Deuteronomio
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Capítulo 12: Deuteronomio
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LA LEGISLACIÓN DEUTERONÓMICA
Los discursos anteriores han aclarado el sentido y el valor de la
Alianza. Ahora el Deuteronomio determina cómo se debe vivir esa
Alianza en las circunstancias concretas de la existencia individual
y social. Pero esta legislación dista mucho de ser un tratado
rígidamente jurídico. Las diversas prescripciones están expuestas en
un tono pausado, cálido y sugestivo. Sobre todo, se trata de
inculcar el amor a la Ley. No es cuestión de imponerla desde afuera,
sino de arraigarla en lo más profundo del corazón. Su finalidad
esencial es hacer de Israel una comunidad de "hermanos". La idea de
la unidad domina todo el Deuteronomio: un Dios, un Pueblo, un
Templo, una Tierra y una Ley.
Otro rasgo característico de esta legislación es el espíritu
humanitario que la anima. La honda preocupación por defender a los
más débiles -personificados en el huérfano, la viuda y el
extranjero, debido a la incapacidad de estos para hacer valer sus
derechos- pone bien de manifiesto ese sentimiento de humanidad, que
se extiende incluso a los animales y a las plantas (20. 19-20; 22.
6-7; 25. 4). Esto es lo que da una vigencia siembre actual al
Deuteronomio, más allá de las diferencias culturales y sociales que
separan su época de la nuestra.
El Santuario único
12 1 Estos son los preceptos y las leyes que ustedes deberán
observar y poner en práctica, mientras vivan en la tierra que el
Señor, el Dios de tus padres, te da en posesión. 2 Harán desaparecer
todos los lugares de culto, donde las naciones que ustedes van a
desposeer sirven a sus dioses, en las montañas, sobre las colinas y
debajo de todo árbol frondoso.
3 Derriben sus altares, rompan sus piedras conmemorativas, prendan
fuego a sus postes sagrados, destruyan las imágenes de sus ídolos y
borren hasta sus nombres de aquel lugar.
4 Pero con el Señor, su Dios, ustedes se comportarán de una manera
distinta. 5 Irán a buscarlo al lugar que él elija entre todas las
tribus, para constituirlo morada de su Nombre. 6 Solamente allí
presentarán sus holocaustos y sacrificios, sus diezmos y sus dones,
sus ofrendas votivas y voluntarias, y también las primicias de sus
ganados y rebaños. 7 Allí, ustedes y sus familias comerán en la
presencia del Señor, su Dios, y se alegrarán por todos los
beneficios que hayan obtenido de su trabajo, porque el Señor, tu
Dios, te bendijo.
8 Entonces no se comportarán como lo hacemos ahora. Aquí cada uno
hace lo que mejor le parece, 9 porque todavía no han entrado en el
lugar del descanso y en la herencia que el Señor, tu Dios, te dará.
10 Pero cuando pasen el Jordán y se establezcan en la tierra que el
Señor, su Dios, les dará como herencia, cuando él les dé el
descanso, librándolos de todos los enemigos que estén a su
alrededor, y ustedes se sientan seguros, 11 llevarán al lugar que el
Señor, su Dios, elija para constituirlo morada de su Nombre, todo lo
que yo les ordeno: sus holocaustos y sacrificios, sus diezmos, sus
dones, y las ofrendas escogidas que le hayan prometido al Señor
mediante un voto. 12 Y ustedes se alegrarán en la presencia del
Señor, su Dios, junto con sus hijos y sus hijas, sus esclavos y sus
esclavas, y también con el levita que viva en sus ciudades, ya que
él no tendrá posesión ni herencia entre ustedes.
Indicaciones sobre los sacrificios
13 Ten cuidado, entonces, de no ofrecer tus holocaustos en cualquier
santuario que veas. 14 Los ofrecerás únicamente en el lugar elegido
por el Señor, tu Dios, en una de tus tribus, y allí harás todo lo
que yo te ordeno. 15 Sin embargo, podrás matar animales y comer
carne en cualquiera de tus ciudades, siempre que así lo desees y en
la medida en que el Señor, tu Dios, te bendiga. Podrán comerla
igualmente el impuro y el puro, como si se tratara de un ciervo o de
una gacela.
16 Pero no comerán la sangre, sino que la derramarás en la tierra,
como si fuera agua.
17 Tampoco comerás en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu vino
y de tu aceite, ni las primicias de tu ganado y tus rebaños, ni lo
que hayas prometido al Señor mediante un voto, ni tus ofrendas
voluntarias, ni tus dones. 18 Lo harás en presencia del Señor, tu
Dios –en el lugar elegido por él– junto con tu hijo y tu hija, tu
esclavo y tu esclava, y con el levita que viva en tu ciudad. Y en la
presencia del Señor, tu Dios, te alegrarás por todos los beneficios
que hayas obtenido de tu trabajo. 19 Ten cuidado de no abandonar
nunca al levita.
20 Cuando el Señor, tu Dios, ensanche tus fronteras, como te lo ha
prometido, y sientas deseos de comer carne, podrás comer toda la que
quieras. 21 Si el lugar que el Señor, tu Dios, elija para
constituirlo morada de su Nombre, se encuentra demasiado lejos, tú
mismo podrás matar, conforme a mis prescripciones, los animales del
ganado mayor o menor que el Señor, tu Dios, te dará. Y comerás en tu
ciudad todo lo que quieras, 22 del mismo modo que se come una gacela
o un ciervo. Podrán comerla igualmente el puro y el impuro; 23 sólo
tendrás que abstenerte de comer la sangre, porque la sangre es la
vida, y tú no debes comer la vida junto con la carne. 24 Por eso,
derramarás la sangre en la tierra, como si fuera agua. 25 Así serán
felices, tú y tus hijos después de ti, porque habrás realizado lo
que es bueno y recto a los ojos del Señor, tu Dios.
26 Pero los dones que debas consagrar al Señor y los que ofrezcas en
cumplimiento de un voto, irás a llevarlos al lugar que el Señor
elija. 27 Allí harás el holocausto de la carne y de la sangre sobre
el altar del Señor, tu Dios. En cuanto a tus sacrificios, la sangre
será derramada sobre el altar del Señor, tu Dios, y tú comerás la
carne. 28 Escucha atentamente todas estas cosas que yo te mando. Así
serás feliz, tú y tus hijos después de ti, porque habrás realizado
lo que es bueno y recto a los ojos del Señor, tu Dios.
Advertencia contra los cultos cananeos
29 Y cuando el Señor, tu Dios, extirpe a las naciones que tú vas a
desposeer, cuando las desalojes y te instales en su territorio,
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ten cuidado, no sea que caigas en una trampa.
No sigas su ejemplo después que hayan desaparecido de tu presencia,
ni hagas averiguaciones respecto de sus dioses, diciendo: "¿Cómo
servían a sus dioses estas naciones para que yo pueda hacer lo
mismo?".
31 No obres de esa manera con el Señor, tu Dios. Porque él considera
abominable y detesta todo lo que ellas hacen para honrar a sus
dioses, ya que llegan incluso a quemar a sus hijos y a sus hijas en
homenaje a esos dioses.
Fuente: Catholic.net