1 Samuel 3 |
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 |
29 | 30 | 31 |
Vocación de Samuel
1*Entretanto
el joven Samuel servía a Yahvé en presencia de Helí. En
aquellos días la palabra de Yahvé era cosa rara y las
visiones proféticas no eran frecuentes. 2En
aquel tiempo, estando acostado en su lugar Helí, cuyos
ojos habían comenzado ya a ofuscarse, de modo que no
podía ver, 3*pero
no habiéndose todavía apagado la lámpara de Dios, y
mientras Samuel dormía en el Templo de Yahvé, donde se
hallaba el Arca de Dios, 4llamó Yahvé a
Samuel; el cual respondió: “Heme aquí.” 5Y
corrió a Helí, diciendo: “Aquí me tienes, pues me has
llamado.” Mas él dijo: “No te he llamado; vuelve a
acostarte.” Fue, pues, y se acostó.
6Yahvé
llamó otra vez: “¡Samuel!” Se levantó Samuel, fue a Helí
y dijo: “Aquí me tienes, pues me has llamado.” Más él
respondió: “No te he llamado, hijo mío; vuelve a
acostarte.” 7*Samuel
no conocía aún a Yahvé y todavía no le había sido
revelada palabra alguna de Yahvé.
8Yahvé
volvió a llamar a Samuel por tercera vez. Y éste se
levantó, fue a Helí y le dijo: “Aquí me tienes, pues me
has llamado.” Entonces entendió Helí que Yahvé llamaba
al joven. 9*Y
dijo Helí a Samuel: “Anda, acuéstate; y al llamarte
(de nuevo)
dirás: “Habla, Yahvé, tu siervo escucha.” Se fue Samuel
y se acostó en su lugar.
10Vino
Yahvé (de nuevo)
y parándose llamó como las otras veces: “¡Samuel!
¡Samuel!” Respondió Samuel: “Habla, tu siervo escucha.”
11Y dijo Yahvé a Samuel: “He aquí que voy a
hacer en Israel una cosa tal que a todo aquel que la
oiga le retiñirán ambos oídos. 12En aquel día
cumpliré contra Helí todo cuanto he dicho contra su
casa, desde el principio hasta el fin. 13*Yo
le he dicho que castigaré a su casa perpetuamente, por
la iniquidad de que él tenía conocimiento, pues cuando
sus hijos iban atrayendo sobre sí maldición, no los
corrigió. 14*Por
tanto he jurado a la casa de Helí: ‘Jamás será expiada
la iniquidad de la casa de Helí, ni con sacrificios ni
con oblaciones’.”
15Samuel
se quedó acostado hasta la mañana. Después abrió las
puertas de la Casa de Yahvé; pero temía Samuel contar a
Helí la visión. 16Llamó Helí a Samuel y dijo:
“¡Samuel, hijo mío!” A lo que éste respondió: “Aquí me
tienes.” 17Y le preguntó: “¿Qué es lo que Él
te ha dicho? Te ruego no me lo ocultes. Esto y esotro te
haga Dios si me ocultas una palabra de cuanto Él te ha
dicho.” 18*Samuel
le refirió todas las palabras, y no le ocultó nada.
Entonces Helí respondió: “Él es Yahvé; haga lo que sea
agradable a sus ojos.”
19Samuel
creció y Yahvé estaba con él y no dejó que cayera por
tierra ninguna de sus palabras. 20Por lo cual
conoció todo Israel, desde Dan hasta Bersabee, que
Samuel era un verdadero profeta de Yahvé. 21Y
siguió Yahvé apareciéndose en Silo, porque en Silo se
manifestaba Yahvé a Samuel por su palabra.
*
1. La
palabra de Yahvé era cosa rara; es decir:
Dios no se manifestaba sino muy contadas veces,
y, por lo tanto, la tenían en muchísima estima.
Meditemos esto los que tenemos a nuestra
disposición la Palabra de Dios: el Evangelio, no
sea que se cumpla en nosotros la tremenda
profecía de Amos 8, 11-12.
*
3. La
lámpara de Dios: el candelero de oro, cuyas
siete lámparas se apagaban habitualmente al
amanecer (Éxodo 27, 21). Hay, empero, autores
que por “la lámpara de Dios” entienden a Helí.
*
7. Samuel
no conocía todavía o Yahvé: Por eso tomó su
voz por la de Helí. confundió la voz de Dios con
la de un hombre. “¿No nos pasa lo mismo a
nosotros cuando no hemos reconocido todavía lo
que Dios nos habla por medio de los hombres?
Nuestra soberbia nos hace creer que para
instruirnos o para corregirnos Dios nos debe
hablar directamente, o si no, por alguien cuya
autoridad reconocemos, y a quien juzgamos santo,
y que además tenga un modo suave, amable y
dulce. Jamás queremos admitir una advertencia o
reprensión de parte de quien no tiene estas
condiciones. Sin embargo, hablando del encuentro
de Santa Mónica con su criada, San Agustín dice:
“Muchas veces los enemigos injuriando nos
corrigen”, y más adelante: “Hasta de la misma
enfermedad de la una os servisteis para sanar a
la otra”. Dios nos habla, nos reprende, nos
corrige, nos aconseja, nos guía por medio de los
hombres que Él elige, pero nosotros tomamos su
voz por la de un hombre”.
*
9. Habla
Yahvé, etc.: Hermosa fórmula que puede
servirnos de oración al comenzar la lectura de
la Sagrada Biblia, con los alegres sentimientos
del salmista que dice: “Oiré lo que me hable el
Señor Dios, porque Él dirá cosas de paz para su
pueblo y sus santos y los que se convierten de
corazón” (Salmo 84, 9). Cf. I Timoteo 4, 15 y
nota.
*
13. “No siempre tienen éxito nuestras
amonestaciones paternales, ni permanecen
nuestros hijos sobre los caminos trazados por
Dios. Pero a pesar de nuestro amor, o mejor
dicho, porque los amamos tanto, no debemos
llegar a ser culpables en ellos, disculpando sus
faltas y aprobando su mal obrar. Tenemos que
luchar por las almas de nuestros hijos en
oración continua y reprenderlos aunque así
alguna vez perdamos su amor. Fielmente y con
paciencia tenemos que acompañarlos en el
transcurso de su vida, con oración y solicitud.
Imitemos el ejemplo de santa Mónica que durante
treinta largos años luchó en oración por el alma
de su hijo hasta que su perseverancia venció los
poderes de las tinieblas. Ella nos enseña en qué
consiste el sumo amor de los padres a la vez que
nos muestra que este amor resulta siempre
triunfante” (Elpis).
*
14. Con esto no se niega a Helí la posibilidad
de expiar sus pecados. En sentir de los santos
Padres, el Señor sólo quiere decir que en el
presente caso el castigo temporal se llevará a
cabo irremisiblemente.
*
18. A pesar del mal ejemplo de los hijos de Helí
el joven Samuel se mantuvo puro, sostenido por
las oraciones de su santa madre, y así Dios se
dignó hablar con él y le descubrió que había
llegado el tiempo de castigar a los hijos del
Sumo Sacerdote. Samuel no se atrevía a contar a
Helí su visión (versículo 15), hasta que éste le
preguntó y pidió saber lo que Dios le había
dicho. Y entonces el joven no recurrió a una
“piadosa” mentira, sino que contó todo a Helí
con sinceridad, sin ocultar nada. Grande es en
este momento Samuel, grande también Helí. Sin
tener rencor a Samuel, sin rebelarse contra
Dios, dijo sencillamente: “Él es Yahvé, haga lo
que sea agradable a sus ojos.”
|