo: 26* 
					“Tomad este libro de la Ley y ponedlo al lado del Arca de la 
					Alianza de Yahvé, vuestro Dios, para que allí quede por 
					testimonio contra ti. 27Porque conozco tu ánimo 
					rebelde y tu dura cerviz. Si estando yo todavía vivo en 
					medio de vosotros habéis sido rebeldes a Yahvé, ¿cuánto más 
					lo seréis después de mi muerte? 28Congregadme 
					todos los ancianos de vuestra tribus, y vuestros jefes, para 
					que diga estas palabras a sus oídos y ponga por testigos 
					contra ellos el cielo y la tierra. 29Pues bien sé 
					que después de mi muerte os pervertiréis totalmente, 
					apartándoos del camino que os he prescrito, mas en los días 
					venideros os sobrevendrá el mal, por haber hecho lo que es 
					malo a los ojos de Yahvé, irritándolo con las obras de 
					vuestras manos.” 
					30Pronunció, 
					pues, Moisés a oídos de todo el pueblo de Israel todas las 
					palabras de este cántico hasta el fin.  
							
							
							
							
							* 
							6. Citado en Hebreos 13, 5. Cf. Josué 1, 5. 
							
							
							
							
							* 
							9. Esta Ley a que se hace referencia es, 
							probablemente, el presente libro, el quinto de los 
							libros de Moisés, que se llama Deuteronomio. 
							
							
							
							
							* 
							10. La última recomendación de Moisés es la de leer 
							al pueblo la Palabra de Dios. La última 
							recomendación de Jesús fue igualmente que se 
							predicara el Evangelio. Véase cómo Esdras cumple la 
							recomendación de Moisés, leyendo públicamente la Ley 
							al regreso de Babilonia. Todos lo entienden y 
							celebran por ello gran fiesta (Nehemías 8). Lo mismo 
							hace el sacerdote Helcías, dando este libro al rey 
							de Judá, el cual por haberlo leído lloró en la 
							presencia de Dios y fue oído por Él (I Reyes 22, 3 
							s.; II Paralipómenos 34, 14 ss.). Cf. Levítico 25, 2 
							y nota. 
							
							
							
							
							* 
							19. Este 
							cántico: el cántico que sigue en el capítulo 32. 
							Los israelitas deben aprenderlo de memoria, porque 
							les pone delante la inmensa bondad de Dios y la 
							ingratitud de su pueblo; los pecados y los 
							escarmientos de sus padres, de una manera tal que 
							pueda servir de testimonio para los hijos de Israel. 
							Ningún israelita en adelante podrá excusarse, 
							diciendo: yo no conozco la Ley; todos desde la niñez 
							la conocerán por medio de este cántico. Cf. Josué 4, 
							6 y nota. En la Vigilia de Pentecostés (Oración de 
							la tercera profecía) nos dice la Liturgia que 
							“también a nosotros nos instruyó Dios por Moisés 
							mediante su cántico”. 
							
							
							
							
							* 
							26. Al lado 
							del Arca, de la Alianza. Cf. III Reyes 8, 9. 
							Solamente las tablas del Decálogo estaban en el 
							Arca; la Ley y el resto de los libros sagrados 
							estaban al lado del Arca, es decir, en el lugar 
							augustísimo del Tabernáculo, como si Dios quisiera 
							demostrar su voluntad de que se le diera un mismo 
							culto a Él y a su Palabra escrita. “Si el mismo Dios 
							quiso que su antigua Ley se colocara en lugar 
							santísimo para que fuera honrada y se exhibiera «in 
							testimonium» ¿hacemos demasiado sí honramos a la 
							Nueva Ley, colocándola en lugar preferente en 
							nuestras casas, para que permanezca allí «in 
							testimonium» para nosotros?” (Zerwick, S. J.). Cf. 
							Josué 24, 26; I Reyes 10, 25. 
 
 
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