ROMANOS 13 |
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8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
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Deberes para con las
autoridades.
1
Todos han de
someterse a las potestades superiores; porque no hay
potestad que no esté bajo Dios, y las que hay han sido
ordenadas por Dios*.
2
Por donde el que resiste a la potestad, resiste a la
ordenación de Dios; y los que resisten se hacen reos de
juicio.
3
Porque los magistrados no son de temer para las obras
buenas, sino para las malas. ¿Quieres no tener que temer a
la autoridad? Obra lo que es bueno, y tendrás de ella
alabanza;
4
pues ella es
contigo ministro de Dios para el bien. Mas si obrares lo que
es malo, teme; que no en vano lleva la espada; porque es
ministro de Dios, vengador, para (ejecutar) ira
contra aquel que obra el mal.
5 Por tanto es
necesario someterse, no solamente por el castigo, sino
también por conciencia.
6 Por esta misma
razón pagáis también tributos; porque son ministros de Dios,
ocupados asiduamente en este asunto.
7
Pagad a todos lo que les debéis: a
quien tributo, tributo; a quien impuesto, impuesto; a quien
temor, temor; a quien honor, honor*.
El amor es la plenitud de la
ley.
8 No tengáis con
nadie deuda sino el amaros unos a otros; porque quien ama al
prójimo, ha cumplido la Ley*.
9 Pues aquello de: “No cometerás adulterio; no matarás; no hurtarás; no
codiciarás”; y cualquier otro mandamiento que haya, en esta
palabra se resume: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
10 El amor no
hace mal al prójimo. Por donde el amor es la plenitud de la
Ley*.
Conocer el tiempo.
11
Y (obrad) esto, conociendo el tiempo, que ya
es hora de levantaros del sueño; porque ahora la salvación
está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe*.
12
La noche está avanzada, y el día está cerca; desechemos por
tanto las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de
luz. 13
Andemos como de día, honestamente, no en banquetes y
borracheras, no en lechos y lascivias, no en contiendas y
rivalidades;
14
antes bien, vestíos del Señor Jesucristo y no os preocupéis
de servir a la carne en orden a sus concupiscencias.
1. El presente
capítulo inculca los deberes para con
la potestad
civil, y es de señalar que S. Pablo escribió
estas amonestaciones en tiempos de Nerón,
perseguidor en extremo cruel de los cristianos.
Obedecer a las autoridades es una obligación
independiente de las cualidades personales de los
mandatarios. Véase Mt. 22, 21; 1 Pe. 2, 13-15; Jn.
19, 11. Los Padres de la Iglesia procuraron con toda
diligencia profesar y propagar esta misma doctrina:
“No atribuyamos sino al Dios verdadero la potestad
de dar el reino y el imperio” (S. Agustín). Vemos
una elocuente confirmación de esta doctrina en Ef.
6, 5 ss. y en la sumisión de Pablo y de Pedro hasta
la prisión y el martirio.
7. Es decir que el
pago de los
impuestos no es obligación
meramente civil, de lo cual un cristiano pueda
dispensarse en conciencia, sino un deber religioso.
El Evangelio es así no sólo la fuerza de Dios para
la salvación (1, 16), sino también el insuperable
motor de cada alma para el orden y bienestar de la
sociedad organizada.
8. Señala como ley
básica de la vida cristiana
el amor de
caridad, que es el resumen y la cumbre de los
mandamientos de la Ley. Cf. Ex. 20, 13 ss.; Dt. 5,
17 ss.; Lv. 19, 18; Ga. 5, 14; Col. 3, 14.
10. Es ésta una
lección fundamental de doctrina y espiritualidad. El
que tiene amor tiene todas las virtudes;
si le falta el amor, no tiene ninguna que merezca
tal nombre en el orden sobrenatural. Véase 1 Co. 13,
1 ss.; Mt. 22, 39; Ga. 5, 14.
11 s.
Las obras de las
tinieblas
son las propias de Satanás que es la potestad de las
tinieblas (Col. 1, 13), es decir, del mundo (Jn. 14,
30) “en este siglo malo” (Ga. 1, 4). Jesús se
presentó como la luz que nos saca de esas tinieblas
(Jn. 12, 46; 1 Jn. 1, 6 s.). El Apóstol mueve
siempre a esperar el Retorno del Señor, el gran día
próximo a amanecer (cf. Hb. 10, 37 y nota) y exhorta
como Él a vigilar (Mc. 13. 37)
conociendo el tiempo esto es, las señales que están anunciadas. Cf.
Mt. 24; Lc. 17 y 21.
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