Jeremías
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Capítulo 52:
Jeremías 52
El reinado de Sedecías en Judá (597-587)
52 1 Sedecías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó
once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamutal, hija de
Jeremías, y era de Libná.
2 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor, tal como lo había
hecho Joaquím.
3 Esto sucedió en Jerusalén y en Judá a causa de la ira del Señor,
hasta que al fin, él los arrojó lejos de su presencia.
El asedio y la caída de Jerusalén
Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia.
4 El noveno año del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes,
Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra
Jerusalén. Ellos acamparon frente a la ciudad y la cercaron con una
empalizada.
5 La ciudad estuvo bajo el asedio hasta el año undécimo del rey
Sedecías.
6 En el noveno día del cuarto mes, mientras apretaba el hambre en la
ciudad y no había más pan para la gente del país, 7 se abrió una
brecha en la ciudad. Entonces huyeron todos los hombres de guerra,
saliendo de la ciudad durante la noche, por el camino de la puerta
entre las dos murallas que está cerca del jardín del rey; y mientras
los caldeos rodeaban la ciudad, ellos tomaron el camino de la Arabá.
8 Las tropas de los caldeos persiguieron al rey, y alcanzaron a
Sedecías en las estepas de Jericó, donde se desbandó todo su
ejército, dejándolo solo.
9 Los caldeos capturaron al rey y lo hicieron subir hasta Riblá, en
el país de Jamat, ante el rey de Babilonia, que dictó sentencia
contra él.
10 El rey de Babilonia hizo degollar a los hijos de Sedecías ante
sus propios ojos, y también a todos los jefes de Judá, en Riblá.
11 Luego le sacó los ojos a Sedecías y lo ató con una doble cadena
de bronce. Así lo llevó a Babilonia, donde lo tuvo prisionero hasta
el día de su muerte.
La ruina de Jerusalén y la deportación a Babilonia (587)
12 El día diez del quinto mes –era el decimonoveno año de
Nabucodonosor, rey de Babilonia– Nebuzaradán, comandante de la
guardia, que prestaba servicio ante el rey de Babilonia, entró en
Jerusalén.
13 Incendió la Casa del Señor, la casa del rey y todas las casas de
Jerusalén, y prendió fuego a todas las casas de los nobles.
14 Después, el ejército de los caldeos que estaba con el comandante
de la guardia derribó todas las murallas que rodeaban a Jerusalén.
15 Nebuzaradán, el comandante de la guardia, deportó a toda la
población que había quedado en la ciudad, a los desertores que se
habían pasado al rey de Babilonia y al resto de los artesanos.
16 Pero dejó una parte de la gente pobre del país como viñadores y
cultivadores.
17 Además, los caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce de la
Casa del Señor, las bases y el Mar de bronce que estaba en la Casa
del Señor, y se llevaron todo el bronce a Babilonia.
18 Tomaron también las ollas, las palas, los cuchillos, los
aspersorios, las fuentes y todos los utensilios de bronce que
servían para el culto.
19 El comandante de la guardia tomó asimismo las palanganas, los
pebeteros, los aspersorios, las ollas, los candelabros, las fuentes
y las bandejas: todos los objetos de oro y plata.
20 En cuanto a las dos columnas, al único Mar de bronce, a los doce
bueyes de bronce que lo sostenían y a las bases que había hecho el
rey Salomón para la Casa del Señor, no se podía evaluar el peso de
bronce de todos esos objetos.
21 En lo que respecta a las columnas, la altura de una columna era
de nueve metros; un hilo de seis metros medía su circunferencia; su
espesor era de cuatro dedos, y era hueca por dentro.
22 Estaba rematada por un capitel de bronce, y la altura del capitel
era de dos metros y medio. Sobre el capitel, todo alrededor, había
una moldura en forma de red y de granadas, todo de bronce. La
segunda columna, con sus granadas, era igual a la primera.
23 Había noventa y seis granadas que sobresalían en relieve, y las
granadas eran cien en total, alrededor de toda la red.
Las ejecuciones y el número de los deportados
24 El comandante de la guardia apresó a Seraías, el sumo sacerdote,
a Sefanías, el segundo sacerdote, y a los tres guardianes del
umbral.
25 En la ciudad apresó también a un eunuco, que estaba al frente de
los hombres de guerra, a siete hombres del servicio personal del rey
que fueron sorprendidos en la ciudad, al secretario del jefe del
ejército, encargado de enrolar al pueblo del país, y a sesenta
hombres del pueblo que estaban en medio de la ciudad.
26 Después de tomarlos prisioneros, Nebuzaradán, comandante de la
guardia, los llevó ante el rey de Babilonia, a Riblá.
27 El rey de Babilonia los mandó golpear y ejecutar en Riblá, en el
país de Jamat. Así fue deportado Judá lejos de su tierra.
28 Este es el número de la población deportada por Nabucodonosor: en
el séptimo año, 3.023 judíos; 29 en el año decimoctavo de
Nabucodonosor, de Jerusalén, 832 personas; 30 en el año vigésimo
tercero de Nabucodonosor, Nebuzaradán, comandante de la guardia,
deportó a 745 judíos. En total: 4.600 personas.
La liberación del rey Joaquín en Babilonia
31 El trigésimo séptimo año de la deportación de Joaquín, rey de
Judá, el día veinticinco del duodécimo mes, Evil Merodac, rey de
Babilonia, en el año de su entronización, indultó a Joaquín, rey de
Judá, y lo hizo salir de la prisión.
32 Le habló amigablemente y le asignó un sitial más elevado que el
de los reyes que estaban con él en Babilonia.
33 Le hizo cambiar su ropa de prisionero, y Joaquín comió siempre en
su presencia, durante toda su vida.
34 Su mantenimiento fue asegurado por el rey de Babilonia con una
asignación regular para cada día, hasta el día de su muerte, durante
toda su vida.
Fuente: Catholic.net