1 Samuel 8 |
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 |
29 | 30 | 31 |
II. Samuel y Saúl
El pueblo pide un rey
1Cuando
Samuel llegó a la edad avanzada, instituyó a sus hijos
por jueces de Israel. 2Se llamaba el
primogénito Joel, y el segundo Abías; y juzgaban ellos
en Bersabee. 3*Pero
los hijos no anduvieron por los caminos
(de
su padre),
sino que apartándose siguieron su propio interés,
aceptando regalos y torciendo el derecho.
4Se
reunieron, pues, todos los ancianos de Israel, y se
llegaron a Samuel, en Ramá. 5*Y
le dijeron: “Mira; tú has envejecido, y tus hijos no
andan en tus caminos. Pon ahora un rey sobre nosotros
que nos juzgue, como lo tienen todos los pueblos.”
6Desagradó
a Samuel esta propuesta que le expresaron: “Danos un rey
que nos juzgue.” E hizo Samuel oración a Yahvé. 7*Respondió
Yahvé a Samuel: “Oye la voz del pueblo en todo cuanto te
digan; porque no te han desechado a ti, sino a Mí, para
que no reine sobre ellos. 8Todo lo que han
hecho (conmigo)
desde el día que los saqué de Egipto hasta este día, en
que me han dejado para servir a otros dioses, lo mismo
hacen también contigo. 9Ahora, pues, escucha
su voz, pero da testimonio contra ellos, y anúnciales
los fueros del rey que va a reinar sobre ellos.”
Los derechos del rey
10*Samuel
refirió al pueblo que le había pedido un rey, todas las
palabras de Yahvé, 11y dijo: “Éste será el
derecho, del rey que va a reinar sobre vosotros: Tomará
a vuestros hijos, y los empleará para sus carros, y como
jinetes suyos para que corran delante de su carroza.
12Los constituirá jefes de mil, y jefes de
cincuenta, y los hará labrar sus tierras, segar sus
mieses y fabricar sus armas de guerra, y los pertrechos
de sus carros. 13Y de entre vuestras hijas
sacará perfumistas, cocineras y panaderas. 14Tomará
lo mejor de vuestros campos, vuestras viñas y vuestros
olivares y los dará a sus servidores. 15Diezmará
vuestras sementeras y vuestras viñas, para hacer regalos
a sus cortesanos y servidores. 16*Tomará
también vuestros siervos y vuestras siervas, y los
escogidos de entre vuestros jóvenes, y vuestros asnos, y
los empleará para sus trabajos. 17Diezmará
asimismo vuestros rebaños, y vosotros seréis siervos
suyos. 18Entonces clamaréis a causa de
vuestro rey que os habéis escogido: pero en aquel día
Yahvé no os responderá.”
El pueblo insiste en tener un rey
19*El
pueblo no quiso escuchar la voz de Samuel, sino que
dijeron: “¡No, no! ¡Que haya un rey sobre nosotros!
20¡Que seamos también nosotros como todos los
pueblos! ¡Que nos juzgue nuestro rey, y salga al frente
de nosotros para pelear nuestras guerras!” 21Oyó
Samuel todas las palabras del pueblo, y las repitió a
Yahvé. 22*Y
Yahvé dijo a Samuel: “Escucha su voz, y pon sobre ellos
un rey.” Entonces dijo Samuel a los hijos de Israel:
“Váyase cada cual a su ciudad.”
*
3. Se repite el caso de los hijos de Helí, pero
esta vez no consta que Samuel fuese culpable de
ninguna debilidad. Esto muestra que la salvación
no es un fenómeno colectivo, sino individual. El
pertenecer a la Iglesia nos hace ciertamente
partícipes de innumerables gracias, pero como
nadie puede entrar al Reino, si no nace de lo
alto, según enseñó Jesús a Nicodemo (Juan 3, 3),
así tampoco nadie puede alcanzar la vida eterna
si no coopera personalmente.
*
5 s. Pon
ahora un rey sobre nosotros: Cf. Jueces 8,
23 y nota. ¡Qué contraste con lo que Dios
propuso en Éxodo 19, 5 y 6! Véase allí la nota.
Aunque el establecimiento de la realeza estaba
profetizado por Moisés (véase los derechos del
rey en Deuteronomio 17, 14-20), ello no obstante
el pedido desagradó a Samuel y a Dios mismo
(versículo 7), ya que los israelitas exigen un
rey tal como lo tienen los pueblos vecinos, y no
un soberano tal como correspondía a la posición
especial que Israel tenía entre las naciones
según los designios de Dios.
*
7 s. Episodio memorable. Es una prueba muy clara
de la cólera de Dios cuando concede a los
hombres lo que pretenden contra los designios de
su amorosa Providencia. “Los planes de Dios
parecen destruidos. La realeza del Eterno es
instituida por una realeza humana que regirá a
Israel en adelante. El hombre va a dirigir sus
miradas hacia el hombre, en lugar de elevarlas,
cargadas de esperanza, hacia un rey divino”. De
aquí resultaron innumerables calamidades, si
bien el Señor, como siempre lo hace, supo sacar
bien de tantos males y preparar para su Mesías
la familia del rey David. Ese rechazo de que
Dios aquí se queja, fue repetido ante Pilato
(Juan 19, 15) y seguirá repitiéndose hasta el
final, como el mismo Jesús lo anuncia en Lucas
19, 14. Lo rechazan todos aquellos que adoran el
ídolo del “yo”, o del dinero.
*
10 ss. Dios no se impuso (versículo 7-9); les
dejó libertad de elegir, pero mandó a Samuel
darles a conocer cómo los tratará el rey. “Lo
que aquí propone Samuel no es precisamente la
ley constitucional de la monarquía, sino la
realidad práctica, mucho más gravosa para el
pueblo que la teocracia que hasta ahora los
había regido” (Nácar-Colunga).
*
16. En vez de jóvenes leen los Setenta: ganados.
*
19. Llamamos la atención sobre este pasaje. El
Señor les hace la misericordiosa advertencia de
las innumerables desventajas del régimen que
pretendían. Pero ellos se habían empecinado en
querer un rey, y esto para ser como los
gentiles; en vez de comprender las infinitas
ventajas que gozaban con ser el pueblo escogido
de Dios, quien los gobernaba como un padre a su
hijito (Deuteronomio 1, 31) y les enviaba
caudillos santos. Ciertamente era éste un pueblo
de dura cerviz (Éxodo 32, 9), pero ¡cuánto mayor
es la insensatez de los que rehusamos el suave
yugo de Cristo, prefiriendo el pesadísima de los
hombres, poniendo en éstos nuestra fe, sin ver
que “sólo Dios es veraz y todo hombre es
mentiroso”! (Romanos 3, 4). Tal vez la más
dolorosa palabra de Jesús es aquélla: “Vosotros
no queréis venir a mí para tener la vida” (Juan
5, 40).
*
22. Pon
sobre ellos un rey: “Al poner rey sobre
Israel, Samuel aparenta ceder a las instancias
del pueblo; en realidad ejecuta la voluntad de
Dios... La potestad del rey estaba subordinada a
la Ley mosaica; su autoridad tenía un saludable
contrapeso en el sacerdocio levítico y en los
profetas” (Vigouroux, Polyglotte).
|