HECHOS12 |
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 |
22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 |
Martirio de Santiago y prisión
de Pedro.
1 En aquel
tiempo el rey Herodes*
empezó a perseguir a algunos de la Iglesia;
2 y mató a espada a Santiago, hermano de Juan*.
3 Viendo que
esto agradaba a los judíos, tomó preso también a Pedro. Eran
entonces los días de los Ázimos*.
4 A éste lo prendió y lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia
de cuatro piquetes de soldados de a cuatro hombres cada uno,
con el propósito de presentarlo al pueblo después de la
Pascua.
5 Pedro se
hallaba, pues, custodiado en la cárcel, mas la Iglesia hacía
sin cesar oración a Dios por él*.
6 Cuando Herodes estaba ya a punto de presentarlo, en aquella misma
noche Pedro dormía en medio de dos soldados, atado con dos
cadenas, y ante las puertas estaban guardias que custodiaban
la cárcel.
7 Y he aquí que
sobrevino un ángel del Señor y una luz resplandeció en el
aposento, y golpeando el costado de Pedro lo despertó,
diciendo: “Levántate presto”. Y se le cayeron las cadenas de
las manos*.
8 Díjole entonces el ángel: “Cíñete y cálzate tus sandalias”; y lo hizo
así. Díjole asimismo: “Ponte la capa y sígueme”.
9 Salió, pues, y
le siguió sin saber si era realidad lo que el ángel hacía
con él; antes bien le parecía ver una visión.
10 Pasaron la primera guardia y la segunda y llegaron a
la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les
abrió automáticamente. Y habiendo salido pasaron adelante
por una calle, y al instante se apartó de él el ángel.
Pedro se retira a otra parte.
11 Entonces Pedro vuelto en sí dijo: “Ahora sé
verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel y me ha
librado de la mano de Herodes y de toda la expectación del
pueblo de los judíos”.
12 Pensando en esto llegó a la casa de María, madre de Juan, por
sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos haciendo
oración*.
13 Llamó a la
puerta del portal, y salió a escuchar una sirvienta llamada
Rode,
14 la cual, reconociendo la voz de Pedro, de pura alegría no abrió la
puerta sino que corrió adentro con la nueva de que Pedro
estaba a la puerta.
15 Dijéronle: “Estás loca”. Mas ella insistía en que era así. Ellos
entonces dijeron: “Es su ángel”*.
16 Pedro, empero, siguió golpeando a la puerta. Abrieron, por fin, y
viéndolo quedaron pasmados.
17 Mas él, haciéndoles señal con la mano para que
callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la
cárcel. Después dijo: Anunciad esto a Santiago y a los
hermanos. Y saliendo fue a otro lugar*.
18 Cuando se hizo
de día, era grande la confusión entre los soldados sobre qué
habría sido de Pedro.
19 Herodes lo buscaba y no hallándole, hizo inquisición
contra los guardias y mandó
conducirlos (al
suplicio)*.
Él mismo descendió de Judea a
Cesarea en donde se quedó.
Fin espantoso del perseguidor.
20
Estaba (Herodes)
irritado contra los tirios y sidonios; mas ellos de común acuerdo se le
presentaron y habiendo ganado a Blasto, camarero del rey,
pidieron la paz, pues su país era alimentado por el del rey.
21
En el día determinado Herodes, vestido de traje real y
sentado en el trono, les pronunció un discurso.
22
Y el pueblo clamaba: Esta es la voz de un dios y no de un
hombre.
23
Al mismo instante lo hirió un ángel del Señor por no haber
dado a Dios la gloria; y roído de gusanos expiró*.
24
Entretanto la palabra de Dios crecía y se multiplicaba.
25
Mas Bernabé y Saulo, acabada su misión, volvieron de
Jerusalén llevando consigo a Juan, el apellidado Marcos.
1.
Herodes Agripa I,
nieto de
aquel cruel Herodes el Grande, que mató a los niños
de Belén, y sobrino de Herodes Antipas que se burló
del Señor (Lc. 23, 8 ss.).
2. Se trata aquí de
Santiago el Mayor, cuya decapitación tuvo lugar en
Jerusalén el año 42. Sobre Santiago el Menor cf. v.
17. Una tradición traída
por Clemente Alejandrino refiere que Santiago murió
perdonando al que lo había delatado, el cual también
se hizo cristiano. Contra los que pretenden que Juan
murió aquí con su hermano (cf. Mc. 10, 39), basta
recordar que San Pablo lo encuentra vivo en
Jerusalén siete años después (Ga. 2. 9).
