Judit
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Capítulo 11: Judit 11
Diálogo de Judit con Holofernes
11 1 Holofernes le dijo: "Ten confianza, mujer; no tengas miedo,
porque jamás he hecho mal a nadie que se haya decidido a servir a
Nabucodonosor, rey de toda la tierra.
2 Incluso ahora, si tu pueblo, que habita en las montañas, no me
hubiera despreciado, yo no habría levantado mi lanza contra ellos;
son ellos mismos los que han provocado esto.
3 Ahora dime por qué te has escapado de ellos y has venido hasta
nosotros. Con sólo venir hasta aquí, te has salvado. Ten confianza,
porque conservarás tu vida esta noche y en adelante.
4 Nadie te causará ningún daño; por el contrario, te tratarán bien,
como corresponde a los servidores de mi señor, el rey
Nabucodonosor".
5 Entonces Judit le respondió: "Acepta de buen grado las palabras de
tu esclava, y permítele hablar en tu presencia. Todo lo que yo te
diré esta noche es verdad.
6 Si sigues los consejos de tu servidora, Dios llevará a buen
término tu empresa, y no fracasará nada de lo que te has propuesto.
7 ¡Por la vida de Nabucodonosor, rey de toda la tierra, y por el
poder de él, que te envió para poner en orden a todos los vivientes!
Gracias a ti, no sólo lo sirven los hombres, sino que también,
gracias a tu fuerza, las fieras, el ganado y las aves del cielo
vivirán sometidos a Nabucodonosor y a toda su dinastía.
8 Hemos oído hablar, en efecto, de tu sabiduría y de la sagacidad de
tu inteligencia, y se comenta en toda la tierra que tú eres el más
valiente, el más experto y el más admirable estratega de todo el
reino.
9 También nos hemos enterado del discurso pronunciado por Ajior en
tu Consejo, porque la gente de Betulia le perdonó la vida, y él les
contó todo lo que había dicho en tu presencia.
10 Por eso, soberano señor, no desoigas sus palabras; antes bien,
tómalas en cuenta, porque son exactas, ya que nuestra estirpe no
será castigada ni sometida por la espada, a no ser que haya pecado
contra su Dios.
11 Pero ahora, para que mi señor no sufra una derrota y un fracaso,
y para que la muerte caiga sobre ellos, han incurrido en un pecado
con el que provocarán la ira de su Dios apenas cometan ese desatino.
12 Porque como han empezado a faltarles los víveres y escasea el
agua, decidieron echar mano a sus ganados y sustentarse con todo lo
que Dios en sus leyes les ha prohibido comer.
13 Incluso, están resueltos a consumir las primicias del trigo y los
diezmos del vino y del aceite, que ya han sido consagrados y
reservados para los sacerdotes que ejercen sus funciones delante de
nuestro Dios en Jerusalén; esas cosas que a ninguno del pueblo le es
lícito ni siquiera tocar con sus manos.
14 Más aún, han enviado gente a Jerusalén, donde todo el mundo hace
lo mismo, con el encargo de obtener la debida autorización de los
ancianos.
15 Apenas la obtengan, harán uso de ella, y ese mismo día te serán
entregados para su perdición.
16 Por eso, yo, tu servidora, al enterarme de todo esto, escapé de
su lado. Y Dios me ha enviado para realizar contigo tales hazañas,
que llenarán de asombro en toda la tierra a aquellos que las
escuchen, 17 porque soy piadosa y sirvo noche y día al Dios del
cielo. En adelante permaneceré a tu lado, señor mío, pero cada noche
saldré al valle, para orar a Dios, y cuando incurran en el pecado,
él me lo hará saber.
18 Al regresar, te informaré; entonces podrás salir con todo tu
ejército, no habrá nadie entre ellos que pueda oponerte resistencia.
19 Luego te conduciré a través de la Judea hasta las puertas de
Jerusalén, y pondré tu sitial en medio de ella. Tú los conducirás
como a ovejas que no tienen pastor, y ni siquiera un perro se
atreverá a ladrar ante ti. Todas estas cosas me fueron comunicadas
anticipadamente, y yo he sido enviada a anunciártelas".
20 Las palabras de Judit agradaron a Holofernes y a todos sus
oficiales, los cuales, admirados de su sabiduría, exclamaron:
21 "De
un confín al otro de la tierra no hay mujer como esta, por la
hermosura de su rostro y la sensatez de sus palabras".
22 Y añadió Holofernes: "Dios ha hecho bien en enviarte delante de
tu pueblo para que el triunfo esté en nuestras manos y la perdición
en aquellos que han menospreciado a mi señor.
23 Tu aspecto es tan encantador como son hábiles tus palabras; si
obras como lo acabas de decir, tu Dios será mi Dios, y tú habitarás
en el palacio del rey Nabucodonosor y serás famosa en toda la
tierra".
Fuente: Catholic.net