2 Samuel 11 |
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III. David, el rey penitente
Adulterio de David con Betsabee
1*Al
año siguiente, al tiempo que los reyes suelen salir a
campaña, envió David a Joab y con él a sus servidores y a
todo Israel, para que devastaran
(el país) de los hijos de Ammón y pusieran sitio a Rabbá; David,
empero, se quedó en Jerusalén. 2Una tarde, cuando
David se levantó de su cama y se puso a pasear sobre el
terrado del palacio real, vio desde el terrado a una mujer
que se estaba bañando. La mujer era muy hermosa. 3David
hizo averiguar quién era aquella mujer. Le dijeron: “Es
Betsabee, hija de Eliam, mujer de Urías, el heteo.” 4*Entonces
David envió mensajeros y la tomó; y llegada que hubo a su
presencia se acostó con ella, apenas purificada de su
inmundicia. Luego ella volvió a su casa, 5y
habiendo concebido mandó aviso a David, diciendo: “Estoy
encinta.”
David y Urías
6Luego
David mandó a Joab esta orden: “Envíame a Urías, el heteo. Y
Joab le envió a David. 7Llegado Urías a David,
éste preguntó cómo estaba Joab y la gente y cómo andaba la
guerra. 8Después dijo David a Urías: “Baja a tu
casa y lava tus pies.” Y salió Urías de la casa del rey y le
siguió la comida de la mesa del rey. 9Pero Urías
durmió a la entrada de la casa del rey con los demás siervos
de su señor, y no bajó a su casa. 10Lo contaron a David,
diciendo: “Urías no ha bajado a su casa.” Y dijo David a
Urías: “¿No has venido de viaje? ¿Por qué, pues, no has
bajado a tu casa?” 11*Urías
respondió a David: “El Arca e Israel y Judá viven en
tiendas, y mi señor Joab, con los servidores de mi señor,
están acampados al raso; ¿e iría yo a mi casa, para comer y
beber y acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida, y por la vida
de tu alma, que no haré tal cosa!” Replicó David a Urías:
“Quédate aquí también hoy, y mañana te despacharé.” Y se
quedó Urías en Jerusalén aquel día y el día siguiente.
13David lo convidó a comer y beber con él, procurando
embriagarlo, mas a la noche salió
(Urías) y se
acostó para dormir con los siervos de su señor; y no bajó a
su casa.
14Al
día siguiente David escribió una carta a Joab, y se la
remitió por mano de Urías. 15*Decía
en la carta: “Poned a Urías en aquel punto del frente donde
más recio sea el combate, y retiraos de él para que sea
herido y muera.” 16Joab, que sitiaba la ciudad,
puso entonces a Urías en el lugar donde sabía que estaban
los guerreros más valientes. 17Y cuando los
hombres de la ciudad hicieron una salida y atacaron a Joab,
cayeron del pueblo algunos de los siervos de David, y murió
también Urías, el heteo. 18Luego Joab mandó
(un mensajero) e informó a David de todos los detalles del combate,
19y dio esta orden al mensajero: “Cuando acabares
de contar al rey todos los detalles del combate, 20y
el rey montando en cólera te pregunte: « ¿Por qué os
acercasteis a la ciudad para combatirla? ¿No sabíais que
desde el muro habían de tirar sobre vosotros? 21*¿Quién
mató a Abimelec, hijo de Jerobaal? ¿No fue una mujer que
arrojó sobre él desde la muralla la piedra superior de un
molino, de modo que murió en Tebes? ¿Cómo, pues, os
acercasteis a la muralla?» Tú entonces le dirás: «Quedó
muerto también tu siervo Urías, el heteo».”
22Fue,
pues, el mensajero, y llegado a David le contó todo lo que
Joab le había mandado. 23Dijo el mensajero a
David: “Esas gentes han tenido una ventaja sobre nosotros.