3.
Los días de los
Ázimos: La
semana de Pascua.
5.
Sin cesar:
es el verdadero
sentido de la locución griega
ectenoos
que Lucas aplica a la oración de Jesús (Lc. 22, 44).
7.
¡Presto!
Al decirle esta palabra ya estaba dándole la idea de
un milagro, pues Pedro no habría podido moverse con
rapidez sin ser aliviado de las
cadenas.
12. Se cree
comúnmente que este
Marcos es el Evangelista del
mismo nombre.
15.
Su ángel:
el Ángel Custodio
(cf. Mt. 18, 10). Su existencia se conocía desde el
Antiguo Testamento (Dn. 10, 13 y 20 s.), pero es de
notar aquí el espíritu de fe de los cristianos, que
se apresuran a pensar en las explicaciones de orden
sobrenatural, que hoy difícilmente se buscarían no
obstante haber pasado tantos siglos de experiencia
cristiana.
17. Vemos el ambiente
de
fraternidad
en que vivían los
santos comunicándose todo entre ellos, en medio de
esa vida aventurera que llevaban, como malhechores
que tienen que ocultarse. Lo mismo sucedía en las
catacumbas. “¡Cuántas veces, dice un piadoso autor,
tenemos que pasar por desobedientes... para
obedecer!” A
otro lugar: si el autor sagrado no indica el
lugar adonde se retiró
Pedro
después de escapar de Herodes, lo hizo probablemente
por razones de seguridad para el Príncipe de los
apóstoles. “Para algunos este
otro lugar es Roma, adonde Pedro habría partido sin demora. Para
otros es Antioquía. Otros, tal vez más prudentes, no
alejan demasiado al Apóstol de Jerusalén. Los
escritos apostólicos no nos dicen casi nada de los
hechos y actitudes de Pedro después de su
liberación. S. Pablo se encuentra de nuevo con él en
Jerusalén, para el concilio (15, 7), y más tarde en
Antioquía (Ga. 2, 11). Entre los bandos que se
formaron en la Iglesia de Corinto, menciona uno que
se apoya en Pedro:
Yo soy de
Cefas (1 Co. 1, 13). Quizá es éste un indicio de
que Pedro visitó esa ciudad, como parece afirmarlo
S. Dionisio de Corinto. Por lo demás, a pesar de las
negaciones desesperadas a las cuales los
descubrimientos arqueológicos recientes han
dado el golpe de gracia, es históricamente cierto
que Pedro fue a Roma y murió allí. Pero ¿cuándo fue
allá?... En todo caso los datos escriturarios no
permiten precisar las idas y venidas ni fijar su
cronología; y en cuanto a los de la tradición están
lejos de disipar toda incertidumbre” (Boudou). El
apóstol Santiago del que aquí se hace mención es
Santiago el Menor, hijo de Alfeo y “hermano”, es
decir, pariente del Señor. Él fue el primer Obispo
de Jerusalén. Cf. v. 2 y nota.
19. Parece indudable
que los guardias
fueron ajusticiados sin culpa, como en el caso de
los santos Inocentes. Bien podríamos suponer que
Dios salvó sus almas por amor a su siervo Pedro,
como en el caso de S. Pablo (16, 25-34).
23.
Por no haber dado a
Dios la gloria:
Dios no cede a nadie
el honor que a Él solo es debido (Is. 42, 8; 48, 11;
Sal. 148, 13; 1 Tm. 1, 17). Esta horrible muerte de
Herodes Agripa I, padre del rey Agripa II (cf. 25,
13) en igual forma que Antíoco Epífanes (2 M. 9, 5
ss.), nos muestra que no
se incurre impunemente en esa soberbia, que será la
misma del Anticristo (2 Ts. 2, 3 ss.; cf. Ez. 28, 5
y nota). El v. 24 muestra, en notable contraste,
cómo la semilla divina germinaba en medio de la
persecución (cf. 8, 1 y nota). Las persecuciones son
para la Iglesia lo que el fuego para el oro (S.
Agustín). Cf. 1 Pe. 1, 7. “La fuerza espiritual de
la Iglesia se encuentra como ligada a su debilidad
temporal: el poder de Cristo no fue nunca tan
arrollador como en la Cruz” (Pío XI).
|