Judit
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 |
8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 |
15 | 16 |
Capítulo 8: Judit 8 Presentación de Judit
8 1 En aquellos días llegó todo esto a oídos de Judit, hija de Merarí, hijo de Ox, hijo de
José, hijo de Oziel, hijo de Helcías, hijo de Ananías,
hijo de Gedeón, hijo de Rafaín, hijo de Ajitob, hijo de
Elías, hijo de Jilquías, hijo de Eliab, hijo de
Natanael, hijo de Salamiel, hijo de Sarasadai, hijo de
Israel.
2 Su esposo Manasés, que era de su misma tribu y de su
misma familia, había muerto durante la cosecha de la
cebada; 3 mientras vigilaba a los que ataban las
gavillas en el campo, tuvo una insolación que lo postró
en cama, y murió en Betulia, su ciudad. Allí fue
sepultado con sus padres, en el campo que está situado
entre Dotaim y Belamón.
4 Judit había permanecido viuda en su casa durante tres
años y cuatro meses.
5 Sobre la terraza de su casa se había hecho levantar
una carpa; llevaba un sayal sobre su cuerpo y vestía
ropas de luto.
6 Ayunaba todos los días, excepto los sábados, los
novilunios y los días de fiesta y de regocijo del pueblo
de Israel.
7 Era muy hermosa y de aspecto sumamente agradable. Su
esposo Manasés le había dejado oro y plata, servidores y
servidoras, ganados y campos, y ella había quedado como
dueña de todo.
8 Nadie podía reprocharle nada, porque era muy temerosa
de Dios.
Exhortación de Judit a los jefes del pueblo
9 Judit se enteró de las amargas quejas que el pueblo,
descorazonado por la falta de agua, había dirigido al
jefe de la ciudad. También se enteró de la respuesta que
les había dado Ozías, cuando juró entregar la ciudad a
los asirios en el término de cinco días.
10 Envió entonces a la servidora que estaba al frente de
todos sus bienes, para que llamara a Cabris y Carmis,
ancianos de la ciudad.
11 Estos se presentaron, y ella les dijo: "Escúchenme,
por favor, jefes de la población de Betulia. Ustedes se
equivocaron hoy ante el pueblo, al jurar solemnemente
que entregarían la ciudad a nuestros enemigos, si el
Señor no viene a ayudarnos en el término fijado.
12 Al fin de cuentas, ¿quiénes son ustedes para tentar
así a Dios y usurpar su lugar entre los hombres?
13 ¡Ahora ustedes ponen a prueba al Señor todopoderoso,
pero esto significa que nunca entenderán nada!
14 Si ustedes son incapaces de escrutar las
profundidades del corazón del hombre y de penetrar los
razonamientos de su mente, ¿cómo pretenden sondear a
Dios, que ha hecho todas estas cosas, y conocer su
pensamiento o comprender sus designios? No, hermanos;
cuídense de provocar la ira del Señor, nuestro Dios.
15 Porque si él no quiere venir a ayudarnos en el
término de cinco días, tiene poder para protegernos
cuando él quiera o para destruirnos ante nuestros
enemigos.
16 No exijan entonces garantías a los designios del
Señor, nuestro Dios, porque Dios no cede a las amenazas
como un hombre ni se le impone nada como a un mortal.
17 Por lo tanto, invoquemos su ayuda, esperando
pacientemente su salvación, y él nos escuchará si esa es
su voluntad.
18 Porque no hay nadie en nuestro tiempo, ni hay entre
nosotros, en el día de hoy, tribu, ni familia, ni
comarca, ni ciudad que adore dioses fabricados por mano
de hombre, como sucedía en los tiempos pasados.
19 A causa de eso, nuestros padres fueron entregados a
la espada y a la depredación, y sucumbieron
miserablemente delante de nuestros enemigos.
20 Nosotros, en cambio, no reconocemos otro Dios fuera
de él; por eso esperamos que no nos despreciará, ni a
nosotros ni a ninguno de nuestra raza.
21 Si nosotros nos rendimos, caerá toda la Judea y
nuestro Santuario será saqueado. Entonces tendremos que
responder con nuestra propia sangre por esa profanación.
22 Además, el Señor hará recaer sobre nuestra cabeza, en
medio de las naciones donde estaremos cautivos, la
matanza de nuestros hermanos, la deportación de la gente
del país y la devastación de nuestra herencia; y seremos
objeto de burla y escarnio por parte de nuestros
conquistadores.
23 Porque nuestra esclavitud no nos hará ganar la
benevolencia de los vencedores, sino que el Señor,
nuestro Dios, la convertirá en deshonra.
24 Por eso, hermanos, demos un buen ejemplo a nuestros
hermanos, ya que su vida depende de nosotros, y lo más
sagrado que tenemos, el Templo y el altar, también
dependen de nosotros.
25 Más aún, demos gracias al Señor, nuestro Dios, que
nos somete a prueba, lo mismo que a nuestros padres.
26 Recuerden todo lo que hizo con Abraham y en qué forma
probó a Isaac, y todo lo que le sucedió a Jacob en
Mesopotamia de Siria, cuando apacentaba las ovejas de
Labán, hermano de su madre; 27 así como a ellos los
purificó para probar sus corazones, de la misma manera,
nosotros no somos castigados por él, sino que el Señor
golpea a los que están cerca de él, para que eso les
sirva de advertencia".
La respuesta de Ozías a Judit
28 Ozías le respondió: "En todo lo que has dicho te has
expresado con sensatez y nadie puede contradecir tus
palabras.
29 No es esta la primera vez que se manifiesta tu
sabiduría; desde que eras joven, todo el pueblo conoce
tu inteligencia y la bondad de tu corazón.
30 Pero ahora el pueblo está consumido por la sed y nos
ha obligado a ejecutar lo que le hemos propuesto y a
comprometernos con un juramento que no nos es lícito
violar.
31 Tú, que eres una mujer piadosa, ruega por nosotros
para que el Señor envíe la lluvia que llenará nuestras
cisternas, y así no quedaremos exhaustos".
El plan de Judit
32 Judit les respondió: "Escúchenme, porque voy a hacer
algo que se transmitirá de generación en generación a
los hijos de nuestra estirpe.
33 Esta noche, ustedes se ubicarán ante la Puerta de la
ciudad. Yo saldré con mi servidora, y antes del plazo
fijado para entregar la ciudad a nuestros enemigos, el
Señor, por mi intermedio, visitará a Israel.
34 No traten de averiguar lo que voy a hacer, porque no
les diré nada hasta haber ejecutado mi proyecto".
35 Ozías y los jefes le dijeron: "Vete en paz, y que el
Señor Dios vaya delante de ti para escarmiento de
nuestros enemigos".
36 Luego salieron de la carpa y regresaron a sus
puestos.
Fuente: Catholic.net