Hicieron una salida contra nosotros al campo y las
rechazamos hasta la entrada de la puerta. 24Pero
los flecheros tiraron desde la muralla sobre tus siervos, y
murieron algunos de los siervos del rey; y también tu siervo
Urías, el heteo, quedó muerto.” 25Entonces dijo
David al mensajero: “Así dirás a Joab: No te aflijas por
este asunto, porque la espada devora una vez a éste, y otra
vez a otro. Intensifica tu combate contra la ciudad y
destrúyela. Y tú mismo, aliéntalo.”
David se casa con Betsabee
26Cuando la mujer de Urías
supo que había muerto su marido Urías, hizo duelo por su
señor; 27*y pasado el duelo, envió
David y la recogió en su casa. Ella fue su mujer, y le dio
un hijo. Pero lo que David había hecho fue malo a los ojos
de Yahvé.
*
1. Rabbá,
llamada también Rabbat Ammón (cf. 10, 3 y nota).
*
4. Apenas
purificada: No se refiere a la impureza moral
sino a la legal (Levítico 15, 18).
*
11. ¡Cómo se empequeñece a nuestros ojos el rey
culpable, y se levanta y agiganta la figura del
noble capitán! “La verdadera nobleza no la dan ni
corona ni antiguos pergaminos: la da la rectitud de
conciencia, la elevación de sentimientos, la pureza
de corazón” (Fernández, Flor. Bibl. VI, p. 27).
*
15 ss. Como un inmenso claroscuro en la vida de este
amigo de Dios, el pecado de David es un verdadero
abismo de iniquidad. Empieza la pasión como el
incendio, por una chispa, una sola mirada (versículo
2), y va agravándose a cada instante, hasta terminar
en la vileza del adulterio, osando como parapeto el
homicidio. “¡Lascivia amasada con sangre!” Lo que
más sorprende es que David olvidase de pedir el
auxilio del Señor en la tentación, siendo que toda
su vida era un tejido de las maravillas obradas en
él por la divina gracia. Como Sansón, más fuerte que
un león, se enmolleció en los brazos de Dalila, así
“David, varón escogido según el corazón del Señor,
que con boca santa tantas veces había cantado a
Cristo venidero, cayó cautivo de la belleza desnuda
de Betsabee mientras se paseaba por el terrado de su
palacio, y añadió al crimen del adulterio el otro
del homicidio. Notad aquí brevemente que no hay
lugar seguro ni siquiera en la propia casa, y que
una sola mirada basta para arruinarnos” (San
Jerónimo en la Carta a Eustaquia). La conducta
fidelísima de Urías nos sirva de contraste, el más
elocuente para medir la insondable caída de David.
Más no nos desanimemos. Esperemos el siguiente acto
de este drama, y veremos las alturas adonde Dios
eleva nuevamente por medio de la contrición del
corazón, a este su amigo que no supo mantenerse por
la inocencia. Lección infinitamente consoladora, que
nos muestra cómo nuestro Padre posee el secreto de
convertir el mal en bien para los que aceptan ser
sus hijos. “Todas las cosas cooperan en bien de los
que aman a Dios”, dice San Pablo (Romanos 8, 28), y
San Agustín añade: “hasta los pecados”.
*
21. Jerobaal:
Gedeón, uno de los jueces. Cf. Jueces 9, 53.
*
27. David permaneció, pues, casi un año en su
pecado, hasta que Dios le anunció la pena por medio
de un profeta (capítulo 12). Por supuesto continuó
administrando justicia y cumpliendo las otras
obligaciones de su ministerio, pero sólo
exteriormente. Ya no era el Santo de corazón limpio
y ardiente, el fervoroso cantor de las divinas
alabanzas, que bailaba delante del Arca y arrastraba
con su arpa al pueblo; pues todo hablaban de su
delito y se escandalizaban de su conducta. Así
habría permanecido si la misericordia del Señor no
lo hubiera alcanzado (12, 1 ss.).
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